Erick Camargo
Las principales agencias científicas publicaron sus respectivos informes climáticos, coincidiendo en que el 2023 ha sido el año más caluroso de todos los que se lleva registro, julio fue el mes más caliente de la historia y la mayoría asegura que este año se ha superado el umbral de aumento de temperatura de 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, los que no, aseguran que fue de unos 1,48°C por encima de dichos niveles. Las emisiones de CO2 también han batido récord, siendo el 2023 el año con mayor concentración y emisión de gases efecto invernadero. Por lo cual, todas las agencias (NOAA, NASA, Copernicus, Berkeley, Centro Hadley) ven con preocupación la inacción de los entes gubernamentales y ven el fracaso de los Acuerdos de Paris como una realidad próxima.
Ya empezaron a salir los tradicionales informes anuales sobre el clima, alertando sobre el cambio climático y publicando todos los datos recogidos durante el año 2023 con sus respectivos análisis. La mayoría coincide en diagnósticos y recomendaciones, con pequeñas diferencias, poco significativas, nos alertan sobre la grave situación y nos recuerdan que estamos realmente en una crisis climática, que parece no despertar la atención de las autoridades políticas y sociales.
Para esta agencia el año fue excepcional, modificándose muchísimo récord, “no sólo es el año más cálido registrado, sino que también es el primer año en el que todos los días son 1°C más cálidos que el período preindustrial”. Aseguran, además, que cerca del 50% de los días fueron más de 1,5°C más cálidos que el nivel de 1850-1900, y 2 días del mes de noviembre fueron, por primera vez, más de 2°C más cálidos. Lo que ya es bastante alarmante, y parece una noticia que ha pasado por debajo de la mesa. También, cada mes de junio a diciembre de 2023 fue más cálido que el mes correspondiente de cualquier año anterior. El informe señala que este diciembre fue el más caluroso jamás registrado, promediando una temperatura de 13,51°C, 0,85°C por encima del promedio de 1991-2020 y 1,78°C por encima del nivel de 1850-1900 para el mes.
El informe además señala que las temperaturas seguirán en aumento, señalando además que las emisiones y concentraciones de CO2 son muy elevadas, y, desafortunadamente, acabamos de establecer un nuevo récord de emisiones de gases de efecto invernadero; por lo cual afirman que seguiremos batiendo récord en los años siguientes.
El Acuerdo de París había establecido que se debía frenar el aumento de la temperatura para evitar superar el umbral de 1,5°C, el cual será bastante catastrófico por sus consecuencias para la humanidad y el resto de las formas de vida. Una de estas, por ejemplo, será la disminución a nivel global del acceso al agua en un 12%, lo que será acumulativo con respecto estas temperaturas se consoliden y sigan aumentando. La Agenda 2030 es una iniciativa de políticas públicas y financiamiento, entre los cuales la mayoría de estos se encuentra direccionados para cumplir las metas del Acuerdo de París, sin embargo, al vivir ya nuestro primer año superando este umbral, así como haberse acercado cada vez más la fecha límite (cuando se firmó el acuerdo se esperaba superar ese umbral en 2050, ahora se calcula que será en 2032); muestra un rotundo fracaso de estos acuerdos.
Así vemos como este año, justo a finales del mismo, en medio de noticias sobre los récords de calor, cuando la mayoría de estas noticias ya eran de conocimiento público, la reunión de la COP se convierte en un lobby de las naciones y empresas petroleras, que priorizan sus ganancias y rentabilidad, por encima del interés común de la especie humana. Al parecer no importa que millones pierdan acceso al agua, se disminuya la capacidad productiva de la agricultura, y todas las demás consecuencias que esto traería. Lo importante, en la reunión de naciones por el cambio climático, era preservar los intereses de unos pocos. Es evidente que no se tomarán medidas, llegaremos a superar el umbral y muchas personas padecerán y profundizarán su miseria y/o precariedad, sin que estas cúpulas empresariales y políticas se preocupen por ello.
La situación se vuelve cada vez más apremiante, y no parece vislumbrarse alguna solución; mientras en la COP y otros espacios donde se debate la acción gubernamental, se ignoran las recomendaciones científicas y se prioriza la avaricia del sector petrolero. Tampoco se observa una solución satisfactoria con las “economías verdes” y la transición energética corporativa; que proponen expandir el extractivismo minero y agrícola, para satisfacer los niveles de consumo energético, mientras se reduce el consumo de hidrocarburos. Harían falta más de un planeta Tierra para satisfacer las demandas minerales para completar la transición energética y la descarbonización de la economía, sin contar los impactos que provocará la minería necesaria para construir las plantas generadoras de energías alternativas, baterías de litio y otros requerimientos.
Por ello, es necesario que se aborde desde otro punto de vista la urgente toma de decisiones, el principal, replantearnos la forma en que vivimos y consumimos. El derroche de energía y el uso excesivo de la misma para nuestra vida común. Así como exigir a las economías una adecuación en su consumo y replantearnos la idea descabellada del crecimiento infinito en un planeta que tiene límites claros y los cuales ya estamos llevando a sus niveles de estrés. Es momento de replantear todo y exigir a las autoridades y el mundo empresarial un cambio radical, no podemos seguir sosteniendo este ritmo de consumo sin provocar que las generaciones futuras apenas puedan vivir en un mundo que será difícil de habitar.
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