ANTONIO MARIA DELGADO 07 de marzo de 2014
El régimen de Nicolás Maduro ha
recurrido al uso de grupos paramilitares -muchas veces conformados por
guerrilleros urbanos y delincuentes- para reprimir las manifestaciones de
protesta emprendidas en su contra, en parte debido a la negativa de agentes del
orden público de cumplir con las órdenes de redoblar la violencia contra los
civiles, afirmaron analistas y personas familiarizadas con la situación.
“Ha transcendido que algunos oficiales
se están negando a actuar de esa manera”, señaló Roberto Briceño León, director
del Observatorio Venezolano de la Violencia.
“Y son ellos [los paramilitares] los
que se están encargando del trabajo sucio. Llevan ya algún tiempo cumpliendo
con esa función. Son gente que cree en las armas, que cree en la lucha armada”,
agregó Briceño desde Caracas.
El uso de los paramilitares está
generando el temor de que el país caiga en una espiral de violencia.
“Lo que puede ocurrir en choques
armados entre compatriotas, al pretender desmovilizar a los ciudadanos mediante
el terror, es que se estén sembrando, con pasmosa irresponsabilidad, las
semillas de la guerra civil”, alertó Ramón Guillermo Aveledo, secretario
ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática (MUD).
“[Hay que] detener la escalada de
insensatez antes de que sea demasiado tarde […] Si se le ocurre al gobierno que
pisando el acelerador de la intolerancia y la violencia es como va a controlar
la situación, hay que advertirle de que la puerta que están abriendo es a la
agudización, extensión y profundización de la crisis”, sostuvo.
La crisis se ha estado profundizando
aceleradamente desde que comenzó hace un mes.
Desde un inicio, Maduro procedió a
utilizar una fuerza excesiva para contener las manifestaciones, con acciones
que han dejando hasta el momento un saldo de 21 muertos, más de 260 heridos y
más de mil detenidos, incluyendo al líder opositor Leopoldo López.
Pero fue esta semana cuando Maduro y
el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, declararon que la
punta de lanza de la represión ahora pasaba a ser conformadas por las bandas
armadas del chavismo.
“Candelita que se prenda, candelita
que se apaga” declaró Maduro, ordenando la activación de lo que llamó “las
unidades de batalla Bolívar-Chávez” para hacerles frente a los manifestantes.
Para el analista Esteban Gerbasi,
familiarizado con temas de seguridad en el país petrolero, esa declaración
suena preocupantes campanadas de alarma para la sociedad venezolana.
“El llamado que hizo Maduro es la
mejor demostración de que Venezuela está sometida al terrorismo de Estado”,
comentó Gerbasi en Miami.
“Lo que vimos es gravisimo. Vimos al
presidente de la República y el presidente de la Asamblea [Diosadado Cabello] a
llamar a grupos paramilitares ilegales a tomar primero la seguridad por sus
manos y segundo los llamaron a que agredieran a los civiles que estaban
protestando”, enfatizó.
Maduro está soltando sobre una
población desarmada las hordas de estas agrupaciones acostumbradas al uso de la
violencia, y esa es la razón por las que abundan en las redes sociales
evidencia de crímenes de lesa humanidad cometidas contra los manifestantes,
dijo el asesor político.
Briceño explicó que el uso de estas
agrupaciones para reprimir a las manifestaciones es una invitación abierta a la
violencia.
Para empezar, se trata de jóvenes
revolucionarios y en algunos casos de delincuentes que están dispuestos a
derramar sangre, a diferencia de lo que podría ser la actuación de un agente
del orden que en teoría está adiestrado para administrar el uso de la
violencia.
El funcionario, además, está en
obligación de seguir un reglamento y podría ser sancionado si los incumple o si
comete algún exceso.
“Pero ese no es el caso de los grupos
paramilitares, quienes muchas veces se desplazan en motos fuertemente armados y
con sus rostros cubiertos”, explicó Briceño.
Bajo la retórica del chavismo, los
integrantes de los colectivos son representantes de la Revolución Bolivariana
encargados de realizar labores de activismo en los barrios.
Pero ése no es el papel que
tradicionalmente ha jugado.
Personifican, más bien, la Espada de
Damocles que cuelga sobre la civilidad de la política venezolana, dijo Natalia
Brandler, directora del Groupe d’Études sur l’Amérique Latine (GEPAL), quien ha
estado estudiando el fenómeno.
Son la amenaza latente de que la
revolución socialista emprendida por el fallecido presidente Hugo Chávez cuenta
con armas para su defensa que no están necesariamente en manos de sus soldados
y policías, agregó desde París.
Patricia Andrade, presidente de la ONG
Venezuela Awareness Foundation (VAF), expresó alarma por la manera en que
integrantes de los colectivos están siendo empleados para reprimir y perseguir
a los manifestantes.
“Esto es gravísimo. Ya no estamos
hablando de los abusos de las Fuerzas Armadas, sino que estamos hablando de los
abusos de integrantes de los colectivos, que en el fondo se trata de
guerrilleros protegidos por el régimen”, señaló Andrade en Miami.
“Lo que estamos viendo es algo muy
preocupante. Estamos viendo lo que en esencia son delincuentes y viejos
integrantes de la guerrilla urbana colaborando con la Guardia Nacional para
reprimir salvajemente las manifestaciones”, dijo.
El jueves, por ejemplo, los colectivos
participaron en los eventos que dejaron dos muertos en la urbanización de Los
Ruices en Caracas.
Según videos, fotografías y
testimonios publicados en las redes sociales después de las protestas, los colectivos
dieron golpes y utilizaron armas de fuego durante el enfrentamiento con los
manifestantes.
En al menos una ocasión, los
colectivos detuvieron a uno de los manifestantes, en lo que en realidad
constituye un secuestro dado a que los grupos paramilitares no existen bajo la
ley.
“El jueves, uno de los integrantes de
los colectivos detuvo a golpes un manifestante, lo llevaban a golpes, casi
ahorcado y era golpeado repetidas veces con un casco”, dijo Andrade.
“Están actuando con total impunidad, y
sus acciones son financiadas, protegidas y armadas por el gobierno”, sostuvo.
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