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viernes, 14 de marzo de 2014

Guerra asimétrica, Vladimiro Mujica


Por Vladimiro Mujica, 13/03/2014

El término guerra asimétrica comenzó a ser usado en Venezuela durante el período de Chávez para referirse a una nueva doctrina de la FAN, según la cual era necesario prepararse para enfrentar una agresión imperialista contra la patria a través de una estrategia que involucraba también a la milicia y a las organizaciones populares. Poco imaginábamos los venezolanos que el verdadero significado del término se haría evidente cuando el gobierno decidiera usar la represión armada contra la protesta popular.

Como ya ha sido extensamente disecado en varios artículos recientes, la prostitución y la tergiversación del lenguaje son prácticamente marcas de fábrica del esquema de control social que imponen los regímenes totalitarios, independientemente de su signo político. Los venezolanos hemos tenido una ración intensa de esta práctica y creo que mucha gente entiende perfectamente que cuando la oligarquía chavista habla de paz se refieren en verdad a la violencia o la paz impuesta; cuando hablan de abastecimiento seguro se trata de la gerencia de la escasez creada por ellos mismos y cuando se menciona la verdad debe interpretarse como la realidad a la medida de sus designios construida sobre la base de la hegemonía comunicacional.

Un mes de conflicto nacional le ha abierto los ojos al país y al mundo acerca de la naturaleza represiva y violenta del régimen venezolano. A pesar de la inacción frustrante y cómplice de muchas de las organizaciones internacionales que tienen la responsabilidad de velar por el respeto a los derechos humanos, el efecto de las imágenes de los asaltos coordinados entre la fuerza pública y los colectivos armados, de las decenas de muertos, los centenares de heridos y los miles de atropellados y detenidos ha sido devastador para la imagen de gobierno democrática y progresista que el chavismo había custodiado y construido durante más de una década. El mensaje ha corrido como pólvora por todo el planeta a pesar de la censura y la mordaza informativa: Venezuela está bajo el control de un régimen violador de los derechos humanos y que ampara la tortura y la represión violenta contra la protesta pacífica ciudadana que está expresamente garantizada en la Constitución. De hecho, cada vez se hacen más tenues las diferencias entre el caso venezolano y los ejemplos de gobiernos gorilas militaristas que han azotado inclementemente a Latinoamérica.

La guerra asimétrica incluye el uso de bandas civiles armadas como agentes de la represión y prácticas extremadamente brutales y violentas destinadas a infundir terror en la población. La conclusión triste y lamentable de que buena parte de esta brutalidad exacerbada obedece a la influencia del castrismo cubano en Venezuela es difícil de evitar. La sobrevivencia económica y política del régimen cubano está indisolublemente asociada a la supervivencia de la revolución bolivariana, de modo que los venezolanos se enfrentan no solamente a un gobierno sordo a las demandas de su pueblo sino a una suerte de cogobierno La Habana-Caracas que cada vez se ejerce de modo más descarado.

Parece claro que la decisión del gobierno es aplastar la protesta popular antes de que la misma se convierta en una resistencia generalizada donde terminen por encontrarse las acciones motivadas políticamente con el malestar por la situación económica y social y de inseguridad del país. El gobierno sabe perfectamente que el malestar se está extendiendo a los sectores populares y le temen a la convergencia que se anuncia en el horizonte. En más de un modo la oligarquía chavista está intentando evitar que se le venga encima la tormenta perfecta del descontento popular.

La alternativa democrática no puede ganar la guerra asimétrica por métodos violentos porque las armas están de un solo lado. La posibilidad de una guerra civil en Venezuela, algo que sería catastrófico para la nación, solamente existe si se divide la FAN. Mientras tanto estamos en presencia de una agresión unilateral del régimen contra ciudadanos desarmados. Pero más allá de si es posible vencer en un conflicto, está algo más importante: un enfrentamiento entre venezolanos sería muy destructivo para el país y hay que evitarlo a toda costa. Como lo ha enfatizado el movimiento estudiantil, y toda la dirigencia opositora, es indispensable mantener la defensa de la Constitución como norte y el carácter pacífico de la resistencia ciudadana. La rebelión de la gente que se continúa gestando en el país defiende los valores de la paz pero con dignidad, democracia y libertad. No la paz impuesta a golpes y violencia que pretende el chavismo.

El tema de las guarimbas y de los excesos que se han cometido del lado opositor por desesperación o por una pobre evaluación del momento político y la fortaleza del movimiento, no puede ser analizado como si se tratara del problema central.

La gente está en su derecho a protestar y existen muchos motivos para protestar en un país que se encuentra en una situación penosa económica y social.

Por otro lado, la dirigencia estudiantil y opositora está en la obligación de proveer al movimiento de liderazgo, estrategia, visión y lenguaje. Si se entiende esto entonces los excesos pueden ser corregidos y se puede mantener la protesta pacífica y la movilización del país conjuntamente con el llamado a un diálogo verdadero.

En la medida en que se avance en propiciar la convergencia entre la protesta de los sectores de clase media y los sectores populares, esa protesta será indetenible a pesar de la represión y la brutalidad salvaje del gobierno. Y aunque son enormes las dificultades para lograrlo, esa tormenta perfecta debe ser organizada y pacífica porque de la misma puede surgir el verdadero diálogo al que la oligarquía chavista será llevada únicamente cuando su poder se vea realmente amenazado. La necesidad de corregir los excesos no debe confundirse con desestimar la valoración de los enormes logros que la protesta popular ha alcanzado. Es casi imposible predecir cómo terminarán los acontecimientos en Venezuela, pero la posibilidad de evitar el tránsito irreversible hacia un régimen de bota militar dependerá de la fortaleza que el movimiento popular de protesta preserve después de estos días de tragedia y valor de nuestros estudiantes.

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