VÍCTOR SALMERÓN lunes 3 de marzo de 2014
El desajuste que experimenta el país
en materia cambiaria ha alcanzado niveles récord. Al cierre del 28 de febrero
la brecha entre el tipo de cambio oficial de 6,30 bolívares por dólar y el
precio del billete verde en el mercado paralelo se situó en 1.200%, una
magnitud nunca vista en la historia de los controles y que tiene consecuencias
importantes.
Un diferencial tan grande entre el tipo de cambio oficial de 6,30 bolívares y el paralelo se traduce en que la demanda por los dólares baratos es prácticamente infinita y el acceso a estas divisas es lento, difícil y propenso a la corrupción.
Además el dólar paralelo es utilizado como guía por las empresas y comercios al momento de calcular los costos de reposición y los precios de una amplia gama de productos y servicios toma impulso.
Este es uno de los factores que explica por qué en los últimos doce meses la inflación se ha acelerado al punto que registra un salto de 56,3%, mientras que la demanda de divisas baratas y la asignación de las mismas a empresas de maletín hizo que colapsara Cadivi.
En realidad es una historia repetida. Entre 1983-1989 el gobierno de Jaime Lusinchi mantuvo un control de cambio administrado por la oficina del Régimen de Cambios Diferenciales (Recadi) y el dólar oficial saltó desde 4,3 bolívares hasta 39,3 bolívares y la inflación, una vez fue levantado el control, se disparó hasta 81%.
Entre 1994-1996 el gobierno de Rafael Caldera instauró otro control de cambio, administrado por la Oficina Técnica de Administración Cambiaria (OTAC) y nuevamente, el bolívar sufrió una enorme devaluación porque al levantarse el control el tipo de cambio oficial se alineó con el paralelo, mientras que la inflación batió el record de 100%.
El trío
Para contener el ascenso del dólar paralelo el Gobierno se dispone a abrir un nuevo mercado, el Sicad II, donde de acuerdo con el vicepresidente para el Area Económica, Rafael Ramírez, el billete verde fluctuará libremente de acuerdo a la oferta y la demanda.
El Sicad II actuaría, al igual que el Sicad, como un mecanismo complementario. Analistas consideran que si efectivamente no hay restricciones para la compra la demanda que no es satisfecha por los canales regulares tendrá un cauce y el dólar paralelo dejaría de existir, aparte de descender.
Pero la disparada del dólar paralelo ha sido de tal magnitud que las proyecciones más optimistas de entidades financieras como Bank of America apuntan a que como mínimo el dólar se situará en torno a 25 bolívares en el Sicad II.
En consecuencia la economía pasaría a contar tres tipos de cambio. El preferencial de 6,30 bolívares, el del Sicad que hasta ahora ha fluctuado entre 11 y 12 bolívares y el Sicad II, cercano a los 25 bolívares.
El campo seguiría siendo fértil para las distorsiones. El profesor del IESA, Richard Obuchi, explica que "con este diferencial de precios entre los tres tipos de cambio continuarán los incentivos para la corrupción, además de la demanda elevada por las divisas más baratas y la lentitud en las asignaciones".
En el lado positivo el Sicad II permitiría que Pdvsa vendiera dólares a un precio superior, algo que aumentaría los ingresos del Gobierno y disminuiría el déficit en las cuentas públicas.
En un reporte fechado el 25 de marzo el analista de Bank of America, Francisco Rodríguez, proyecta que "la tasa de cambio resultante en el Sicad II inicialmente podría estar en un rango entre 25 y 40 bolívares por dólar, generando una devaluación entre 43 y 57% del tipo de cambio promedio y reduciendo el déficit a un dígito".
Si el Sicad establece un tipo de cambio de 25 bolívares el déficit en las cuentas públicas disminuiría desde 14% del PIB hasta 9,2%.
Otro factor a tomar en cuenta es que el traspaso de empresas que están recibiendo divisas a 6,30 bolívares para la tasa del Sicad II significaría una importante devaluación que tendría efectos inflacionarios y que tendría que ser reconocidos por la Ley de Costos.
Un diferencial tan grande entre el tipo de cambio oficial de 6,30 bolívares y el paralelo se traduce en que la demanda por los dólares baratos es prácticamente infinita y el acceso a estas divisas es lento, difícil y propenso a la corrupción.
Además el dólar paralelo es utilizado como guía por las empresas y comercios al momento de calcular los costos de reposición y los precios de una amplia gama de productos y servicios toma impulso.
Este es uno de los factores que explica por qué en los últimos doce meses la inflación se ha acelerado al punto que registra un salto de 56,3%, mientras que la demanda de divisas baratas y la asignación de las mismas a empresas de maletín hizo que colapsara Cadivi.
En realidad es una historia repetida. Entre 1983-1989 el gobierno de Jaime Lusinchi mantuvo un control de cambio administrado por la oficina del Régimen de Cambios Diferenciales (Recadi) y el dólar oficial saltó desde 4,3 bolívares hasta 39,3 bolívares y la inflación, una vez fue levantado el control, se disparó hasta 81%.
Entre 1994-1996 el gobierno de Rafael Caldera instauró otro control de cambio, administrado por la Oficina Técnica de Administración Cambiaria (OTAC) y nuevamente, el bolívar sufrió una enorme devaluación porque al levantarse el control el tipo de cambio oficial se alineó con el paralelo, mientras que la inflación batió el record de 100%.
El trío
Para contener el ascenso del dólar paralelo el Gobierno se dispone a abrir un nuevo mercado, el Sicad II, donde de acuerdo con el vicepresidente para el Area Económica, Rafael Ramírez, el billete verde fluctuará libremente de acuerdo a la oferta y la demanda.
El Sicad II actuaría, al igual que el Sicad, como un mecanismo complementario. Analistas consideran que si efectivamente no hay restricciones para la compra la demanda que no es satisfecha por los canales regulares tendrá un cauce y el dólar paralelo dejaría de existir, aparte de descender.
Pero la disparada del dólar paralelo ha sido de tal magnitud que las proyecciones más optimistas de entidades financieras como Bank of America apuntan a que como mínimo el dólar se situará en torno a 25 bolívares en el Sicad II.
En consecuencia la economía pasaría a contar tres tipos de cambio. El preferencial de 6,30 bolívares, el del Sicad que hasta ahora ha fluctuado entre 11 y 12 bolívares y el Sicad II, cercano a los 25 bolívares.
El campo seguiría siendo fértil para las distorsiones. El profesor del IESA, Richard Obuchi, explica que "con este diferencial de precios entre los tres tipos de cambio continuarán los incentivos para la corrupción, además de la demanda elevada por las divisas más baratas y la lentitud en las asignaciones".
En el lado positivo el Sicad II permitiría que Pdvsa vendiera dólares a un precio superior, algo que aumentaría los ingresos del Gobierno y disminuiría el déficit en las cuentas públicas.
En un reporte fechado el 25 de marzo el analista de Bank of America, Francisco Rodríguez, proyecta que "la tasa de cambio resultante en el Sicad II inicialmente podría estar en un rango entre 25 y 40 bolívares por dólar, generando una devaluación entre 43 y 57% del tipo de cambio promedio y reduciendo el déficit a un dígito".
Si el Sicad establece un tipo de cambio de 25 bolívares el déficit en las cuentas públicas disminuiría desde 14% del PIB hasta 9,2%.
Otro factor a tomar en cuenta es que el traspaso de empresas que están recibiendo divisas a 6,30 bolívares para la tasa del Sicad II significaría una importante devaluación que tendría efectos inflacionarios y que tendría que ser reconocidos por la Ley de Costos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico