Yraida – nombre ficticio pero historia real – sabe de emergencias pediátricas: tiene cuatro hijos y no es la primera vez que le ha tocado correr alguna noche a un hospital. Las escenas que me describió son recientes, de principios de agosto.
“No nos gusta abusar de los hospitales, pero mi hija menor, de dos años, había pasado la noche con fiebre y no tenia gripe, no sabíamos de dónde venía la fiebre y estaba muy decaída. Su papá y yo decidimos llevarla al hospital de Guaiparo –San Félix- antes de pasar otra noche en vela. Como siempre, la emergencia estaba llena. Usted sabe, a ese hospital viene gente no sólo de la ciudad sino de todos los pueblos vecinos. Lo que vi esa noche no me gustó nada. Creo que el gobierno nacional debería saber cómo funcionan las emergencias de niños, las emergencias a donde vamos los que no podemos ir a una clínica privada, los pobres, pues.”
Y prosiguió la señora contando como los médicos residentes atendían a los pequeños. Según la madre, parecía que no tenían suficiente experiencia para resolver problemas de una emergencia de ese tamaño. “Créame, no sabían ni cómo buscar la vena a los niños. Había una pobre niña que la puyaban por todos lados y nada que le conseguían la vena. La mía tenía problemas para orinar y la doctora me dijo que no tenía orificio. ¡Imagínese, cómo no iba a tener orificio! Ya se hubiera muerto, claro que algún problema tenia, pero creo que ella no tenía la experiencia suficiente para atenderla. No sé nada de hospitales, pero supongo que en una sala de esa magnitud, debería haber algún médico jefe de más conocimiento. Yo estaba muy preocupada. Hubo que mandar a hacer un examen de orina a una clínica privada pues de noche el laboratorio de pediatría no tiene para hacer ese tipo de examen, algo tan simple. Afortunadamente nosotros tenemos vehículo y su papá fue a media noche a una clínica, pero ¿y los que no pueden? Con la inseguridad que hay, ¿Cómo se mueven? ¿Cómo pagan taxi unas personas que apenas han podido llegar al hospital? Se sufre mucho en una emergencia, pues uno ve la angustia de los niños y de las madres”.
Comentó Yraida que había una señora que había llegado en la tarde con un hijo de unos 9 años en una silla de ruedas. Se le notaba humilde, había venido de Temblador en una “colita”. La señora apenas comió un cambur como cena. Nadie parecía entender que ese niño requería urgencia por su situación. Yraida se preguntaba si la señora tendría para hacer exámenes en clínicas privadas a media noche como le había tocado a ella.
“Cuando me trajeron los resultados del examen de mi hija la doctora de guardia me dijo que la niña no tenía nada pero que la dejarían en observación. Su papá y yo decidimos sacarla y ya veríamos al día siguiente cómo la llevábamos a una clínica privada, pues no le estaban haciendo nada y sabíamos que algo no andaba bien. Nos dio pena con esos niños que se quedaban en la emergencia. Uno no sabe si es que como les pagan muy mal a los médicos estos atienden mal, o es que tal vez no saben lo suficiente, pero creo que un hospital tan importante como Guaiparo debería contar con especialistas, con médicos más experimentados y no solo recién graduados…. Nos quedamos preocupados por la señora de Temblador, la pobre… Al día siguiente buscamos dinero prestado y nos fuimos a un especialista que nos recomendaron, y gracias a Dios, la niña está con un tratamiento y habrá que hacer otros exámenes, pero no nos íbamos a quedar viendo como empeoraba. Sabemos que otros padres no pueden correr como nosotros.”
Yraida, con buena cabeza y con corazón de madre, opinaba que un lugar en donde se van a atender niños enfermos, deberían tener un ambiente agradable con algo que distraiga a los pequeños enfermos. “Nadie va por gusto a una emergencia, siempre se va por un problema. Parece que los gobernantes no piensan en los dolores de la gente.”. Bien pensado, Yraida.
El derecho a la salud está contemplado en la CRVB. La obligación del Estado para con la salud de los niños y niñas también está en la LOPNNA… Aunque suene a disco rayado, nuestras leyes establecen que los niños y los adolescentes son “Prioridad absoluta”. Pero es posible que los gobernantes no sepan qué significa eso.
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