Trino Márquez Jue Jul 17, 2014
Desde que Cipriano Castro y Juan
Vicente Gómez contratan los servicios de Samuel Mc Gill, coronel chileno de
formación prusiana, para que funde la Escuela Militar, en 1910, los miembros de
la institución castrense formaron una élite, podríamos llamarla “armada”, cuya
misión consistía en preservar –de la manera más profesional posible- el orden y
la continuidad del régimen tiránico de “El Bagre”. La institución se alimentaba
fundamentalmente de individuos provenientes de los sectores populares. Esta fue
siempre una diferencia con Colombia o Chile, países donde las Fuerzas Armadas,
especialmente en sus altos mandos, estaban constituidas en su mayoría por
miembros de la oligarquía y de los grupos económicos dominantes. En Venezuela,
al contrario, el ingreso al Cuerpo fue visto como un mecanismo de ascenso
social.
Esta característica de élite se mantuvo
durante casi un siglo, hasta el ascenso de Hugo Chávez al poder. Incluso con
Gómez y Pérez Jiménez, los militares, a pesar de ser un grupo que disfrutaba de
enormes privilegios, constituían un sector exclusivo y reducido. Con el
caudillo de Sabaneta este rasgo distintivo comienza a variar, primero de forma
lenta, luego con el acelerador a fondo. Nicolás Maduro continúa el proyecto de
Chávez, pero acentuándolo.
Con motivo de la celebración del 5 de
Julio pasado, Maduro ascendió a más de doscientos oficiales a los rangos de
General y Almirante. Estos nuevos miembros se suman a los generales y
almirantes activos ya existentes. La décima parte de esa cantidad sería
suficiente para dirigir una institución que apenas sobrepasa los 100.000
hombres. De hecho, existen muchos más generales de División y de Brigada, que
divisiones y brigadas.
¿Cuál es el propósito inflar el
generalato? Aunque parezca paradójico, diluir y fragmentar el poder de los
generales. Mientras más generales haya, menos poder se concentra en cada uno de
ellos. Existen demasiados primus inter pares. Resulta difícil que uno acumule
todo el poder y se convierta en el factor que galvanice a los demás y, por esta
vía, se trasforme en una amenaza para el Presidente de la República. Maduro
necesita constituir una clase militar, distinta a la élite en el sentido
tradicional de la expresión.
Maduro es un mandatario muy frágil que
requiere sentirse protegido, no por un general en particular, sino por un
sector amplio con intereses y privilegios comunes. El hombre que está en
Miraflores es un civil que carece de carisma y ascendencia dentro de las FAN, a
diferencia de Chávez que surgió de las entrañas de la institución, como le
gustaba recordarlo en cada acto político que organizaba en los cuarteles.
La clase militar, desde luego, no está
compuesta solamente por los generales. Estos conforman el vértice de la
pirámide. La clase incluye al resto de los grados y rangos. La militarización
del país representa el reflejo del crecimiento de la clase militar. Ahora los
uniformados se encuentran en los ministerios, los órganos desconcentrados de la
Administración Pública, las gobernaciones y alcaldías, el BCV, Cadivi, el
Seniat, la CVG y demás empresas públicas, las empresas confiscadas y
expropiadas, los puertos y aeropuertos, las aduanas. En la mira tienen a PDVSA.
No hay espacio del Estado o de la sociedad donde los verde olivo no nos
impongan su presencia arrogante. Insólito, hasta en el Parque del Este de
Caracas tienen un comando y se pasean con armas largas, me imagino que para
combatir la guerrilla integrada por los Bos Scouts que se ejercitan en el
parque.
Maduro, ya que no puede controlar el
PSUV, ni a Diosdado Cabello, ni a Rafael Ramírez, optó por lanzarse en brazos
de los militares, llenarlos de cargos y privilegios, y dejarse tutelar por
ellos. Sin rubor, los militares amenazan a los civiles. Declaran en la Asamblea
Nacional, escenario por excelencia de la política y de la soberanía popular,
que la FAN es chavista. El resultado de esta entrega impúdica a la nueva clase,
es que tenemos un país cada vez más militarizado y más autoritario, donde el
ejercicio civil y republicano ha quedado arrinconado en espacios marginales.
Recuperar la República y lograr que
los militares regresen a los cuarteles y obedezcan la Constitución, será una
tarea ardua. Esperemos que dentro de la institución armada haya oficiales que
entiendan la importancia de la FAN para rehacer la Democracia y el carácter
civilista de la sociedad que nos corresponde reconstruir.
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