Miguel Méndez Rodulfo Caracas, 28 de febrero de 2014
Entre Yanukovich y Maduro hay varias
coincidencias dignas de destacar: ambos tienen muy poca instrucción, pero por
los caminos azarosos de la vida, accedieron al más alto cargo de su país; ambos
forjaron documentos para falsear su condición jurídica; ambos ganaron una
elección presidencial mediante fuertes sospechas de fraude; ambos secuestraron
las instituciones; ambos encarcelaron a sus enemigos políticos; ambos
arruinaron económicamente a sus naciones; ambos crearon una enorme corrupción e
impunidad; ambos fueron objeto, al mismo tiempo, de grandes protestas ciudadanas
que pedían su destitución; ambos arremetieron despiadadamente contra sus
ciudadanos matando a muchos de ellos, y ambos tuvieron 15 años ocupando
importantísimos puestos de gobierno, lo que los llevó a pensar que el país que
gobernaban era de ellos y podían cometer toda clase de tropelías en abierta
violación a la ley. Aunque estas neodictaduras sólo son posibles en cada vez
menos países en el mundo, debo decir, muy a mi pesar, que aunque parezca
increíble en Ucrania hubo y hay más democracia que en Venezuela.
Antes de justificar porqué sostengo
esto, debo dejar claro la clase de sujeto que es Yanukovich. Según la justicia
de Óblast en Donetsk, región de Ucrania, de la cual este personaje fue
gobernador entre 1997 y 2002, en su juventud fue condenado penalmente a un
máximo de 5 años de prisión por cometer delitos comunes, como miembro de la
banda criminal “Pivnovka”: atraco (1967) y lesiones con graves heridas
corporales (1970). Para hacer carrera política en el Partido Comunista, forjó
una supuesta anulación de sus antecedentes penales, por el tribunal regional de
Donetsk; posteriormente, ya en el poder, hizo desaparecer los documentos
originales del expediente. Luego obtendría un título de ingeniero mecánico por
correspondencia y más tarde le “otorgarían” el título de Doctor de Ciencias
Económicas. Por cierto, la planilla que le tocó llenar para postularse al cargo
de Presidente, estuvo plagada de errores ortográficos, algo que nos recuerda
las equivocaciones aritméticas, en vivo, del difunto, o los dislates geográficos,
y de todo tenor, de Nicolás.
Aunque es evidente la corruptela
imperante en la antigua URSS y en concreto en Ucrania, la verdad es que en
2004, siendo Primer Ministro y a la vez candidato presidencial, Yanukovich y
sus cómplices hicieron un fraude generalizado para desconocer el triunfo del
opositor Viktor Yúshchenko; se produjo entonces la Revolución Naranja, y una
posterior sentencia del Tribunal Supremo de Ucrania revocó la supuesta victoria
de Yanukovich y declaró vencedor a su rival. Por otra parte, en 2010, el
Partido de las Regiones, de orientación pro ruso y dirigido por nuestro funesto
personaje, en un nuevo intento, ganó las
elecciones presidenciales con 52% de los votos a Yulia Timoshenko, pro occidental,
su nueva gran rival, a la que haría encarcelar en 2011. El cierre de los
espacios políticos, el comportamiento dictatorial abierto, la corrupción
generalizada, la caída de la economía, el encarcelamiento de Yulia, y, la gota
que derramó el vaso, la firma de un tratado comercial con Rusia, cuando se
había comprometido con la Unión Europea a adherirse a ella, desataron unas
protestas en Kiev que se prolongaron por 3 meses, hasta que Yanukovich le
ordenó a su siniestra unidad antidisturbios Berkut (águilas reales), que matara
sin contemplaciones a pueblo. Luego de la matanza, el Congreso ordenó detener
la acción policial, se firmó un acuerdo de paz y de inmediato se desconoció a
Yanukovich, el cual huyó a Rusia. En Venezuela se han robado elecciones, ha
habido protestas masivas, han matado muchos estudiantes y no ha pasado nada,
pero aun así, todo indica que las semejanzas han de continuar.
Miguel Méndez Rodulfo
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