CARLOS ALBERTO MONTANER Día 06 de marzo de 2014
Los Castro le daban una
visión, un método y una misión pero, sobre todo, informes de inteligencia.
Nadie conocía mejor los secretos de las tribus chavistas, muchas mal avenidas,
que «los cubanos»
¿Cuál es el legado de Hugo Chávez? Al
fin y al cabo, gobernó a su antojo durante catorce años (1999-2013). El periodo
más largo de la historia de Venezuela, exceptuado Juan Vicente
Gómez (1908-1935), otro militar de mano dura que se murió mandando.
Digámoslo rápidamente: la
herencia que les dejó a sus atribulados compatriotas fue la cubanización de
Venezuela.
El 5 de marzo del 2013 se anunció la
muerte de Hugo Chávez. Se cumplían 60 años exactos de la de Stalin.
Chávez estaba clínicamente muerto desde mucho antes. Tal vez desde el 29 de
diciembre anterior, cuando lo operaron en La Habana, pero lo mantuvieron
artificialmente «vivo», con el encefalograma plano, conectado a máquinas que
estimulaban los latidos de su inútil corazón.
Durante ese periodo, el Gobierno
cubano se dedicó febrilmente a organizar la transmisión de la autoridad en
Venezuela. No podían desconectarlo hasta tanto no tuvieran todas las riendas
del poder en las manos. Los Castro defendían subsidios por
trece mil millones de dólares anuales, incluidos unos cien mil barriles diarios
de petróleo, de los cuales Cuba reexporta la mitad.
Era importante prolongar el control
del rico país sudamericano mientras se pudiese. En Venezuela se cumplía el
destino trágico de las colonias: nutrir a la Metrópolis. más o menos
como los insectos cautivos alimentan a las tarántulas que los van devorando lentamente.
Lo extraño, en este caso, es que el
insecto es mucho mayor que la tarántula. ¿Cómo una pequeña, improductiva y
empobrecida Isla caribeña, anclada en un herrumbroso pasado soviético borrado
de la historia, puede controlar a una nación mucho más grande, moderna, rica,
poblada y educada, sin que siquiera haya existido una previa guerra de
conquista? La clave de esa anomalía está en Chávez.
Caudillo
El axioma funciona así: Hugo Chávez se
convirtió en el caudillo de Venezuela. Un caudillo es alguien que voluntariamente
o por la fuerza asume el liderazgo para dirigir a una sociedad en la dirección
que él decide. Entre las prerrogativas del caudillo está la de transferir su
autoridad a otra persona o entidad. Al borde de la tumba, presionado por los
Castro, Chávez, admitió la designación de Nicolás Maduro, sugerida por
La Habana. Ergo, de facto, Cuba es el gran poder en Venezuela.
Este vasallaje contranatura comenzó en
1994, cuando Hugo Chávez conoció a Fidel Castro y
el cubano lo sedujo, pero se selló totalmente a partir de abril de
2002, cuando el Ejército venezolano le dio un golpe a Chávez y lo
obligó a renunciar, al menos durante 48 horas.
A partir de ese episodio, Chávez no
creyó nunca más en sus compatriotas, políticos o militares, y se entregó
totalmente en las manos de «los cubanos». ¿Qué le daban los cubanos? Una
visión, un método y una misión, pero, sobre todo, informes de inteligencia
sobre políticos, periodistas y militares. Detectaban o magnificaban
deslealtades y se las revelaban. La información era poder. Cuba
reunía y entregaba toda la información, subrayando los peligros para que Chávez
estuviera eternamente agradecido.
Nadie conocía mejor los secretos de
las tribus chavistas, muchas de ellas mal avenidas, que «los cubanos». Lo
conocían todo: los delitos de los narcogenerales, los robos de la
boliburguesía, las infidelidades de los supuestos aliados, la conducta íntima de
los jefes, sus familias, sus hijos. Esa información podía destrozar a
cualquiera que se les opusiera.
Dossier
con inmundicias
Ese poder siniestro convertía a La
Habana en el único factor aglutinante. Las tribus chavistas le temían. Las
sujetaba firmemente por la entrepierna. Como en los versos de Borges,
los unía el espanto. Cuando alguien se rebelaba contra su autoridad, le
entregaban el dossier de sus inmundicias o le deslizaban un par de datos. No
hacía falta más.
Cuando desconectaron a Chávez, ya
Maduro había sido ungido, violando la Constitución. Era el hombre de los
cubanos. Se habíagraduado en La Habana en la Escuela del Partido. No era
un político, ni un militar, ni una figura de peso. Era un monigote al servicio
de Cuba. Era el legado de Chávez.
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