Américo Martín 28 de febrero de
2014
amermart@yahoo.com
@AmericoMartin
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“He renunciado a ti, no era posible, fueron
vapores de la fantasía…”
Andrés Eloy
Blanco
I
A estas alturas la mejor de las
salidas constitucionales a la crisis de pronóstico reservado en que el
desangelado señor Maduro ha metido al país, la más sencilla, rápida y menos
onerosa sería su renuncia al cargo. Tiene una base legal precisa y puede ser la
opción pacífica por excelencia. Un paso de tal magnitud abriría la puerta a la
reactivación del país, después de 15 años de agresiones, abusos, odio y
mentiras. Dado que no ha cumplido la mitad de su período, si Maduro se retira
por voluntad propia el paso siguiente sería tan constitucional como ese. Se
convocaría a elecciones anticipadas.
Por supuesto, habría que dar los pasos
para que la consulta comicial fuera creíble. Con un CNE tan desacreditado como
el que hay, sin revisar cuidadosamente el registro y sin colocar el Plan
República a cargo de militares confiables, podría repetirse la farsa que nos
condujo al desastre en que nos encontramos hoy.
Tratándose de una fórmula
constitucional no hay pecado alguno en solicitarla públicamente, haciendo uso
del derecho de petición acompañado del de manifestar. Que ciudadanos desarmados
inscriban en carteles un escueto ¡Maduro, renuncia ya! es perfectamente
legítimo y legal. Todo sería muy bueno, todo muy educado, todo muy bien
intencionado, pero lo que ha hecho hervir la sangre de los venezolanos es la
represión brutal puesta en marcha por las más altas autoridades de este
régimen. El abuso, el escarnio que soportamos diariamente.
Maduro no ha entendido la trama
política que lo envuelve. Al insistir en la división del país para que los
sedicentes revolucionarios aplasten a los abusivamente considerados fascistas,
ultraderechistas, enemigos de la patria, criminales y demás insultos del
idioma, ha socavado profundamente el país y comprometido su futuro. Ese
fue el esquema funesto diseñado por su antecesor quien mareado en la nube del
despreciable culto a la persona llegó a echar de sus puestos de trabajo,
despojándolos del derecho a la protesta, a todos los ciudadanos que no
comulgaran con sus hábitos fundamentalistas. Que la infame “lista Tascón” no
haya sido rechazada por el sistema jurídico interamericano, junto con la
sucesión de abusos en que aquel hombre se envolvió, es un baldón para tantas
ilustres personalidades que, sin compartir lo que hacía Chávez, se unieron en
forma derretida o inconfesable al deplorable culto que le prodigaron sus
áulicos.
II
Maduro carece de la magia, si podemos
llamarla así, de su antecesor. Y algo peor, está en el centro de polémicas
dentro de su propio partido acerca de sus inexistentes habilidades. Pasó a ser
víctima del empeño de absolver del desastre económico y social a quien condujo
al país al fondo de un pantano. ¡Mi comandante jamás habría permitido la
inflación que nos agobia! ¡Mi comandante no hubiera tolerado tanto
desabastecimiento, crimen desatado y deplorables servicios! ¡Necios consuelos!.
La memoria rescatada dejará escrita para siempre la pésima gestión de Chávez,
la de Maduro y el contrahecho socialismo siglo XXI, que no sirvió para nada en
parte alguna del mundo.
Aún con la acumulación de muertos y
heridos. Aún ante el escenario propio de guerras creado por la arremetida de
tanques disparando obuses y misiles contra indefensos apartamentos, y de los
siniestros “colectivos”, nombre de los fasci de la Italia de Mussolini o las SS
de la Alemania nazi, el pueblo y sus amados estudiantes no han llamado a
empuñar las armas y declarar una insurrección popular. El esquema sigue siendo
el mismo: un pueblo pacífico y desarmado aporreado por Guardias Nacionales y
bandas de homicidas. A lo que el gobierno añade el encarcelamiento de líderes
opositores y levantamiento de inmunidad de diputados disidentes. Son
componentes explosivos que aíslan al gobierno del pueblo y del planeta. Ninguna
de sus mentiras ha detenido o ralentizado el SOS-Venezuela que recibe el más
emocionante respaldo mundial.
III
Para colmo Maduro no duerme. No
entiende cómo es que artistas del espectáculo lo critican. Deportistas,
cantautores famosos. Desespera por acallarlos o invitarlos. Y nada. Ensaya
explicaciones: Cabrera, Guillén, Vizquel, Galarraga y suma y sigue serían
pagados para decir lo que dicen. ¿Qué podía esperar de tan gratuita infamia?
Ellos no son políticos, pero son ciudadanos. Miguel Cabrera respondió con un
altivo: ¡a mí no me pagan para ser venezolano! Guillén fue más lejos. Sentó en
el suelo a Maduro.
Maduro está atrapado entre la
trepidante crisis que agobia a Venezuela toda y la presión ansiosa de los
fundamentalistas de su gobierno que amenazan con pasarle por encima si diera
marcha atrás o abriera la mano. Aquella le exige medidas de fondo, apertura
económica y política, pero éstos no se lo permiten. No puede gobernar. Debe
renunciar.
Una parte de la Guardia Nacional está
manchando su uniforme, pero es solo una parte. ¡Es suficiente para “amansar” a
quienes protestan, dice Maduro sin comprender que está profiriendo un doble
insulto: a los valientes estudiantes y pueblo que disienten, y a un componente
de la F. A. que está, o debería estar al servicio de la nación y no de un
partido o una ideología sectaria. Sus armas, señores, no son para disparar contra
estudiantes. ¿Lo comprenderán en algún momento? Los asesinatos y torturas ya
están siendo acumulados para fundamentar la acusación de delitos de lesa
humanidad que, como ustedes deberían saber, no admite el falaz atenuante de la
“obediencia debida”.
Debida, señores, es la protección de
sus compatriotas cuando son perseguidos a muerte en nombre de causas
indignas.
Maduro está atrapado, la solución no
está a su alcance, su mejor salida es renunciar.
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