José Luis Farías 10 de marzo de 2014
@fafiasjoseluis
Corto y
picante:
I.-
Ajá, ¿y ahora qué viene? No se avisora
desenlace inmediato. No se ofrecen explicaciones convincentes. Ni siquiera orientaciones
que encarrilen la lucha ¿Hacia dónde evolucionará la protesta? Se afirma que lo
peor de las consecuencias de la crisis económica en cuanto a escasez, inflación
y desempleo está por verse ¿El objetivo político de la protesta se encontrará
con el aspecto social?
La insurrección popular todavía está
por venir. No me llamen aguafiestas. Deseos no empreñan. La crisis del viernes
negro del 18 de febrero de 1983 reventó con fuerza solo seis años después, el
27 de febrero de 1989. La crisis militar, el 4 de febrero de 1992. Y la crisis
política estalló en mayo del 93 con la salida de Carlos Andrés Pérez. Y pese a
lo que se crea ninguno fue espontáneo, ni siquiera el Caracazo. Las condiciones
objetivas por si solas no son garantía de que la historia tenga un determinado
rumbo. El Muro de Berlín fue derrumbado después de una larga crisis y una
intensa conspiración que incluyó, entre otros, a Reagan, Bush, Margaret
Thacher, el Papa, Gorvachov y a un pueblo decidido a echarlo abajo. El régimen
de Maduro y su camarilla intenta desesperadamente ocultar el sustrato material
del descontento y frenar su derrumbe. De la "guerra económica" ha
pasado a culpar a la guarimba del desabastecimiento, al tiempo que
contradictoriamente dice que las manifestaciones es en el 2% de los municipios
del país. ¿Cómo explicar que la protesta en el 2% desabastece al 100% del país?
Manipulación propagandística extendida con un llamado a la paz, seguido de una
orden a los colectivos armados a "apagar candelita que se prende",
burdo eufemismo para ordenar el ataque represivo. Llamado desesperado al
diálogo para ganar tiempo que compra "dialogantes" siempre dispuestos
al mejor postor ¿El juego está trancado? Todas son preguntas pertinentes.
Se dice que si la protesta no se llena
de contenido social, ocupa los espacios populares y se desplaza hacia los
poderes públicos con la gente de Catia, el 23 de Enero, La Vega y Petare en la
calle asediando los símbolos del poder, se estancará en su forma de guarimba,
se desgastara en el patio de la casa por cansancio o por el enfrentamiento
entre vecinos hastiados del encierro, en una especie de ghettos. La guarimba o
se replantea y evoluciona o se muere. La fuerza de la clase media no es
suficiente para dar al traste con el régimen. El sistema político colombiano ha
sabido subsistir con 60 años de guerrilla, paramilitarismo y narcotráfico. El
chavismo lleva 15 años en el poder pese a tener en contra más de la mitad de la
población. ¿Podrá vivir con la guarimba? No parece imposible.
II.-
La protesta consecutiva en Venezuela
ya alcanza un mes. La salvaje represión del régimen de Maduro suma 20 muertos
(11 de balas), más de 300 heridos, 1.300 detenidos, numerosos torturados y violados, allanamiento de hogares sin orden
judicial y demás abusos y violaciones de los derechos humanos y no logra
devolver a los estudiantes a sus centros de estudios ni a los ciudadanos a sus
hogares.
La incertidumbre sobre hacia dónde
conducirá al país toda esta jornada que, pese al pacifismo en su convocatoria,
la acción de los cuerpos represivos torna en violenta, se extiende en la
mentalidad colectiva. Los opinadores dentro y fuera del país se alinean en las
dos tendencias políticas en pugna dentro de la oposición y la gente se enerva.
La representada por Leopoldo López que puja por la "salida" inmediata
de Maduro del poder y la encarnada por Henrique Capriles que convoca a la lucha
por la reivindicación económica y social que incorpore a los vastos sectores
populares aún de espectadores en la lucha. Los primeros cantándole a la lucha
callejera y los segundos a la protesta organizada que toque las barriadas
populares y acumule fuerzas para próximos eventos políticos. En la práctica,
por ahora, ninguna se ha orientado a asediar los centros de poder que es hacia
donde, al parecer, pudiera tener sentido la evolución de la protesta, al
apuntar contra quienes gobiernan.
En el común, muchos debaten entre la
salida pacífica y la alternativa violenta. Igual con irracionalidad como con
sensatez, insultos e ideas se confunden. También si jurungamos en la historia,
encontraremos buenos argumentos de lado y lado. Por ejemplo en contra de la
primera vale recordar a Ghandi, no en sus argumentos sino ridiculizado por
George Orwel cuando explicaba que el pacifismo solo podía tener éxito contra un
país como Gran Bretaña, "al que la legalidad democrática obligaba a actuar
dentro de ciertos límites. ¿Hubiera sido exitoso contra un Hitler o un Stalin a
los que nada impedía cometer genocidios?". Comentando a Orwell, recordaba
Mario Vargas Llosa que "poner la otra mejilla puede tener un alto
significado moral, pero carece totalmente de eficacia frente a regímenes
totalitarios. Hay circunstancias en que la única manera de defender la
libertad, la libertad humana o la supervivencia es oponiendo la violencia a la
violencia". Pero la otra, la violenta, también ha llevado lo suyo si
recordamos, por caso, a Stefan Zweig cuando de vuelta del frente oriental,
durante la primera guerra mundial a Viena escribió en su obra de teatro
pacifista, Jeremías, "había reconocido al enemigo contra el que debía
luchar: el heroísmo falso que prefiere enviar a otros al sufrimiento y la
muerte, el optimismo barato de los profetas sin conciencia, tanto políticos
como militares, que, prometiendo descaradamente la victoria, prolongan la
guerra, y detrás de ellos el coro a sueldo, los "creadores de palabras de
guerra", como los ha ridiculizado Werfel en su hermoso poema".
III.-
Las opiniones externas también
reflejan las dos posiciones políticas opositoras internas. El ex-guerrillero
salvadoreño Joaquín Villalobos llama a que "la oposición no debe
inventarse una insurrección, sino llegar a ser mayoría" y Mario Vasgas Llosa
le opone: "Venezuela ya no es un país democrático y la gran movilización
popular es para que haya todavía elecciones de verdad en ese país y no rituales
operaciones circenses como son las de Cuba".
Mientras se debate, según sea la
información, el lente o el interés, en Caracas la lucha de calle no trasciende
los espacios de las llamadas guarimbas al este de la ciudad, no es así en
importantes ciudades del interior (San Cristóbal, Mérida, Valencia, Maracaibo,
Barcelona) por lo que la medida del conflicto no la da la capital de la
república, aunque su peso es fundamental a la hora del destino de los
acontecimientos. Quienes insisten en que la protesta debe ser económico -
social y apuntan hacia no precipitar los hechos, que, es el caso de la mayoría
de los partidos agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática, se han quedado
en el enunciado, en fallidas experiencias o en la comodidad de las
declaraciones. Y por supuesto, como dicen en los deportes, a "quien no
hace le hacen". El espacio político dejado por el quietismo y el
burocratismo de la MUD fue ocupado por el sector que promueve la llamada
#salida encabezado por Leopoldo y María Corina Machado.
Pero ¿qué hacer?. En conjunto, la
protesta iniciada a comienzos de febrero por lo estudiantes puso en evidencia
un gobierno sin brújula, represivo y creó un clima de ingobernabiidad del cual
tampoco hay signos de que el país pueda recuperarse en corto tiempo.
Una tarea prioritaria es la defensa de
los estudiantes. A centenares de muchachos, que siguen detenidos o no, se le
han instruido causas en los tribunales que constituyen verdaderos cepos
judiciales obligándolos a no participar de protestas, no declarar y a régimen
de presentación ante un sistema judicial corrupto. Toda una afrenta demasiado
grande y abusiva como para que los jóvenes permanezcan tranquilos o para que la
sociedad democrática los abandone. Los agentes represivos que han asesinado,
torturado o violado deben pagar y los expedientes levantados deben ser
eliminados.
En el este, debe afianzarse el debate
en la asamblea ordenada para desterrar el insulto y el tumulto que pretenden
imponer la pasión sobre la razón. Dejo claro que la protesta no puede
detenerse, pero la movilización de calle debe reorientarse. El esfuerzo puesto
en hacer una guarimba pudiera más bien invertirse en visitas a los mercados
populares de Catia, Quinta Crespo, Guaicaipuro o Petare. En vez de
movilizaciones que partan del este promover que arranquen desde el oeste.
Sustituir las concentraciones en el este por las visitas para volantear y
llevar un mensaje y una invitación a la lucha a los trabajadores en las
fábricas de la Yaguara, de Boleíta, Los Ruices, Guarenas y Guatire y de las
zonas industriales que se mantienen en pie en el resto del país después de la
oleada expropiadora del régimen. Organizar grandes marchas que desde diversos
puntos de la ciudad avancen hacia los poderes públicos en el centro de Caracas
o en las grandes ciudades. Solo así se estaría dando un salto cualitativo en la
protesta para no dejar encerrada a la gente que apoya el cambio democrático en
sus propias urbanizaciones. En las guarimbas hay tantos infiltrados del régimen
como en twitter. Maduro se prepara para cuando el malestar estalle en Catia, ya
tiene el discurso. "El imperio ha sembrado la conspiración en las zonas
liberadas por la revolución, debemos actuar con mano dura para proteger a
nuestro pueblo de las ideas capitalistas", dirá. En Caracas el norte está
en el oeste, en Valencia y Maracay en el sur y así sucesivamente.
@fafiasjoseluis
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