Pablo Pérez Álvarez julio de 2014
@PabloPerezOf
Venezuela vive momentos muy críticos,
de los cuales debe emerger una transición concertada que permita en el marco de
una gran coalición acometer las soluciones a los problemas que amargan la vida
de los venezolanos. No deben ser tiempos de revanchismo, sino de unidad
nacional.
La extrema radicalización de algunos
sectores, tanto de gobierno como de oposición, está causándole un enorme daño
al país. Si prevalecen esas tendencias que tocan los extremos, no habrá
espacios para la reconstrucción nacional, sino para la emergencia nacional
ocasionada por situaciones sangrientas que nadie desea.
Por eso reitero mi llamamiento a la
cordura y la inteligencia. Reconozco que la situación parece desesperada para
amplios grupos de la población. Pero las salidas fáciles y rápidas, no siempre
son los caminos más adecuados para una sociedad como la nuestra amante de la
paz.
Hay dos ejemplos interesantes que
podemos tomar como parámetros a seguir en esa transición concertada: España y
Chile. Copiemos las buenas experiencias, no las malas que han traído desgracia
y muerte para muchos países. En ambos casos pasaron de férreas y abusivas
dictaduras, a democracias florecientes que han podido sobrevivir a las pruebas
más duras.
España logró a la muerte del dictador
Francisco Franco transitar de la opresión a la democracia. El primer gobierno
encabezado por Adolfo Suárez logró, a pesar de todos los tropiezos, construir
una verdadera coalición que diseñó un proyecto de país para la transformación
de España de una nación empobrecida y atrasada, a un gran país moderno y con
plena libertad. Lo que ellos sembraron sirvió para mantener la
institucionalidad que supo sostenerse a pesar de la muy grave crisis de la cual
están saliendo.
Lo de Chile quizás fue peor, porque la
dictadura de Augusto Pinochet desangró a ese pueblo. Para la historia y la
justicia quedó un régimen que violó indiscriminadamente los derechos humanos de
sus ciudadanos. Pero la llamada “Concertación de Partidos por la Democracia”
permitió alcanzar una exitosa transición.
Hoy Chile vive momentos de esplendor.
Su democracia salió fortalecida. Hay alternabilidad democrática y muy bien se
pasa de un gobierno de derecha a uno de izquierda sin ningún trauma. Eso es un
sistema democrático verdaderamente sano. En Chile nadie quiere regresar a los
tiempos oscuros de la dictadura.
En ambos casos no hubo revanchas. Con
el tiempo si hubo justicia. Son ejemplos de lo que podemos lograr en Venezuela.
Para ello se necesita consenso, unidad y amor por el país. Se deben abandonar
las posiciones extremas y radicales. No hay espacios para esas conductas.
Yo creo en una transición concertada.
En un cambio del modelo que no sólo sea político y económico, sino también
social para que volvamos a ser ese pueblo unido a pesar de las diferencias
ideológicas. Una Venezuela con espacios para todo el que actúe con base en la
democracia, respeto y tolerancia.
A veces lo urgente mata lo importante.
Pero en esta crisis tan profunda ambos son prioritarios. Es urgente salir de
este régimen y cambiar el modelo. Pero también es importante hacerlo en el
marco del respeto a la Constitución y sin posturas radicales e irreconciliables.
Venezuela nos necesita a todos. Será
titánico el esfuerzo que debemos hacer para reconstruir al país porque el daño
que le han causado es muy alto. Pero si en algo debemos hacer hincapié, es que
los daños en el alma y espíritu de los venezolanos sean revertidos con base en
una transición participativa e incluyente. No repitamos los errores de quienes
creyéndose ungidos por Dios, dividieron, persiguieron y excluyeron. La
transición está cerca.
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