Leonardo Fernández
abril 2015
Las
elecciones parlamentarias son una gran oportunidad para comenzar el ciclo de
cambios que devuelvan a Venezuela la democracia plena y la prosperidad que hoy
nos es tan esquiva.
Para
lograr este cometido se necesita de un esfuerzo unitario que vincule a los que
luchamos por una Venezuela de progreso. Pero un elemento vital para encausar
las ansias de cambio de nuestro pueblo, es la conexión que debe existir con la
sociedad y sus verdaderos problemas.
Todas
las encuestas auguran una muy posible derrota del oficialismo en las
elecciones, en especial cuando más del 70% de los ciudadanos se manifiesta en
favor de un cambio. Pero las encuestas hay que utilizarlas como un instrumento
de análisis que sirva para reforzar o corregir las actuaciones que desarrollan
quienes luchamos por Venezuela. En estas mediciones salta a la luz que una
buena parte del país, a pesar de que culpa al actual gobierno por la crisis, no
se siente identificada con quienes intentan representar las fuerzas del cambio;
la gente percibe una falta de vínculos entre la agenda de la Unidad y los
problemas de los venezolanos.
El
propio Secretario ejecutivo de la mesa habló de “candidatiritis” dentro de la
oposición que la aleja del sentir de la gente. Las apetencias personales, por
válidas que sean, no pueden ser el primer punto en la agenda cuando nuestros
compatriotas están obligados a hacer colas maratónicas, no consiguen los
productos, los acosa la inseguridad; entre muchos de los problemas que afrontan
a diario y que deben ser la verdadera causa de las luchas de la Alternativa
Democrática. La agenda de la Unidad debe estar enmarcada en la realidad que vivimos,
en lugar de estar ensimismada en discusiones estériles, que aunque naturales,
muchas veces causados por egos insuflados que no ven más allá de apetencias
personales.
La
Unidad debe estar en la calle, acompañando a los venezolanos, reclamar
enérgicamente los derechos. Pero no solo es protestar, sino buscar contribuir a
la solución de los problemas, bien sea con propuestas o también con actividades
que cubran el vacío de un Gobierno inmóvil.
Debemos
retomar el espíritu de aquellos partidos como AD, COPEI o URD, que en su
génesis fungían como un apoyo social, cuyos militantes, sin tener cargos eran
buscados por sus vecinos si les faltaba una medicina con la fe de que dentro de
sus posibilidades los iban ayudar. Por eso se convirtieron en parte de la identidad
del venezolano por muchos años y derrotaron férreas dictaduras. En cuanto
comenzaron a alejarse del sentir popular y concentrarse en ambiciones
personales, perdieron el respaldo de la gente. Aquel debe ser el marco de
referencia de la Unidad, mantenerse en la calle cercanos al pueblo.
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