Rosalía Moros de Borregales en martes, diciembre 23, 2014
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB
Es tiempo de alegría y de júbilo, desde
los pueblitos más pequeños y remotos del planeta, hasta las más grandes y
sofisticadas urbes modernas, todos, sin excepción, se visten de colores y se
llenan de luces porque ha llegado la Navidad. En todo el mundo reina un
ambiente de celebración; un sentimiento de regocijo interior se manifiesta en
el compartir, en el dar y recibir; en el reunir a la familia y a los amigos. De
alguna manera, todos sienten que este es un tiempo especial, y a pesar de que
esta fiesta es el fundamento de la fe cristiana, todas las religiones en el
mundo entero se unen a esta celebración.
Algunos celebran la Navidad por
tradición, otros la celebran por convicción; la mayoría ha sido atrapada por el
comercio generado en esta fecha. Un movimiento que mueve la economía del mundo
de una manera tan poderosa que se ha convertido en un tiempo que nadie puede
eludir. Todos participan, productores y consumidores, en un frenesí, que en la mayoría
de los casos nos ha llevado a olvidar el verdadero significado de esta época
del año. Sin embargo, para testimonio al mundo, no importa cuál sea la razón
por la que unos y otros celebran la Navidad, lo importante es que de alguna
manera recordamos el nacimiento de Jesucristo.
Pero más allá de este recordatorio que
unos y otros hacemos de múltiples formas, hay un significado que trasciende las
luces, los colores, los adornos, las comidas y los regalos para llegar al alma
de la humanidad. Es el mensaje de la cruz, que comenzó en un pesebre de Belén
hace más de 2.000 años y se perpetúa en el alma del hombre para hacerla
trascender.
Las Sagradas Escrituras declaran el amor
de Dios por el mundo. Expresan que Dios quiere que todos los hombres sean
salvos y venga al conocimiento de la verdad. Jesucristo dijo que Él era la
verdad y a pesar de sus seguidores y de sus detractores, su mensaje está más
vigente que nunca. Y es precisamente en esta fecha de Navidad en la que cobra
más sentido el significado de ese mensaje.
En la Navidad recordamos cómo el
Salvador, prometido al pueblo de Israel, llegó al mundo en un pesebre. Quizá
con ese nombre y calificativo debería haber nacido en un palacio lleno del
mismo esplendor con que las luces de la modernidad iluminan las ciudades como
distintivo de la Navidad; pero no, el tan esperado Salvador, que no fue
aceptado por el pueblo judío, llegó al mundo en un pesebre; así como también
quiere llegar a tu vida a través del pesebre de tu corazón.
Si con un corazón humilde, que reconoce
la pequeñez de su propia humanidad te acercas a Dios, Él vendrá a ti, así como
vino a aquel pesebre de Belén. En tu humildad delante de Él, encontrarás el
camino y así como María proclamarás que ha llegado tu Salvador.
Entonces María dijo:
"Engrandece mi alma al Señor;
Y mi espíritu se regocija en Dios mi
Salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán
bienaventurada todas las generaciones.
Porque me ha hecho grandes cosas el
Poderoso;
Santo es su nombre, Y su misericordia es
de generación en generación
A los que le temen. Hizo proezas con su
brazo;
Esparció a los soberbios en el
pensamiento de sus corazones.
Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes".
Lucas 1:46-55.
@RosaliaMorosB
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