Manuel Felipe Sierra 31 de julio de 2014
Entrevista a Emilio Novel – Profesor
de Derecho Internacional
La democracia no es solamente ir a
elecciones, es una forma de ser. La “petrodiplomacia” de Chávez se proyectó en
pocos países. En una nación dividida como Venezuela, la única manera de salir
de la crisis es que el Gobierno y la oposición se sienten a dialogar y a
negociar (en el buen sentido de la palabra), opina el especialista.
Es abogado y Magister Scientiarum en
Integración Económica. Se ha desempeñado como asesor de empresas en las áreas
de Derecho Mercantil, Tributario, Derecho de la Competencia y Comercio
Internacional. Ha representado a Venezuela en reuniones de la OMC, ALADI, CAN,
FELABAN y UNCTAD. Actualmente, es profesor de postgrado en diversas
universidades y en su más reciente obra, “La Cláusula Democrática”, ofrece un
amplio análisis sobre lo que denomina “la petrodiplomacia chavista”. Estas son
sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.
— ¿Cuál es la historia de la Cláusula
Democrática y cuál es su importancia en estos momentos?
— Es un instrumento que los organismos
internacionales a partir de la Segunda Guerra Mundial establecieron para
sancionar a aquellos países que se apartan de la democracia. Desde entonces,
ese es un mecanismo que se ha ido ampliando, y hoy por hoy aplica sanciones
económicas y algunas suspensiones de estos organismos. Pero a la hora de tomar
una decisión, comporta un conjunto de obstáculos porque ello implica que los
países, que son los que deciden al final en esas instituciones, estén uniformes
en cuanto al criterio a quien aplicárselo. Entonces allí entramos en la
discusión de si un país es o no democrático, de acuerdo a los cánones o
estándares internacionales sobre lo que se considera democracia.
— ¿Cuál es la vinculación entre la
Cláusula Democrática y la Carta Democrática Interamericana de Lima?
— La Carta Democrática Interamericana
se sanciona en el marco de la Organización de Estados Americanos (OEA) y
contiene una Cláusula Democrática, que son varios artículos que han sido
desarrollados. Si se quiere, es la cláusula más desarrollada que hay dentro de
las instancias internacionales que conocemos. Ésta establece unos criterios
mínimos sobre los cuales los países deberían pronunciarse frente a un régimen
político determinado.
— La Carta Democrática Interamericana
establece expresamente que no sólo la legitimidad de origen, es decir la
elección democrática de un mandatario, convierte a ese país en un Estado
democrático, sino que tiene que estar acompañado de un desempeño que se
corresponda con ese mandato.
— Así es, se concibe a la democracia
como el hecho electoral, pero también como una ejecutoría. En ese sentido, en
la Carta Democrática Interamericana podemos ver que la erosión sistemática de
los principios constitucionales, constituye una violación a la cláusula. De
manera que no es solamente el hecho electoral, sino que también lo que se ha
dicho que es el desempeño político de un régimen determinado. De hecho, uno de
los artículos de la carta regula ese tema, cuando se produce una degeneración
de la democracia los organismos de la OEA y los países que la conforman están
obligados a valorar esa situación y tomar las decisiones que correspondan, en
cuanto a las disposiciones que están en el instrumento.
Caso venezolano
— A pesar de que muchos han propuesto
que van a invocar la Carta en el caso de Venezuela, pero ello no se ha
concretado. Entre otras cosas parece ser porque actualmente en América Latina
(a excepción de Cuba) todos los Gobiernos son productos de la voluntad popular.
Pero algunos de ellos revelan una tendencia autoritaria, que es una nueva
formas de distorsión de la democracia.
— En la región, la Carta se ha
intentado aplicar en dos oportunidades: en el caso de Honduras, que allí se
aplicó; y en el caso de la defenestración del cura Fernando Lugo en Paraguay,
donde no prosperó porque no era la misma situación hondureña. En Honduras vimos
que aún cuando la Fiscalía General estaba enjuiciando al señor Zelaya, fueron
unos militares quienes lo agarraron, lo montaron en un avión y lo trasladaron a
Costa Rica y eso fue lo que quedó para el público, la imagen de una especie de
“golpe militar”, aún cuando toda la institucionalidad estaba prácticamente en
contra de Zelaya. En el caso de Lugo fue un juicio político que se produjo en
el Congreso de Paraguay y fue sacado del poder. Claro, los presidentes amigos
de Lugo (Chávez, Fernández, Mujica y Correa) vieron eso como un golpe de
Estado, sin embargo, el caso fue llevado a la OEA para aplicar la Carta y la
OEA dijo que no operaba.
— Pero en ambos casos es importante
destacar que pese a estos paréntesis se retomó la democracia inmediatamente a
través del mecanismo de las elecciones. Es decir, que no eran los golpes de
Estado clásicos que derrocan un Gobierno y establecen un nuevo.
— Así es, fue inmediatamente, no como
había sido la tradición latinoamericana de que un grupo de militares se
imponían y tomaban el poder hasta que viniera la democracia de nuevo. En estos
casos no fue así, en Paraguay hubo una transición, convocaron a elecciones y se
eligió a Horacio Cartes. Y en el caso de Honduras sucedió lo mismo, se nombró
como Presidente interino a Roberto Micheletti, quien era Presidente del
Congreso y hubo un proceso también de retorno a la constitucionalidad con la
elección de Porfirio Lobo. Entonces, la discusión al final de esto es que si en
Venezuela se debería aplicar la Carta. Hay juristas muy destacados, como mi
profesor Pedro Nikken, que dice que en Venezuela se ha producido una situación
política, una erosión sistemática de la democracia y de la constitucionalidad,
que amerita la aplicación de la Carta. Asdrúbal Aguiar también lo ha señalado y
yo comparto esa idea de que aquí se ha producido un deterioro, un vaciamiento
de los contenidos esenciales de la democracia que ameritan que organismos internacionales
valoren eso. Lo que pasa es que al final el problema es político. El “realismo
pérfido” (como decía Octavio Paz) de las relaciones internacionales al final
son los Estados los que deciden. Mientras la mayoría de los países de la OEA no
estén de acuerdo en aplicar la Carta Democrática a Venezuela eso no va a
avanzar. Solamente una correlación de fuerzas suficientes como se vio en
Honduras permitirá que la cláusula se aplique a Venezuela, si esto no se da es
imposible que pueda operar el mecanismo.
— ¿Cuáles serían las razones para
invocar en el caso de Venezuela este instrumento?
— Desde el punto de vista jurídico,
cuando se habla de erosión de la democracia, de los principios democráticos y
de la Constitución, en Venezuela está claro que no existe separación de
autonomía de los poderes públicos, que hay acosos, que no se respetan los
derechos, que está restringido el derecho de prensa, además de la persecución,
la militarización, la ideologización de la educación. Es decir, hay elementos
suficientes para decir que la Cláusula Democrática se puede aplicar en este
caso.
— ¿Y el tema electoral?
— ¡Por supuesto! Es que hay tantas
cosas. La democracia no es solamente unas elecciones, es una forma de ser. Como
decía Jean-François Revel, uno no elije a alguien para que lo atropelle, para
que no lo oiga, para que lo torture o para que lo mate, porque eso entonces no
es democracia. Yo creo que jurídicamente es posible aplicar la cláusula a
Venezuela pero está el problema político del cual hemos hablado.
La “petrodiplomacia” de Chávez
— En el resto de América Latina,
¿hasta dónde tuvo efecto la política de Chávez y su famosa revolución?
— A mi parecer eso ha sido muy
limitado, ha dependido mucho de la “petrodiplomacia” o de los fondos
venezolanos. Eso solo ha llegado a permear o a proyectarse a pocos actores
internacionales como Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Esa idea que proyectó Chávez
en su momento llegó hasta ahí y en vista de lo que sabemos de la economía
venezolana, no creo que se vaya a proyectar mucho más.
— Además, todas las economías del ALBA
registran crecimiento económico importante, contrario al caso de Venezuela.
— Y eso que nosotros les hemos
suministrado fondos y los hemos ayudado. Crecen ellos y nosotros decrecemos,
esa es la paradoja. Ahora, que estamos en época de “vaca flaca” esas ideas que
proyectó el socialismo del siglo XXI entran en barrena en el ámbito internacional.
Desde el punto de vista económico se ha demostrado ante el mundo que incluso en
Venezuela ese proyecto ha sido un fracaso. En estos momentos hay una situación
muy compleja en el país, hay dos grandes unidades políticas enfrentadas, un
país dividido y la única manera de salir de la crisis es que el Gobierno y la
oposición se sienten a dialogar y a negociar (en el buen sentido de la palabra)
que lleguen a acuerdos de carácter políticos y económicos, sólo ello permitirá
avanzar hacia una recuperación de la normalidad democrática.
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