Kiko Llaneras 03 de agosto de 2024
Violar
la transparencia de un proceso electoral hace dificilísimo verificarlo. Pero la
evidencia aportada hasta ahora es desigual: la oposición ha presentado más
detalles, se expone a evaluación y gana credibilidad
Cuatro días después de las elecciones en Venezuela del 28 de julio, crecen las sospechas de fraude electoral. El Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el oficialismo, proclamó vencedor al presidente Nicolás Maduro el mismo domingo, otorgándole un 51,2% de los votos, frente al 44,2% de su rival, el opositor Edmundo González. Lo hizo aportando un boletín que calificó de “irreversible”, saltándose procedimientos de transparencia e integridad previstos, y sin aportar ningún dato que facilite verificar sus afirmaciones. Al mismo tiempo, la oposición reclama una victoria holgada, 67% a 30%, apoyándose en más 24.000 actas de las que asegura tiene copia y que ha presentado en una página web, que se ha sumado a otras que propagan datos similares.
Ante
esta discrepancia, ¿qué podemos concluir? Mi juicio es claro ahora mismo: los
datos aportados por los opositores son más profundos y más verificables.
Los
datos del Gobierno de Maduro son pobres
El
domingo por la noche, el CNE anunció el resultado electoral con
un boletín de apenas seis cifras de resultados: tres datos de votos —para
Maduro, Edmundo González y “otros”—, y tres porcentajes correspondientes.
Serían los porcentajes de un escrutinio que decían estaba al 80% y que suponía
una tendencia “irreversible”. Pero desde entonces no ha habido más
actualización. Han pasado cuatro días, y aunque es chocante y vulnera
procedimientos previstos, el Gobierno no ha ofrecido más datos sobre los
resultados electorales.
El CNE
no ha publicado las actas de escrutinio ni sus resultados. Son el documento
esencial que generan las máquinas de voto electrónico al cierre de una mesa,
con los votos y otros detalles. Las actas se imprimen en el mismo centro de
votación, se entregan a presentes y partidos, y se envían de manera telemática
al CNE, que se encarga de calcular los totales. El mismo organismo debía
publicar los resultados desagregados, por centro y mesa, salidos de las actas,
pero en mitad de la noche del domingo su web dejó de funcionar. No ha vuelto.
El Gobierno
tampoco ha ofrecido las actas de verificación, que certifican, como explicamos
aquí, que se realizó con éxito la prevista Auditoría de Verificación
Ciudadana —el cotejo de las actas de escrutinio con el recuento de las urnas de
papel—.
Tampoco
se ha ofrecido ningún resultado subnacional. El CNE no ha publicado el voto ni
por municipios, ni por regiones. Solo ese puñado de cifras totales de la
primera noche.
Por si
eso fuese poco, las seis cifras de resultados que ofreció el CNE también
resultan sospechas. ¿El motivo? Las cifras de votos de “Maduro”, “Edmundo” y
“Otros” coinciden con un porcentaje de votos exacto hasta el sexto decimal.
Sería rarísimo un resultado así por azar: que pase con un candidato es difícil,
una en mil veces, pero que pase con dos candidatos es una carambola de entre un
millón.
Las
cifras de voto oficiales son extrañamente redondas
El CNE difundió seis cifras de resultados, tres votos y sus porcentajes. Ha
llamado la atención que son porcentajes exactos hasta el sexto decimal
%
de voto (y decimales) |
||||
Candidato |
Votos |
1
dec. |
5
dec. |
6
dec. |
Maduro |
5.150.092 |
51,2% |
51,20000% |
51,199997% |
Urrutia |
4.445.978 |
44,2% |
44,20000% |
44,199999% |
Otros |
462.704 |
4,6% |
4,60000% |
4,600004% |
Total |
10.058.774 |
100 |
100 |
100 |
¿La explicación para esta exactitud? Lo más fácil es pensar que el número de votos que ofreció el boletín del CNE es una cifra calculada a partir de los porcentajes: partieron del total de votos (10.058.774), tomaron un porcentaje redondo, como el 51,2% de¿La explicación para esta exactitud? Lo más fácil es pensar que el número de votos que ofreció el boletín del CNE es una cifra calculada a partir de los porcentajes: partieron del total de votos (10.058.774), tomaron un porcentaje redondo, como el 51,2% de Maduro, y con eso calcularon sus votos: 5.150.092,288. Como es absurdo dar decimales a los votos, lo dejaron en 5.150.092. Por eso los porcentajes serían casi redondos, pero no por completo, solo al sexto decimal. No es imposible creer que esos porcentajes son los buenos, y que el CNE calculó los votos a partir de ellos en lugar de usar los votos realmente contabilizados, pero es un comportamiento como mínimo raro.
Los
datos de los opositores son mucho más profundos
Tras
pasar la mañana recabando información, la oposición ofreció una conferencia en
la tarde del lunes para revelar que habían
conseguido el 73% de las actas, con resultados que contradecían los
anunciados por el CNE y que les daban la victoria. Desde entonces, los
opositores han seguido recopilando actas y las han presentado en varias páginas
web. La más reciente asegura
contener 24.576 actas, este jueves, lo que supone el 81,8% del total.
Cualquiera puede buscar un acta, consultar los resultados detallados e incluso
descargar una copia escaneada.
Cada
acta incluye mucha información: todos los resultados de la mesa, una versión en
código QR de los mismos, su identificador, la fecha y la hora de cierre, una
cadena hash de seguridad, y el nombre y la firma de los
miembros de la mesa, los testigos y hasta del operador del dispositivo. Las
actas son un elemento esencial para esclarecer el resultado electoral, porque
son potencialmente verificables. Por ejemplo, su información se podrá cotejar
con otros rastros de papel de la jornada, como las actas de la Auditoría de
Verificación.
Al
contrario que el CNE, la web que ha divulgado la oposición con las actas
permite obtener —y someter a análisis— los resultados en cada parroquia,
municipio y Estado venezolano.
Yo
mismo he podido acceder a los datos tabulados de 997 de esas actas de mesa. He
usado el subconjunto que ha procesado un grupo de sociedad civil independiente,
que prefiere no ser nombrado por temor a la represión, y validado un grupo de
académicos de la Universidad Federal de Pernambuco y de la Universidad de
Michigan. Antes de las elecciones, eligieron 1.500 mesas electorales
representativas del país, con prerregistro. Estos días han conseguido actas de
997 de esas 1.500, y a partir de ahí, aplicando una metodología formal y documentada, han
producido una estimación del resultado final: 66% para Edmundo González y 31%
para Maduro.
Una
auditoría profunda de esos datos exige tiempo, pero mi primera impresión es
positiva —en el pasado he manejado datos de decenas de elecciones de muchos
países—. Por ejemplo, en un primer gráfico muestro los votos de Maduro y
Edmundo para cada mesa. He calculado sus porcentajes y marcado aquellas mesas
con algún porcentaje exacto, que son pocas, como cabía esperar.
Inspección
de un millar de actas de la oposición
Se muestran los votos de Maduro y Edmundo en 997 mesas, tomados de las actas,
según los datos de las iniciativa de evaluación de Altavista. Cada punto es una
mesa de votación. En rojo las pocas mesas con resultado exacto, como cabía
esperar.
En
este segundo gráfico, he tomado datos de voto en más de 200 parroquias
venezolanas, y los he cruzado con un indicador socioeconómico que ofrece su
Instituto Nacional de Estadística venezolano. Es solo un ejemplo, pero aparece
un patrón verosímil: según los datos de las actas, Maduro habría tenido más
voto en regiones más desfavorecidas.
Un
ejemplo de cruce de datos
Para 256 parroquias, se muestra el % de hogares con déficit de capacidad
económica y educativa, según el INE, y el % de voto de Maduro según las actas
de Altavista. Emerge un patrón verosímil: según los datos de las actas, Maduro
habría tenido más voto en regiones más desfavorecidas.
El
resumen es sencillo: el Gobierno de Maduro apenas ha aportado datos para
sustanciar su declaración de victoria, mientras que la oposición venezolana ha
dispuesto un operativo para recoger y presentar miles de actas. Ofrece más
información, es más transparente, se expone a evaluación y escrutinio, y de ese
manera, eleva la credibilidad de sus resultados.
La
única alternativa para el chavismo es hacer un rapidísimo ejercicio de
transparencia. ¿O quizás es tarde ya? Las sospechas de irregularidades se refuerzan
con cada día de opacidad oficial.
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