Julio César Arreaza B. 05 de marzo de 2024
Jamás renunciaremos a las herramientas de la civilidad, no nos quedaremos de brazos cruzados. Denunciamos el secuestro artero de tres jefes de comandos regionales de Vente, que procuraban el voto democrático. No se respetaron los lapsos, ni se han pronunciado las instituciones cooptadas. Pura y dura depravación judicial. Se configura el patrón de persecución política. Al no permitirles la designación de defensores han cercenado las garantías. Impiden a sus abogados realizar las diligencias pertinentes para desmontar las falsas imputaciones. Esto no es jurídico, algunos dicen que político, nosotros decimos que abiertamente criminal. Las declaraciones destempladas de los capitostes del régimen: sicofantes del hamponato, buscan el desánimo de la gente. Insisten en cancelar el ejercicio de la verdad, pero no claudicaremos y seguiremos aplicando los mecanismos previstos para lograr el triunfo de la justicia. Tal como está aconteciendo en la Corte Penal Internacional. Tenemos que mantenernos enfocados, sin bajar la guardia.
Sabemos
que esa pandilla nunca ha negociado, su único fin es ganar tiempo y punto. No
ha habido honestidad en este proceso. No hay deterioro de la democracia, cuando
simplemente no hay democracia.
A la
par de una de las peores olas represivas, la corporación criminal despliega una
burda puesta en escena electoral, tipo 2018, con la “opolaboración”
domesticada. Así como el investigador Alejandro Moreno caracterizó al malandro,
podemos trasladar este hallazgo y con pocas modificaciones conformar el perfil
del malandro político del siglo XXI, falsario y prostibulario. Este se ha
movido dinámicamente en el ecosistema criminal en estos últimos 25 años, en la
que han pretendido sustituir la realidad por la mentira y ejercido el poder de
manera malandra, que los encuadra en la opresión. Han mantenido a los
venezolanos padeciendo por necesidades básicas, para evitar que se sublime en
el pensamiento y así no pueda exigir sus derechos.
María
Corina Machado es la candidata de los venezolanos, surgida de una primaria histórica,
con un liderazgo robusto y legitimo como nunca antes. Se ha logrado la unión en
las capas bajas de la población. Ella está cumpliendo con el mandato recibido y
encarna la esperanza de refundar la república sobre bases solidas. Sacar a
María Corina del juego elimina la esperanza de alcanzar la libertad. Ella es la
mejor opción que hemos tenido en estos 25 años y tiene la valentía y cualidades
para cerrar este ciclo criminal antihistórico.
Jamás
renunciaremos a la razón, lo normal es no acostumbrarse a la violencia,
mantenernos radicales en la defesa de la verdad, porque no existe punto medio
entre la vida y la muerte, la honestidad y deshonestidad, entre elevar nuestras
capacidades cívicas o sucumbir ante la mediocridad.
La
llamada furia bolivariana no es otra cosa que la propiciación de actos de
terrorismo de Estado, de un poder envilecido al servicio infame de desarticular
cualquier expresión cívica. Organizan gente mercenaria para enfrentarla a los
ciudadanos, impidiéndoles el ejercicio elemental de cualquiera de sus derechos.
Estas acciones bastardas de enfrentar pueblo contra pueblo tienen cadena de
mando, al considerar “pasarse de la raya” reclamar el derecho al servicio
básico de suministro de agua. Este clima de caos totalitario impide el acometimiento
de los proyectos de vida de la gente.
El
régimen infunde miedo para que te inhibas de ejercer tus derechos ciudadanos.
Ese antipoder no nos va a paralizar, sabemos que el rey está desnudo. Ellos
saben que no tienen mañana, porque su vínculo con las comunidades está roto de
raíz. Es irrecuperable.
¡Libertad
para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los tres comando de Vente,
Rocío San Miguel y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos,
torturados, asesinados ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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