Por Tamara Suju Roa, 16/02/2015
Conocí a Daniel Ceballos cuando todavía era representante ante el
consejo universitario y estaba al frente del movimiento estudiantil en los años
2006 y 2007. Me pareció en aquella época un muchacho muy inteligente, con
sobrada energía, conversador, pero con aquel acento respetuoso que tienen los
jóvenes andinos cuando lo tratan a uno de “usted”, siempre amables. Daniel
estudiaba en la Unet y ahí se graduó de ingeniero agrónomo siendo primero de su
promoción. Es casado y padre de cuatro niños.
El 30 de julio del 2008 , las Damas de Blanco organizamos junto a la
Asociación Civil “Venezuela libre de secuestros”, el movimiento estudiantil y
miembros de la sociedad civil tachirense -con la cual me unen vínculos
familiares y amistosos muy entrañables- una gran caminata en apoyo y
solidaridad con las víctimas del secuestro en Táchira y sus familiares. Aquel
día salimos desde la Iglesia Coromoto, camino a la casa del gobernador con las
manos llenas de flores y vestidos de blanco, como siempre lo hacíamos. Al
llegar nos fue negado el acceso y nos dirigimos a la Plaza Bolívar, finalizando
la caminata en la sede del gobierno estadal, donde la directora de política
Nellyver Lugo permitió que pasarán 6 familiares de secuestrados para denunciar
la inacción del gobierno regional y nacional en dichos casos. Mucha gente se
nos fue uniendo en el camino y una multitud de muchachos caminó junto a
nosotros, de todas las universidades.
Mi anécdota, la que siempre cuento cuando recuerdo este momento, es que
ante la emoción de la manifestación y la gente apoyando en las ventanas y
aceras, los muchachos comenzaron a decir consignas de rechazo al secuestro,
pidiéndole a la gente se uniera a la caminata. Recuerdo que me di vuelta para
pedirle a Daniel, que estaba detrás de mí, que le pidiera a los jóvenes que
caminaran en silencio porque era la forma como lo hacían las Damas de Blanco, y
aquel joven de ojos azules y cara sonrosada me contesto: “Si doctora, así
será”… Acto seguido se volteó y pidió a viva voz silencio… y todos continuaron
callados el resto del camino. Era impresionante ver aquella gran manifestación
pacífica, llena sobre todo de muchachos, caminando en silencio junto a aquellas
personas cuyo profundo dolor permanece en suspenso, por no saber si su familiar
está vivo o está muerto. Daniel demostró tener las cualidades que todo líder
debe tener: solidaridad, respeto, control, firmeza, carisma y apoyo. Sin la
solidaridad de toda esta gente no hubiéramos logrado el objetivo de que los
familiares de los secuestrados fueran escuchados.
Años más tarde me alegró ver su postulación a las primarias para las
elecciones de Alcaldes y Gobernadores del 2013, elecciones que ganó con el
67,86% de los votos, siendo proclamado Alcalde de San Cristóbal con tan solo 29
años de edad.
Todos conocemos los hechos ocurridos en el primer semestre del año
pasado, cuando los recién estrenados alcaldes y gobernadores comenzaban su
mandato. El 4 de febrero comenzó en San Cristóbal con el intento de violación
de una joven dentro de la Universidad de Los Andes. Compañeros universitarios
salieron a protestar por la inseguridad, protesta a la que se unió parte de la
sociedad tachirense, cansada de tanto vejamen, ineficiencia e incapacidad del
gobierno regional y nacional. El día 6 fueron apresados 3 estudiantes y
enviados a una cárcel de máxima seguridad en el estado Falcón. A raíz de éstas
detenciones empezaron las protestas en todo el país, que también motivarían la
marcha del día 12 de febrero en Caracas, día de la Juventud. El resto es
historia conocida por todos.
En Táchira, como en toda Venezuela, la protesta estudiantil se
convirtió en la protesta social, y no hubo calle, avenida o urbanización en la
ciudad de San Cristóbal, que no se llenara de manifestantes. Razones en este
estado sobraban para tal descontento. Los tachirenses tienen años sufriendo de
la escasez y el desabastecimiento, de la falta de gasolina, del terrible
flagelo del secuestro, la extorsión y pago de vacuna, del sicariato. Recuerdo
que cuando iba a trabajar o de visita, las quejas sobre la inseguridad, sobre
las mafias que acosan a empresarios y trabajadores para extorsionarlos, la
carencia de productos básicos que nunca llegan se multiplicaban por mil, y
regresaba a Caracas con esa frase que me decían cuando me despedían en el
aeropuerto: “ustedes los caraqueños no saben lo que es todavía vivir con el
alma en vilo, entre la inseguridad, la carencia y el desabastecimiento, la extorsión
y el sicariato”.
El 19 de marzo del 2014, Daniel Ceballos fue apresado por funcionarios
del Sebin (policía política) que no presentaron orden de aprehensión en ese
momento y lo sacaron a la fuerza de un hotel en Caracas. El 21 de marzo fue
presentado ante el Tribunal Segundo de Control del Área Metropolitana e
imputado por los supuestos delitos de Rebelión y Agavillamiento. Este Tribunal
declinó en los Tribunales de San Cristóbal, donde había sido emitida la orden
de aprehensión y debía ser juzgado siguiendo el principio del juez natural,
pero a solicitud del Ministerio Público, la Sala de Casación Penal del Tribunal
Supremo de Justicia, apoyándose en el artículo 64 del Código Orgánico Procesal
Penal, radicó el juicio de Daniel Ceballos en Caracas. Este artículo contempla
un cambio en la jurisdicción de un caso cuando se trate de delitos graves, cuya
perpetración cause alarma, sensación o escándalo público. Al mismo tiempo, el
Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) aprovechó para citar a Ceballos y hacerlo comparecer
3 días después por la sentencia sobre la recolección de las barricadas. El 22
de marzo, el presidente Nicolás Maduro lo acusó de “terrorista” y además lo
responsabilizó, sin juicio ni sentencia previa, de forma irresponsable, de las
muertes ocurridas en San Cristóbal.
El 25 de marzo fue destituido como Alcalde por la Sala Constitucional
del TSJ, condenándolo por desacato a la autoridad, en un “juicio exprés” que
duró más de 6 horas y en donde declararon 11 testigos llevados por la fiscalía
y la defensoría, que dijeron que Ceballos no había cumplido la orden de dicho
Tribunal para actuar contra las barricadas que había a todo lo largo de la
ciudad tachirense. Su abogado Ana Acosta expresó al salir de la audiencia lo
siguiente:”Hoy ésta Sala violó todos los derechos de Daniel Ceballos: su
derecho a la defensa, al debido proceso, el derecho a acceder a un tribunal, ya
que en un juicio exprés se le condena por desacato, desconociendo la voluntad
popular expresada en diciembre de 2013 y la autonomía de los municipios”. La
Sala Constitucional del TSJ condenó a Daniel Ceballos a 12 meses de prisión por
desacato, realizando un juicio sumarísimo, actuando como un Tribunal Penal sin
que hubiera siquiera una acusación por parte del Ministerio Público.
Tres días después, el 28 de marzo, fue presentado en los Tribunales de
Caracas y le fueron ratificados los cargos por Rebelión y Agavillamiento,
ordenándose la privativa de libertad y ordenando como centro de reclusión el
Centro de Procesados Militares, Cenapromil, en Los Teques, mientras transcurre
el juicio político en su contra. Desde entonces, el alcalde elegido con la
mayor votación en toda Venezuela permanece recluido, aislado de la población
penal, víctima de torturas psicológicas, castigos y maltratos, tal como lo ha
denunciado su esposa Patricia de Ceballos reiteradamente. Hasta ahora, los
testigos que han testificado en el juicio son afectos al oficialismo, sin
ninguna prueba en contra de Daniel, sino el sólo hecho de disentir del gobierno
nacional. El Comité contra la Tortura y el Grupo de Trabajo sobre la Detención
Arbitraria de las Naciones Unidas han solicitado su libertad, considerando que
su detención y proceso judicial son arbitrarios. Daniel Ceballos es otro preso
del gobierno nacional, que le teme a la juventud democrática preparada que día
a día les sacan las cuentas del mal gobierno que ha empobrecido a todos los
venezolanos.
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