Trino Márquez 30 de noviembre de 2012
El
comandante desempolvó el paquete de leyes del Poder Comunal, aprobadas en
diciembre de 2010, inmediatamente después de su triunfo el 7-0 porque
necesitaba cohesionar a sus huestes en torno de un objetivo común, que no podía
ser la descentralización, proceso al que considera ¨neoliberal¨, ni de los
liderazgos locales dado que los paracaidistas que nombró candidatos en varios
estados carecen de la estatura y el carisma para unir los votantes
oficialistas. Requería una consigna de carácter general que se convirtiera en
cemento cohesionador de la nueva contienda, de modo que fuese su propio
liderazgo el que otra vez estuviese en juego el 16-D.
El relanzamiento del Poder y el Estado Comunal, sin embargo, no busca solamente
convertir al caudillo de nuevo en el protagonista de los comicios regionales.
También persigue otros propósitos de mediano y largo plazo. Creo que los
siguientes son los más importantes.
Acabar con la República y con la democracia representativa con el fin de
sustituirla por la ¨democracia directa¨ y el ¨autogobierno¨ de pequeñas
comunidades constituye una de las obsesiones más arraigadas del caudillo. De
allí la propuesta de las comunas, nuevas unidades político territoriales en las
que se organizaría el país. Esta idea fue esbozada originalmente por Marx en su
análisis de la Guerra Civil en Francia y en Crítica al
Programa de Gotha, textos en los cuales el creador del ¨socialismo
científico¨ analiza las causas que condujeron al fracaso de la Comuna de París
en 1871. A partir de los bocetos trazados por Marx, Lenin en 1917, un mes antes
del golpe de Estado que coloca a los bolcheviques en el poder, escribe El
Estado y la Revolución, opúsculo que puede ser considerado la biblia del
marxismo en temas como la dictadura del proletariado, el autogobierno, la
democracia directa, la atomización del poder, las milicias populares, el pueblo
en armas, la aplicación del terror en la lucha política y la construcción del
Estado revolucionario, entendido este como Estado totalitario.
Quien quiera entender las raíces teóricas de estas antiguallas debe leerse ese
libro y pasearse por las páginas de otro texto fundamental del mismo autor: El
renegado Kautsky y la Revolución Proletaria. Del Estado y la
Revolución, Fidel Castro dijo en una oportunidad que era uno de sus libros
de cabecera. Así es que vayan atando cabos.
Otra meta importante del Poder Popular chavista reside en pulverizar la
descentralización y los órganos institucionales a través de los cuales esta se
desarrolla: las gobernaciones y las alcaldías. En la Ley Orgánica de las
Comunas y en la del Poder Popular las gobernaciones y, especialmente, las
alcaldías quedan abolidas en la práctica. Las competencias de estos
órganos del Poder Público en materia de servicios públicos, salud, educación,
ornato, son asumidos por los consejos comunales y por las comunas, que pasan a
constituirse en la célula fundamental del Estado.
La destrucción de la
democracia y la descentralización se plantean en nombre de la ¨verdadera”
democracia y protagonismo del pueblo. El fraude de esta impostura se ha
revelado en todos los países donde las comunas se han construido. Solo han
servido para atomizar el poder de la gente, descuadernar la unidad del Estado
en sus bases y concentrarlo en la cúpula que asume las riendas del Estado. Los
soviets en la URSS en realidad a quien le transfirieron todo el poder
fue a Stalin y a la reducida camarilla que lo rodeaba. Lo mismo ocurrió en
China con las comunas impulsadas por Mao. Este líder implacable y cruel despojó
a ese pueblo asiático de toda fuerza real, mientras él se convirtió en el amo
absoluto de la nación. La concentración del poder en Rusia y China estuvo
acompañada de un nauseabundo culto a la personalidad de Stalin y de Mao. El
¨poder popular¨ nunca pasó de ser una ficción destinada a someter a los pueblos
que padecieron esas ¨democracias directas¨.
Pulverizar todas las organizaciones independientes de la sociedad civil
representa otro objetivo. Hasta los clubes deportivos pasarían a estar bajo la
lupa del Poder Comunal. En los países comunistas el pueblo puede organizarse y
participar, pero dentro de las organizaciones creadas por el ¨poder popular¨.
Además, debe hacerlo. Lo contrario es muy mal visto y motivo de sospechas por
parte de los militantes del partido oficial. En Cuba circula una conseja
tenebrosa, que revela el alma del totalitarismo: todo lo que no está prohibido
es obligatorio.
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