ANTONIO MARIA DELGADO 28 de
febrero de 2014
Sabiéndose débil ante la mayor amenaza
que el chavismo enfrenta en una década, Nicolás Maduro les ha dado carta blanca
a los guardianes de la “revolución bolivariana” para que aplasten con violencia
las multitudinarias manifestaciones en su contra. Pero la represión solo está
reforzando la imagen de un régimen totalitario, lo que a su vez alimenta las
protestas y acentúa el riesgo de una intervención militar, dijeron analistas.
Y es que el heredero de Hugo Chávez ya
no puede garantizar la estabilidad para los militares, que ante el creciente
descontento popular en las calles y las denuncias internacionales de
violaciones a los derechos humanos podrían optar por considerar la posibilidad
de un futuro sin Maduro.
“Cada vez es más obvio que el tiempo
de Maduro está contado. Va a costar mucho sostenerlo, porque ya no garantiza
estabilidad en el país, ni gobernabilidad”, comentó Antonio De la Cruz,
director ejecutivo de la firma de asesores Inter American Trends.
“Ya Maduro no es parte de la solución
entre los chavistas que quieren seguir operando desde el poder. Y ya los
actores comenzaron a buscar en qué otro lado podría estar la solución”, agregó
el analista desde Washington.
Esa percepción no es bien recibida por
un segmento de las Fuerzas Armadas que aún respalda a Maduro y que lo considera
el legítimo mandatario del país.
Pero ese sector, que es minoritario,
es contrarrestado por otros dos sectores que han llegado a la conclusión de que
está por llegar, o incluso ya llegó, la hora de un cambio en el país, dijo una
fuente que mantiene una relación sostenida con la oficialidad venezolana.
Uno de los dos grupos que adversa a
Maduro es liderado, pero no controlado, por el presidente de la Asamblea
Nacional, Diosdado Cabello.
El otro es un grupo más nebuloso de
oficiales institucionales, describió la fuente que habló bajo condición de
anonimato.
“El problema aquí es que ninguno de
los tres grupos tiene un liderazgo definido”, dijo.
“El grupo de Diosdado, no es que él
los comanda, sino que de alguna manera se identifica con las posiciones y los
negocios de Diosdado”, comentó.
Lo mismo incluso sucede con el grupo
que está vinculado con Maduro, que hasta el momento sostienen al gobernante
pero que en el fondo siente más respeto por el cargo que por el hombre, dijo la
fuente.
“Y el tercer grupo, no tiene un
liderazgo definido. Los une el rechazo hacia los otros dos y siente alguna
afinidad hacia el general Raúl Isaías Baduel, pero él [Baduel] está preso”,
señaló.
Estas divisiones serían un problema en
una eventual intervención militar, ante el riesgo de que las distintas
facciones terminen disparándose entre ellas.
Pero los observadores expresaron que
si las manifestaciones de protestas en las calles siguen tomando fuerza, lo
hombres de uniforme no tendrán más alternativa que actuar para poner orden.
“Después de 14 años de chavismo y 10
meses de madurísmo, y después de haberse desmontado las instituciones
democráticas, la única institución que permanece en pie en el país con el poder
para poder presionar a los distintos actores para obtener resultados concretos,
es la fuerza armada nacional”, comentó desde Londres Diego Moya-Ocampos,
analista senior para las Americas de IHS Global Insight/IHS Jane’s.
El riesgo de una intervención va en
aumento tras las acusaciones en los foros internacionales de que Maduro ha
desplegado una brutal represión contra las manifestaciones, documentadas por
fotos y videos tomados durante las protestas.
Esa documentación ha llevado a Estados
Unidos, la Unión Europea y a diferentes organizaciones a condenar a Venezuela
por cometer violaciones de los derechos humanos, e incluso algunos gobierno
evalúan la posibilidad de adoptar sanciones contra el país petrolero.
Maduro da muestra de fortaleza en cada
una de sus intervenciones diarias por radio y televisión, pero De la Cruz
aseguró que eso es solo una pantalla.
“La situación interna del chavismo es
realmente desesperada”, dijo De la Cruz.
El país está quebrado y las reservas
internacionales líquidas suman solo $250 millones, el equivalente a dos días de
importaciones.
A eso se le suma una abrupta caída en
la recolección fiscal, producto de las últimas medidas de intervencionismo
económico introducidas por Maduro que, al tratar de obligar a los empresarios a
vender por debajo de los precios de productor, lo que ha hecho es que el
empresario cierre sus puertas, agregó.
Y a eso se le agregan estas
manifestaciones de protesta en la calle que no se apagan pese a que Maduro
ordenó a la Guardia Nacional y a los grupos paramilitares obedientes al
chavismo a usar la fuerza para aplastarla. El saldo hasta ahora es de 16
muertos, casi 200 heridos y más de 700 detenidos, incluyendo al líder opositor
Leopoldo López.
Para Moya-Ocampos, el componente
militar del chavismo está observando con mucho detenimiento y preocupación el
acelerado deterioro de la situación política y social del país, y lo que hasta
ahora ha sido un manejo muy torpe de la situación.
“Hasta el momento no hay evidencia de
fractura interna, pero sí hay mucha preocupación y un constante monitoreo de lo
que está pasando”, comentó Moya.
“La gran preocupación aquí, además de
la reacción internacional que es adversa, es la posibilidad de que las
manifestaciones en contra de Maduro sigan escalando hasta el punto de contagiar
a los barrios”, agregó.
El que las clases populares se sumen a
las manifestaciones de protesta podría terminar siendo determinante porque es
ahí donde tradicionalmente ha descansado la gran fortaleza del chavismo.
“[Y] eso ha comenzado a verse”, dijo
Moya-Ocampos, quien ha estado observando la crisis venezolana con detenimiento.
“Muchas personas de bajos recursos han
comenzado a sumarse a las manifestaciones de protestas, no en sus barrios,
porque temen la represión de los colectivos [los grupos paramilitares del
chavismo], pero sí en las concentraciones que están siendo convocadas por los
estudiantes”, agregó.
De la Cruz enfatizó que ya las
manifestaciones populares contra Maduro han cobrado vida propia y que el
gobernante chavista no tiene manera de resolverlas.
La protesta que comenzó como un clamor
estudiantil de que el gobierno brindara una mayor seguridad en las
instalaciones universitarias, terminó convirtiéndose en un clamor nacional para
que el gobierno termine por brindar respuesta a los graves problemas económicos
y sociales del país.
Y Maduro está atrapado por la insuficiencia
de la renta petrolera y por la agenda que le impusieron desde Cuba cuando el
régimen de La Habana maniobró para colocarlo a él como heredero de Chávez para
conducir el proyecto bolivariano, afirmó De la Cruz.
Esa agenda implica darle prioridad al
sostenimiento económico de Cuba y al movimiento antiestadounidense en América
Latina, puntualizó.
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