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martes, 24 de febrero de 2015

Mi pobre y sufrido voto, @gyepesven


Por Gustavo Yepes, 21/02/2015

Mi voto sólo tiene el precio que le fije mi conciencia. Sin embargo, él tiene que competir con votos que son canjeados por motos, por pensiones, por cédulas, por electrodomésticos, por amenazas.

Mi voto solicitó la revocatoria de aquel que traicionó a su uniforme y a su patria, y se ganó con eso un puesto en la ignominiosa lista que aún discrimina a millones de compatriotas que cometimos el delito de seguir un camino que nos brinda la también pobre y sufrida Constitución.

Mi voto sirvió para rechazar de plano el llamado socialismo que propugnan los esbirros y, de forma fraudulenta, me impusieron por otras vías lo que mi voto les negó.

Mi voto ayudó a conformar una mayoría indiscutible para la Asamblea Nacional y ellos, a través de sus operadores electorales, nos robaron esa mayoría. No contentos con eso, y en la mejor tradición de ¿cuánto vale un juez?, se han dedicado a ponerle precio a los traidores cuya conciencia se mide en términos de dinero, o de prebendas.

Mi voto sirvió para elegir a María Corina y ellos la han humillado, la han golpeado, y la despojaron de la representación que le otorgó el sector de los ciudadanos que ellos no reconocen. Hoy esa representación la ostenta un joven que decidió seguir el ya trillado camino de la traición, mientras nuestra digna y valiente Diputada nos sigue representando en escenarios distintos al que le otorgamos. Asumo que es la próxima en la lista.

Mi voto sirvió para elegir y reelegir a Antonio, y ellos lo despojaron de forma inconstitucional de la mayoría de sus atribuciones, del presupuesto que le corresponde, y hoy acudieron al ya conocido método de secuestrarlo para luego inventarle delitos que sólo existen en la mente estratégica de los titiriteros cubanos que gobiernan al usurpador que dice gobernarnos.

Mi voto ha tenido la intención, siempre, de que nos permitan vivir en democracia y en libertad con responsabilidad. Sin embargo, muchos que piensan igual, hoy ya no están con nosotros, o sufren los rigores de la prisión, de la tortura, del exilio.

Mi voto, a pesar de todo lo que ha sufrido, es codiciado por muchos, pero él sólo quiere representar en estos difíciles momentos, no a una persona, sino a un sentimiento de unidad que nos conduzca a la transición que propugna el maravilloso documento que hoy es considerado como prueba de conspiración. De ser así, confieso ante todos que mi voto es conspirador.

Mi voto no es sólo mi voto. Es mi rostro, es mi nombre, es mi número de cédula, es mi firma, es mi sangre, y a pesar de haber sido tan vapuleado seguirá siendo todo eso. Venezuela, el futuro de nuestros hijos y nietos, bien vale un voto. Llegará el día en que mi voto volverá a recuperar su dignidad, no importa si forma parte de la mayoría o de la minoría, porque de eso se trata la Democracia.


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