Omar Barboza Gutiérrez diciembre de 2014
Una de las causas de la actual crisis económica
es la falta de un Banco Central de Venezuela (BCV) que cumpla con sus funciones
Constitucionales. En los últimos 13 años a la Ley del Banco Central se le han
hecho seis (6) reformas con el objeto de darle apariencia de legalidad a su
actuación, sin tener en cuenta que ninguna norma de rango legal puede autorizar
desacato a los mandatos Constitucionales que directamente le incumben al BCV.
Para fundamentar la anterior afirmación,
vamos a referirnos a dos (2) normas Constitucionales básicas para que un Banco
Central responsable adapte su conducta al mejor interés nacional.
En primer lugar, el Artículo 318 de
nuestra Constitución establece: “El objeto fundamental del Banco Central de
Venezuela es lograr la estabilidad de los precios y preservar el valor interno
y externo de la unidad monetaria”. La realidad demuestra que la conducta de ese
Instituto ha ido en dirección contraria; de allí que en cuanto a la política
cambiaria y la monetaria, tengamos como resultado una economía con cuatro (4)
tipos de cambio en la relación del bolívar con el valor del dólar; así tenemos
el cambio a 6,30, el Sicad I a 12, el Sicad II a 50, y el paralelo que todos
los días sube, haciéndole daño a la estabilidad de los precios de bienes y
servicio. Dentro de ese ambiente por supuesto que nadie sabe en Venezuela ni en
el mundo, cuánto vale hoy el llamado bolívar fuerte.
En segundo lugar, el Artículo 320 de la
Carta Magna dispone: “En el ejercicio de sus funciones el Banco Central de
Venezuela no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá
convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.
En realidad lo que ha ocurrido es que el
actual BCV se ha convertido en una imprenta de billetes sin respaldo para
financiar déficits de empresas públicas, y la factura de esa irresponsabilidad
la está pagando el pueblo venezolano con inflación.
Por esa conducta es que cuando para
agosto de 2012 la liquidez monetaria estaba en 549,6 miles de millones de
bolívares, ya para el 23 de agosto de 2013 esa liquidez ascendió a 900,2 miles
de millones de bolívares, y para marzo de 2014 ese dinero en circulación ya
había llegado a un billón 333.111 millones de bolívares. Según proyección que
hizo la Firma Síntesis Financiera, para finales del mes de noviembre la
circulación monetaria debió llegar a un Billón 900 mil millones de bolívares.
Para precisar el por qué el BCV viola el
mandato Constitucional de no financiar políticas deficitarias de empresas
públicas, es bueno saber que ese Instituto ha venido financiando de manera
continuada el déficit de PDVSA, el cual según cifras del mismo BCV, ese
financiamiento para julio de 2011 estaba en 42.500 millones de bolívares, para
julio de 2014 esa cifra llegó a 515.000 millones de bolívares, y para el 21 de
noviembre de 2014 alcanzó la cifra de 643.000 millones de bolívares. Todo lo
anterior significa que la tercera parte del circulante nacional la ha utilizado
el BCV para financiar el déficit de PDVSA.
De tal manera que estamos en condiciones
de informarle al pueblo venezolano, que los responsables de la inflación y de
la escasez no son la supuesta guerra económica de la oposición, ni el imperio
norteamericano, ni los paramilitares colombianos, sino que están en Miraflores
y han tenido la colaboración irresponsable de un BCV que no cumple con las
responsabilidades que tiene asignadas en la Constitución Nacional y que tiene
una actitud complaciente con el Ejecutivo Nacional, trasladando al pueblo el
costo de sus conductas contrarias al interés nacional, que se convierten en
escasez y alto costo de la vida.
El mecanismo que se implementa para
ejecutar este financiamiento inconstitucional al déficit de PDVSA, es que esta
empresa emite pagarés u otros papeles en favor del BCV, este ente emite
billetes en bolívares para entregárselos a PDVSA a cambio de esos papeles;
luego, la empresa petrolera paga su nómina y demás gastos con esos billetes,
que de esa manera entran al circulante nacional, y como quiera que esos
billetes no están respaldados ni por las reservas internacionales, ni por la
producción de bienes, sino por papeles de una empresa que está en déficit, o
sea, es dinero inorgánico que potencia la inflación, ya que la abundancia de
bolívares con ese origen genera un incremento proporcional de los precios de
los bienes que estén en el mercado.
Venezuela observa con tristeza e
indignación cómo se destruye su economía con la complicidad de un Banco Central
de Venezuela que tiene el deber Constitucional de protegerla.
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