Luis Manuel Esculpí 04 de mayo de 2015
Así acostumbraba titular las reseñas de
las páginas sociales las recepciónes a propósito de esas celebraciones. No
pensaran mis estimados lectores que pretendo hacer una crónica acerca de un
evento de ese tipo. Hace exactamente una semana un maestro, un compañero, un
amigo cumplió 93 años.
La primera vez que tuve conocimiento de
su existencia era yo un niño estudiante de primaria, cuando mi padre entonces
militante comunista, me llevó a conocer a esa leyenda de la lucha contra la
dictadura perijeminista, Santos Yorme quien vivía en Coche, parroquia El Valle,
zona donde también nosotros habitábamos.
Después de ese reconocimiento, lo vi
desde lejos en una tarima en el vetusto Palacio de los Deportes, o en alguna
verbena, cuando ya era militante de la Juventud. Mientras estuvo preso en el
San Carlos, leíamos semanalmente "Que pasa en Venezuela" con el
nombre de Carlos Valencia "trazaba la línea seguir" por los militantes
del Partido y la Juventud, además sabia de él a través de Octavio seudónimo de
su hijo Iván con quien compartimos militancia en la adolescencia. Pompeyo luego
me contó que conocía también de mi existencia por esa misma vía.
Jamás podría imaginar que con el
transcurrir de los años, pese a la gran diferencia de edad, habríamos de
compartir numerosas experiencias, que me han servido de un gran aprendizaje, en
verdad Pompeyo Márquez es un pedagogo, resulta imposible compartir durante
muchos años con él y no extraer de esas vivencias el aleccionamiento entusiasta
no solo para la acción política, sino también para las más variadas facetas. El
par de años finales de su clandestinad, el debate en el seno del PCV y esa
hermosa aventura que fue durante un tiempo el proyecto del MAS nos permitió
confraternizar y asimilar lecciones para el compromiso y para la vida.
Su trayectoria es suficientemente
conocida, su inteligencia y coraje en la lucha por la democracia en tiempos
dictatoriales, su dedicación desde los 14 años al compromiso, su entrega y
audacia en la década de los 60 y sobre todo su voluntad de rectificación, su
honestidad y de amplitud para superar los dogmas y asumir los desafíos de la
modernidad. No insistiré en ellos, quisiera destacar otros aspectos de su
personalidad como su valoración del debate de las ideas, su tolerancia por
quienes difieren de sus puntos de vista, con no poca frecuencia nos hemos
encontrado en tal situación, y su gran capacidad para hacer amigos en las más
diversas áreas; precisamente una de sus características que resalta es el
altísimo valor que le concede a la amistad.
He oído de su voz infinidad de anécdotas
de las distintas épocas que le ha tocado vivir, siempre condimentadas con el
buen humor- rasgo que también le es característico- alguna de ellas están
relatadas en sus memorias. Pese a sus actuales limitaciones físicas sorprende
la lucidez con que dicta sus artículos, mantiene su avidez por la lectura y su
afán por estar al día. Pude de nuevos constatarlo en el último encuentro que
sostuvimos junto a gran amigo; Rafael Guerra Ramos.
Pompeyo estaba leyendo dos libros
simultáneamente "Historias que hicieron Historias" de Rafael Simón
Jiménez y "El hijo de la Panadera de Inés Quintero. Nos consultó acerca de
nuestras últimas lecturas y nos solicitó recomendaciones.
Nos llamó especialmente la atención el
siguiente comentario: " leí recientemente a Cicerón" en son de broma
señaló -no el de José Vicente- allí tengo los diálogos sobre la vejez y la
amistad" y nos señaló como había asumido esta edad como una etapa más de
la vida, al igual que la infancia, la adolescencia y la niñez. Afirmó
"ella tiene sus impedimentos, por supuesto, pero tiene sus cualidades,
nuestra experiencia y capacidad de reflexión no la teníamos en esos
tiempos". También en este agradable encuentro se interesó por leer
"El Fin del Poder" de Moisés Naim y "El Capital del siglo
XXI" de Thomas Piketti. Inicialmente me los solicitó en préstamo, luego
mostró disposición a adquirirlos. Sorprende el entusiasmo y la voluntad de a
esa edad leer tal variedad de temas y de complejidad de textos.
En esa visita Pompeyo nos reiteró su
deseo de vivir para ver el rescate de la vida democrática y la superación la
situación que nunca imaginó viviríamos los venezolanos.
Hace una semana exactamente lo llamé
para felicitarlo y su animada respuesta fue: " Aquí estamos vale, llegué a
los 93". En el discurso inaugural de la Feria del libro de Chacao , donde
coincidimos en la esquina izquierda de la tribuna para oírlo, militantes de la
época de "Los Topos", el homenajeado Eduardo Liendo también Maestro
del compromiso y de las letras narró una entrevista una periodista le interrogó
acerca de la importancia de ese homenaje el escritor respondió palabras más,
palabras menos: " es que se hace mientras estoy vivo". Por idénticas
razones quise dejar en esta columna testimonio de consideración, respeto y
afecto al amigo, compañero y maestro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico