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martes, 5 de marzo de 2024

Hogares que protegen y educan / Luisa Pernalete @luisaconpaz

 


“¿Y cómo te fue en el colegio? ¿Qué aprendiste? ¿Qué te gustó del día y qué no te gustó?”. Esas preguntas, con sonrisa en el rostro y sin celular en la mano, hay que hacerlas todos los días a los hijos tengan la edad que tengan, para que sepan que a sus padres les importa su educación, para que puedan prevenir algún problema de acoso escolar o de aprendizaje no detectado todavía, y también para mantener un clima de diálogo, de acompañamiento con los hijos.

La escuela y la familia deben ser aliados, con roles distintos, pero aliados del mismo lado de la cancha. Nade de “dedo acusador” ni de la escuela a los padres ni de los padres a la escuela, se requiere de una mano extendida, ya sea para ofrecer ayuda o para pedir ayuda.

Pero vamos al título de esta columna: “Hogares que protegen y educan”. Los niños, niñas y adolescentes venezolanos están necesitados de mucha protección, acompañamiento. Las maneras son importantes y las herramientas necesarias. Los tiempos han cambiado y la coyuntura del país es complicada, en medio de una emergencia humanitaria compleja, con unos servicios públicos muy malos o inexistentes que agobian y cansan, con salarios que se los come la inflación… No es de extrañar que la salud mental de los venezolanos esté afectada y todo este conjunto de elementos influye en los NNA. Dicen expertos, como por ejemplo los amigos de Cecodap, que en la consulta psicológica que ellos ofrecen han aumentado los casos de angustia, ansiedad e intentos de suicidio en la población menor de 18 años.

¿Qué pueden hacer los padres para proteger a sus hijos? Mucho. Comenzando por dedicarles tiempo, atención, escucharles, sin celular en la mano, mirándoles, procurar escuchar sus silencios también. No sólo hablar con ellos de temas del colegio, importantes pero no únicos. Hablar de sus amistades, hablar de sus sueños: “Qué quieren ser cuando estén grandes, cuando salgan de los estudios?”. Qué tengan metas, y que no vean como camino el irse del país. Sembrar esperanza pues.

Otra cosa muy importante es expresar el cariño que se les tiene. No basta con darles de comer, los NNA necesitan saberse y sentirse queridos y aceptados. Hay que decirles de muchas maneras que se les quiere. Súmele a ello, la importancia de aumentar su autoestima felicitándoles por cualquier cosa buena que hagan. Si son pequeños, por ese dibujo tan lindo que hicieron en el colegio, colocarlo en la “cartelera” de la casa, la nevera, felicitarles por lo bien que acomodaron su habitación, en fin, por lo que sea que hagan bien.

Es sumamente importante la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Si quieren que sus hijos sean amables, pues sean amables los padres; si quieren que sus hijos saluden, saluden ustedes primero, sonriendo, con los brazos abiertos… Recuerden que también se “habla” con las miradas, con los gestos… Recuerden también que de 0 a 7 años se aprende por imitación.

Dos actitudes que deben evitar, compararlos: “¿Por qué no eres como tu hermanita?”. ¡Terrible error! Cada uno es único. Nada de compararlos. Evitar también, sobre todo con los adolescentes, expresiones tales como: “Cuando yo tenía tu edad”, no sólo porque ya no se tiene la edad de ellos, sino también porque los tiempos han cambiado mucho.

Un consejo importante en este este país con tantos problemas: aprender a administrar las emociones, las angustias. Los hijos no tienen culpa de que la electricidad se vaya o de la inflación. Entonces no pague con los hijos, esa rabia suya.

No da una columna para tratarlo todo, pero no hay que olvidar que todos tenemos deberes y derechos. Los deberes hay que conocerlos y cumplirlos -en el hogar, en la escuela, en la comunidad- y también derechos, que deben ser conocidos, valorados, exigidos… Según la Lopnna -ley que debe estar en todos los hogares- los niños y adolescentes tienen derecho, entre otros, a opinar, participar en asuntos que les competan, a tener buen trato…

Protegerlos de la adicción a las tecnologías. Los niños y adolescentes no pueden pasarse el día y la noche pegados a un celular o una tableta, no sólo porque esas vías para que lleguen contenidos dañinos para ellos, sino también porque les aleja de las relaciones personales y pueden profundizar angustias, soledad… Hay que buscarles alternativas atractivas de entretenimiento. Según un estudio del Centro Gumilla, chamos entre 12 y 16 años, dedican 4 horas diarias a las redes sociales.  

Finalmente, si la familia es creyente, sea cual sea su religión, ayuda mucho al final del día y al final de la semana, hacer un repaso de las cómo han salido las cosas y dar gracias a Dios, por ellas. Revisar si hay alguna persona con la que no se ha portado bien y pedir perdón por ello, y ver si hay alguien a quién se debe perdonar. Aprender a agradecer, pedir perdón y perdonar, son habilidades sociales importantes para la convivencia pacífica.

Necesitamos hogares que protejan y que eduquen, y es posible aprender a ello.

https://correodelcaroni.com/opinion/hogares-que-protegen-y-educan/

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