Carlos Romero
Mendoza. 12 de noviembre de 2013
La
“democracia local podría describirse globalmente en torno a dos series de
relaciones fundamentales, distintas pero interconectadas; por un lado, las
relaciones entre el Estado central y las entidades locales; por otro, las
relaciones entre los ciudadanos y las entidades locales.”[1]
Para
comprender mejor la democracia local, se acude a la Carta Europea de Autonomía
Local, ratificada por 46 Estados integrantes del Consejo de Europa, a los fines
de entender mejor el significado de entidades locales.
Para
la Carta Europea de Autonomía Local, las entidades locales es uno de los
principales fundamentos de todo régimen democrático y ello supone, por un lado,
que deben estar investidas de competencias efectivas a través de las cuales
puedan ejercer una administración eficaz y cercana al ciudadano; y por otro,
exige que estén dotadas de órganos democráticamente constituidos.
Cuando
España habla de entidades locales se refiere a la Administración Local
más inmediata al ciudadano y que sirve de cauce inmediato de participación en
los asuntos públicos[2]. En Venezuela esa Administración Local
más inmediata al ciudadano, no cabe duda, que está representada por el
Municipio.
En
Venezuela el Municipio se ha visto disminuido en la capacidad de ejercer las competencias
que la Constitución le otorga, y ha perdido progresivamente importantes niveles
de capacidad efectiva para ordenar y gestionar, de manera directa y bajo su
responsabilidad, parte importante de los asuntos públicos locales.
El
diseño legal del Estado Comunal que impone el gobierno, aún cuando no ha
logrado funcionar, ha sido excusa para ir restringiendo aún más la autonomía
local, que de por sí, en Venezuela siempre ha sido limitada, favoreciendo así,
a un proceso de recentralización del Poder.
Para
poder hablar de democracia local en Venezuela, se hace necesario que con la
participación electoral logremos elegir a Alcaldes y Concejales capaces de
reconstruir las relaciones entre el municipio como entidad local y sus
ciudadanos, ello exige recuperar el valor del Municipio, de sus instituciones y
redefinir el significado de representación política, para que de manera
incluyente los Alcaldes y Concejales puedan reordenar esas relaciones locales,
y así recuperar el orden, la tranquilidad social y la cohesión social que hemos
perdido.
El
Concejo Municipal es el espacio plural y democrático para el debate de los
asuntos públicos, son los Concejales los responsables de hacer sentir que la
voz y los intereses de sus electores son importantes. En manos de
estos representantes electos, queda la oportunidad de atraer al ciudadano a los
asuntos públicos y a la política local. Las herramientas de
participación como la consulta de ordenanza, las comisiones permanentes y el
derecho de palabra en las sesiones ordinarias del Concejo Municipal, son sólo 3
de los mecanismos útiles, políticos y prácticos existentes para hacer una labor
política orientada a reconstruir ciudadanía y recuperar la cohesión
social perdida.
El
Concejo Municipal se convierte en una pieza clave para reconstruir las
relaciones entre el poder central y las entidades locales, pues el debate de
los asuntos públicos en el marco de su proceso legislativo natural permite
poner en la agenda política el tema de una mayor autonomía local y contribuye a
ir delineando ese diseño descentralizado que la Constitución de 1999, reeditada
en el 2000 exige.
La
labor política de un Concejal tiene que ir, hoy más que nunca, orientada a
brindar espacios y oportunidades para que el ciudadano a través de su propia
experiencia entienda y valore el rol de la representación política local, del
Concejo Municipal y así logre comprender la importancia de la Democracia Local.
Hoy
los vecinos prácticamente desconocen la existencia del Concejo Municipal, y en
consecuencia desconocen a sus concejales, el Alcalde se lleva el mayor
reconocimiento público, cuando es una figura novedosa en la realidad política
venezolana, frente a la tradición histórica de los Concejales.
La
separación de las elecciones para Alcaldes y Concejales del año 2000, y
que se mantuvo en el 2005, lejos de fortalecer al Municipio lo debilitó, pues
evidenció el poco interés del ciudadano en el Concejo Municipal, recordemos que
para el 2000 la abstención fue de 76% y en el 2005 fue de 69%, ese nivel de
indiferencia justifica en parte que el gobierno central sin mucha resistencia
haya podido suspender las elecciones para concejales en el año 2009 y luego en
el 2010, pasando por encima de quienes ejercen la soberanía popular.
El
reto de las elecciones 2013 está en gran medida, en manos de
nosotros los electores, pues nuestro voto, nuestra participación
y nuestra exigencia cívica a conocer nuestros candidatos, oirles y
reclamarles compromiso por la defensa del Municipio, permitirá
identificar, principalmente a aquél Concejal que haya
demostrado habilidad y capacidad para servir como facilitador político en la
reconstrucción de esas relaciones diferentes e interdependientes -mencionadas
al inicio de este escrito- para lograr aproximarnos a una
Democracia Local que junto a la gestión del Alcalde, nos
permita experimentar el valor de la libertad, sentirnos ciudadanos
y comprender el valor de la Democracia.
[1] TATARENKO, Aliana y TERRIEN, Oliver. El Sello Europeo de Excelencia en materia de
Gobernanza, una herramienta del Consejo de Europa al servicio de la gobernanza
local. En: Revista Democracia y Gobierno Local. Fundación
Democracia y Gobierno Local. No. 20 Primer trimestre 2013. P. 15.
[2] Rendicionesdecuenta.es.
¿Qué es una Entidad Local?. Recuperado el 8 de noviembre
2013. Online en: http://www.rendiciondecuentas.es/es/informaciongeneral/entidadeslocales/EntidadLocal.html
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