ANTONIO MARIA DELGADO 02 de octubre de 2014
El diputado Robert Serra, asesinado en
su casa de Caracas con más de 30 puñaladas, era una joven estrella en ascenso
dentro del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), donde
muchos consideraban que podría llegar a convertirse en muy poco tiempo en uno
de los principales dirigentes del movimiento revolucionario.
Pero Serra, de apenas 27 años, también
era uno de los dirigentes más polémicos del chavismo. Su base de poder
consistía en sus vínculos con los violentos grupos paramilitares conocidos en
Venezuela como colectivos y el denominado Frente Francisco de Miranda,
agrupación conformada en gran medida por jóvenes revolucionarios adoctrinados
por Cuba.
Las razones detrás de su asesinato
eran el jueves un misterio para los venezolanos, que seguían esperando por
anuncios de las autoridades.
Hasta el momento, los únicos detalles
de la investigación han sido presentados por el ministro de Relaciones
Interiores, Miguel Rodríguez Torres, quien prometió justicia para Serra y su
compañera, María Herrera, asesinada junto con él.
“Robert Serra fue un líder importante
de la juventud del PSUV, visiblemente comprometido con el proceso
revolucionario y con el comandante (Hugo) Chávez y sin duda su muerte obedeció
a una macabra encomienda”, aseguró Rodríguez Torres en una conferencia de
prensa.
“Inferimos que no se trata de un hecho
azaroso cometido por la delincuencia común. Estamos en presencia de un
homicidio intencional, planificado y ejecutado con gran precisión […] Señala
todo que es un homicidio, organizado, planificado al detalle, y con mucha
técnica”, agregó.
El ministro también informó que Serra
fue asesinado con un arma blanca en un transcurso de tiempo de entre 15 y 20
minutos dentro de su residencia, en la popular parroquia de La Pastora.
Una fuente policial cercana a la
investigación dijo que una de las hipótesis que cobra más fuerza es la de que
Serra fue víctima de un crimen pasional.
Pero ya el jueves los altos dirigentes
del chavismo maniobraban para convencer a sus seguidores que la oposición de
alguna manera estaba involucrada en el asesinato.
“Así actúa el fascismo, a él fueron a
asesinarlo”, dijo el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Diosdado Cabello,
durante una ceremonia realizada en una capilla ardiente para honrar a Serra.
“Hay que ser bien miserable para hacer
lo que les hicieron, a los señores de la derecha les digo que no nos hacen
falta sus condolencias”, señaló.
El asesinato dominó el jueves la
atención de los venezolanos, quienes discutían en las redes sociales los
curiosos detalles del crimen, incluyendo la súbita desaparición de los
guardaespaldas del joven diputado y versiones de que las puertas no habían sido
forzadas.
Las discusiones también se centraban
en el asesinato en el 2012 de uno de los guardaespaldas de Serra, Alexis
Barreto Venezuela, quien fue encontrado bocabajo con un tiro en la nuca, sin
que le robaran su arma de fuego y su cartera.
La madre de la víctima, Irene
Venezuela, siempre pensó que Serra era el asesino de su hijo.
“Para mí, el que mató a mi hijo está
dentro de la Asamblea Nacional. Yo como madre siento que la gente que trabajaba
con él está metida en ese caso. ¿Por qué si el diputado es inocente no ha dado
la cara?”, dijo Irene Venezuela, en declaraciones publicadas en abril del 2013
por el diario El Nacional.
Los vínculos de Serra con temidos
grupos como los colectivos La Piedrita, Los Tupamaros y Alexis Vive, le daban
un aura de peligrosidad que inquietaba a muchas personas que tenían algún tipo
de relación con él.
La Piedrita fue duramente criticada
tras la publicación de fotos tomadas en el popular barrio del 23 de Enero, en
la que integrantes del colectivo posaban junto con niños portando rifles de
asalto.
“El se acercó muchísimo a los
colectivos. El intentó mediar en el conflicto existente entre Los Tupamaros y
La Piedrita. Ese es un conflicto armado entre bandas que dejó varios muertos. Y
él medió allí bastante y era una persona muy cercana a [Valentín] Santana, que
es el líder de La Piedrita, como de Oswaldo Jiménez, el presidente de los
Tupamaros”, explicó el analista político Helly Angel.
Angel, quien ahora vive en el sur de
Florida, dijo que Serra era un joven de temperamento muy agresivo, que tendía a
ofender y a entrar fácilmente en las peleas verbales.
“El fue un muchacho muy controversial,
muy problemático, incluso dentro de su propio núcleo familiar, con muchos
conflictos y enfrentamientos, incluso entre sus propios familiares”, comentó
Angel, quien dijo haber sido presentado una vez a Serra por uno de sus
familiares.
“Era un muchacho castrista, muy
admirador de Fidel Castro, seguidor de la revolución cubana”, manifestó.
Cuando fue estudiante en la
Universidad Católica Andrés Bello, Serra tuvo muy pocos amigos y trató en vano
de instaurar una célula chavista en la casa de estudios, en la que asisten
principalmente estudiantes de clase media de raíces conservadoras.
Pero en los últimos tiempos Serra
había sido designado para una labor muy especial, en el marco de los deseos del
régimen de Nicolás Maduro de lanzar candidatos muy jóvenes para las elecciones
parlamentarias del próximo año.
El ex asesor del Ministerio de
Interior y Justicia de Venezuela, Anthony Daquin, dijo que Serra había sido
encargado de preparar a un grupo joven de dirigentes políticos para que
pudieran salir a competir por puestos en la Asamblea.
Esa designación estaba generando
incomodidad entre otros grupos rivales internos que consideraban que Serra
estaba acumulando demasiado poder dentro de la organización.
Otro tema de preocupación dentro de
sectores rivales del chavismo era el control que Serra ejercía sobre Alexis
Vive Carajo, el colectivo que obtiene los mayores recursos financieros.
“Alexis Vive es la cara del Frente
Francisco de Miranda y maneja una cuota económica demasiado grande y Robert
Serra pasó a ser un muchacho que de la nada pasó a tener una cuota de poder
sumamente grande, y eso le estaba generando problemas”, aseguró Daquín.
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