Miguel Méndez Rodulfo Caracas,
14 de marzo de 2014
Las protestas estudiantiles que ya
arribaron al mes no han podido ser controladas por el gobierno, por lo que muy
a la cubana, proceden a infiltrarlas. A pesar de la feroz represión de la
Guardia Nacional Bolivariana el movimiento protestatario ha continuado y sigue
allí sin desmayo. Al contrario de lo que el gobierno suponía, los reclamos de
los estudiantes no han dado tregua y poco a poco se esparcen por toda la
geografía nacional. Ya el foco no es solamente Chacao, sino que en Los Ruices
hubo enfrentamientos tan serios que causaron múltiples destrozos en edificios y
vehículos, así como dos personas lamentablemente fallecidas. Otras zonas de la
capital, no solamente del este de la ciudad, han protestado y colocado
guarimbas. Las protestas de San Cristóbal, Mérida, Valencia, Barquisimeto,
Carora, San Antonio de los Altos, Lecherías, Puerto Ordaz, etc., comprueban que el movimiento se
expande, en vez de contraerse como quisiera el régimen.
La estrategia política que el gobierno
ha utilizado para enfrentar a los reclamos estudiantiles, ha demostrado carecer
de efectividad. La represión por sí misma no ha logrado contener la protesta y
por el contrario ha desenmascarado los verdaderos propósitos totalitarios que
se persiguen desde el poder, lo que le ha traído el costo político de dañar
seriamente su imagen internacional construida a fuerza de dinero y con un
discurso que suponía el respeto a los derechos humanos. El argumento sugerido
por Maduro de que todo aquel que tranque el paso de una calle, tire piedras a
la policía desafíe a la GNB o, en caso extremo, promueva actos vandálicos
contra edificios públicos, se hace acreedor de castigos corporales, merece
total repudio de la sociedad, como efectivamente distintos gobiernos
extranjeros se lo han hecho saber al ejecutivo Nacional. Aunque la Constitución
habla de manifestaciones pacíficas, muy pocas protestas se saldan sin
incidentes; además el propio equipamiento antimotines, (los aditamentos tipo
robocop) se usan como una manera de evitar las piedras, botellas, molotov,
etc., que lanzan los manifestantes. De manera que la protección que usa la
policía o la guardia, es un reconocimiento implícito de que las protestas
generalmente tienen un componente agresivo. Eso es así en todas partes del
mundo, sin que los ciudadanos de otros países sean salvajemente golpeados, sin
que los rocíen con gasolina y amenacen con prenderles fuego, sin que los
envuelvan en una colchoneta y los apaleen sin dejar morados, sin que sean
violados y sin que les disparen perdigones al rostro causándoles la pérdida de
un ojo, cuando no ocasionándoles la muerte.
Por otra parte, y saliéndonos de las
protestas sociales que hoy convulsionan al país y que indudablemente son el
mayor factor de desestabilización que ocurre en Venezuela desde 2003, el
panorama económico es también muy desolador. La inflación camina a sus anchas
con el Sicad II, por lo que ya se está promoviendo una segunda devaluación, en
menos de dos meses, algo terrible que sentiremos muy pronto en el nivel de
precios; pero, el desabasto como lo conocemos hoy será mucho más grave en el
corto plazo. Ya no será un problema solamente de la harina pan, la harina de
trigo, el mazeite, la carne, el pollo, el azúcar, el café, las servilletas, el
papel higiénico, las medicinas, el gas de bombonas, etc., sino que los
inventarios para envasar y empaquetar productos han llegado a límites críticos
que sólo garantizan producción de bienes de consumo por muy pocos meses. Los
repuestos, cauchos, baterías, químicos, etc., no tienen dólares garantizados
para su importación. En una economía en la que se quebró intencionalmente al
sector productivo y todo hay que importarlo, el problema es que un gobierno
altamente deficitario que no tiene dólares sino para sufragar la campaña
electoral del FMLN en El Salvador, no puede abastecer las despensas de los
venezolanos. Así ¿podrá seguir gobernando?
Caracas, 14 de marzo de 2014
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