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sábado, 15 de marzo de 2014

¿Ingobernabilidad?

Miguel Méndez Rodulfo Caracas, 14 de marzo de 2014

Las protestas estudiantiles que ya arribaron al mes no han podido ser controladas por el gobierno, por lo que muy a la cubana, proceden a infiltrarlas. A pesar de la feroz represión de la Guardia Nacional Bolivariana el movimiento protestatario ha continuado y sigue allí sin desmayo. Al contrario de lo que el gobierno suponía, los reclamos de los estudiantes no han dado tregua y poco a poco se esparcen por toda la geografía nacional. Ya el foco no es solamente Chacao, sino que en Los Ruices hubo enfrentamientos tan serios que causaron múltiples destrozos en edificios y vehículos, así como dos personas lamentablemente fallecidas. Otras zonas de la capital, no solamente del este de la ciudad, han protestado y colocado guarimbas. Las protestas de San Cristóbal, Mérida, Valencia, Barquisimeto, Carora, San Antonio de los Altos, Lecherías, Puerto Ordaz,  etc., comprueban que el movimiento se expande, en vez de contraerse como quisiera el régimen.

La estrategia política que el gobierno ha utilizado para enfrentar a los reclamos estudiantiles, ha demostrado carecer de efectividad. La represión por sí misma no ha logrado contener la protesta y por el contrario ha desenmascarado los verdaderos propósitos totalitarios que se persiguen desde el poder, lo que le ha traído el costo político de dañar seriamente su imagen internacional construida a fuerza de dinero y con un discurso que suponía el respeto a los derechos humanos. El argumento sugerido por Maduro de que todo aquel que tranque el paso de una calle, tire piedras a la policía desafíe a la GNB o, en caso extremo, promueva actos vandálicos contra edificios públicos, se hace acreedor de castigos corporales, merece total repudio de la sociedad, como efectivamente distintos gobiernos extranjeros se lo han hecho saber al ejecutivo Nacional. Aunque la Constitución habla de manifestaciones pacíficas, muy pocas protestas se saldan sin incidentes; además el propio equipamiento antimotines, (los aditamentos tipo robocop) se usan como una manera de evitar las piedras, botellas, molotov, etc., que lanzan los manifestantes. De manera que la protección que usa la policía o la guardia, es un reconocimiento implícito de que las protestas generalmente tienen un componente agresivo. Eso es así en todas partes del mundo, sin que los ciudadanos de otros países sean salvajemente golpeados, sin que los rocíen con gasolina y amenacen con prenderles fuego, sin que los envuelvan en una colchoneta y los apaleen sin dejar morados, sin que sean violados y sin que les disparen perdigones al rostro causándoles la pérdida de un ojo, cuando no ocasionándoles la muerte.

Por otra parte, y saliéndonos de las protestas sociales que hoy convulsionan al país y que indudablemente son el mayor factor de desestabilización que ocurre en Venezuela desde 2003, el panorama económico es también muy desolador. La inflación camina a sus anchas con el Sicad II, por lo que ya se está promoviendo una segunda devaluación, en menos de dos meses, algo terrible que sentiremos muy pronto en el nivel de precios; pero, el desabasto como lo conocemos hoy será mucho más grave en el corto plazo. Ya no será un problema solamente de la harina pan, la harina de trigo, el mazeite, la carne, el pollo, el azúcar, el café, las servilletas, el papel higiénico, las medicinas, el gas de bombonas, etc., sino que los inventarios para envasar y empaquetar productos han llegado a límites críticos que sólo garantizan producción de bienes de consumo por muy pocos meses. Los repuestos, cauchos, baterías, químicos, etc., no tienen dólares garantizados para su importación. En una economía en la que se quebró intencionalmente al sector productivo y todo hay que importarlo, el problema es que un gobierno altamente deficitario que no tiene dólares sino para sufragar la campaña electoral del FMLN en El Salvador, no puede abastecer las despensas de los venezolanos. Así ¿podrá seguir gobernando?

Miguel Méndez Rodulfo

Caracas, 14 de marzo de 2014

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