ACI/EWTN Noticias 22 de diciembre
Ho es Navidad con ella llegan los
regalos, la cena navideña, las actividades en la parroquia, los viajes, etc.
Toda una serie de actividades que podrían hacer olvidar al verdadero agasajado.
Por eso, te compartimos esta historia sobre el verdadero sentido de la Navidad
titulada “Carta de Jesús”.
Querido Amigo:
Hola, te amo mucho. Como sabrás, nos
estamos acercando otra vez a la fecha en que festejan mi nacimiento.
El año pasado hicieron una gran fiesta
en mi honor y me da la impresión que este año ocurrirá lo mismo. A fin de
cuentas llevan meses haciendo compras para la ocasión y casi todos los días han
salido anuncios y avisos sobre lo poco que falta para que llegue.
La verdad es que se pasan de la raya,
pero es agradable saber que por lo menos un día del año, piensan en mí. Ha
transcurrido ya mucho tiempo cuando comprendían y agradecían de corazón lo
mucho que hice por toda la humanidad.
Pero hoy en día, da la impresión de que
la mayoría de la gente apenas sabe por qué motivo se celebra mi cumpleaños.
Por otra parte, me gusta que la gente se
reúna y lo pase bien y me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto;
pero aún así, creo que la mayor parte no sabe bien de qué se trata. ¿No te
parece?
Como lo que sucedió, por ejemplo, el año
pasado. Al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran fiesta, pero
¿puedes creer que ni siquiera me invitaron? ¡Imagínate! ¡Yo era el invitado de
honor! ¡Pues se olvidaron por completo de mí!
Resulta que habían estado preparándose
para las fiestas durante dos meses y cuando llegó el gran día me dejaron al
margen. Ya me ha pasado tantísimas veces que lo cierto es que no me sorprendió.
Aunque no me invitaron, se me ocurrió
colarme sin hacer ruido. Entré y me quedé en mi rincón. ¿Te imaginas que nadie
advirtió siquiera mi presencia? Ni se dieron cuenta de que yo estaba allí.
Estaban todos bebiendo, riendo y
pasándolo en grande, cuando de pronto se presentó un hombre gordo, vestido de
rojo y barba blanca postiza, gritando: "¡jo, jo, jo!".
Parecía que había bebido más de la
cuenta, pero se las arregló para avanzar a tropezones entre los presentes,
mientras todos los felicitaban.
Cuando se sentó en un gran sillón, todos
los niños, emocionadísimos, se le acercaron corriendo y diciendo: “¡Santa
Clos!” Cómo si él hubiese sido el homenajeado y toda la fiesta fuera en su
honor.
Aguanté aquella "fiesta" hasta
donde pude, pero al final tuve que irme. Caminando por la calle me sentí
solitario y triste. Lo que más me asombra de cómo celebra la mayoría de la
gente el día de mi cumpleaños es que en vez de hacerme regalos, se obsequian
cosas unos a otros y, para colmo, casi siempre son objetos que ni siquiera les
hacen falta.
Te voy a hacer una pregunta. ¿A ti no te
parecería extraño que al llegar tu cumpleaños todos tus amigos decidieron
celebrarlo haciéndose regalos unos a otros y no te dieran nada a ti? ¡Pues es
lo que me pasa a mí cada año!
Una vez alguien me dijo: "Es que tú
no eres como los demás, a ti no se te ve nunca; ¿Cómo es que te vamos a hacer
regalos?". Ya te imaginarás lo que le respondí.
Yo siempre he dicho: "pues regala
comida y ropa a los pobres, ayuda a quienes lo necesiten. Ve a visitar a los
huérfanos, enfermos y a los que estén en prisión. Todo lo que regales a tus
semejantes para aliviar su necesidad, lo contaré como si me lo hubieras dado a
mí personalmente" (Mateo 25,34-40).
Muchas personas en esta época en vez de
pensar en regalar, hacen bazares o ventas de garaje, donde venden hasta lo que
ni te imaginas con el fin de recaudar hasta el último centavo para sus nuevas
compras de Navidad.
Y pensar todo el bien y felicidad que
podrían llevar a las colonias marginadas, a los orfanatorios, asilos, penales o
familiares de los presos.
Lamentablemente, cada año que pasa es
peor. Llega mi cumpleaños y sólo piensan en las compras, en las fiestas y en
las vacaciones y yo no pinto para nada en todo esto. Además cada año los
regalos de Navidad, pinos y adornos son más sofisticados y más caros, se gastan
verdaderas fortunas tratando con esto de impresionar a sus amistades.
Esto sucede inclusive en los templos. Y
pensar que yo nací en un pesebre, rodeado de animales porque no había más.
Me agradaría muchísimo más nacer todos
los días en el corazón de mis amigos y que me permitieran morar ahí para
ayudarles cada día en todas sus dificultades, para que puedan palpar el gran
amor que siento por todos; porque no sé si lo sepas, pero hace más de 2 mil
años entregué mi vida para salvarte de la muerte y mostrarte el gran amor que
te tengo.
Por eso lo que pido es que me dejes
entrar en tu corazón. Llevo años tratando de entrar, pero hasta hoy no me has
dejado. "Mira yo estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre
la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos". Confía en mí,
abandónate en mí. Este será el mejor regalo que me puedas dar. Gracias
Tu amigo
Jesús
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