Por Francisco J. Monaldi | 4 de mayo, 2015
En las elecciones legislativas de 2010
el oficialismo (alianza PSUV) obtuvo 48% de los votos y consiguió 59% de los
diputados. La MUD sacó 47% de los votos y 40% de los diputados, en tanto que el
PPT sacó 3% de los votos y 1% de los diputados. Dado que el PPT había pasado a
la oposición (Falcón y Guarulla), otra manera de verlo es que la oposición sacó
50% de los votos y solo el 41% de los diputados.
En su momento comúnmente se le atribuyó
la discordancia entre votos y puestos a la manipulación de los circuitos
electorales (el famoso gerrymandering) ejecutada por el CNE de mayoría
oficialista. No hay duda de que este factor afectó a la oposición. En un
trabajo que realicé con mis colegas Richard Obuchi y Alfredo Guerra estimamos
que esta manipulación le restó unos 5 diputados a la oposición, si se compara
con los que se hubiese obtenido usando los circuitos de 2005. Sin embargo, el
resto de la diferencia –unos 9 diputados— comparando con los que hubiese
obtenido la oposición en un sistema proporcional como el que prevalecía en el
pasado, fue atribuible a otros dos factores:
1. La sobrerrepresentación
de los estados menos poblados del país, originada en una norma Constitucional,
favoreció al chavismo porque en general tiene más apoyo en las zonas rurales.
Un voto en Delta Amacuro vale casi seis veces más que un voto en Zulia o
Miranda.
2. El sistema electoral se
hizo abiertamente mayoritario con el incremento del número de diputados
nominales (electos por mayoría simple) y la eliminación de la proporcionalidad
del sistema mixto, es decir la compensación con diputados electos por lista del
“exceso” obtenido en diputados nominales (la legalización de las “morochas”).
En su época de mayorías amplias, el oficialismo había estructurado el sistema
para sobre-representar al partido mayoritario. Como la alianza del PSUV sacó
más votos que la opositora MUD, y la oposición fue dividida (el PPT no se alió
con la MUD), eso también les favoreció.
Las encuestas en 2010 mostraban una
realidad muy diferente a la de hoy. En ese entonces indicaban que la oposición
tenía una leve mayoría. Eso permitía predecir que la combinación de
sobrerrepresentación de las zonas rurales, con la manipulación de circuitos y
el hecho de que Guarulla y Falcón no hubieran entrado dentro de la coalición de
la MUD, hacían probable un escenario en que la oposición obtuviera la mayoría
de los votos, pero el oficialismo la mayoría de los diputados, como
efectivamente ocurrió. Para que la oposición hubiera tomado control de la
Asamblea se habría requerido unidad perfecta y obtener aproximadamente 52% de
los votos (5 puntos más de lo que sacó la MUD).
Lo que muestran hoy las mismas encuestas
es que el oficialismo está en franca minoría. La intención de voto de sus
candidatos ronda el 30-33% de apoyo (un poco por encima de la aprobación
presidencial). Estos son niveles como los que tenía la oposición en 2005-2006
en la cúspide del auge económico y de la popularidad de Chávez. Los candidatos
de la MUD tienen un apoyo que ronda el 55-59% y el resto manifiesta que votaría
por candidatos no-alineados. Es decir que la oposición casi dobla en apoyo al
chavismo. Si hay unidad en la oposición y esta obtiene más de 53% de los votos,
eso se traduciría en una mayoría de diputados (aun asumiendo que el chavismo
saca bastante más que lo que tiene hoy en las encuestas). Si la ventaja fuese
más amplia, con 58-60% de los votos, la oposición obtendría una mayoría
calificada. Usando los resultados de la última encuesta Datanálisis, Francisco
Rodríguez en su reciente reporte de Merrill Lynch proyecta 120 diputados
opositores del total de 167 (72% de los diputados con 59% de los votos). Cabe
resaltar, que esta proyección toma en cuenta los recientes anuncios de cambios
en la elección de diputados por nuevos estimados poblacionales, que agrega dos
diputados a la AN. Estos cambios claramente están diseñados para restarle
diputados a la oposición como ha demostrado Eugenio Martínez en su excelente
trabajo periodístico. Por ejemplo, eliminaron uno de los dos diputados electos
en el Este de Caracas y lo agregaron a los Valles del Tuy. Pero esta maniobra
que hay que condenar enérgicamente, probablemente le restaría —a lo sumo— 1 o 2
diputados a la oposición. Un descarado abuso, pero no suficiente para alterar
la correlación de fuerzas. Si la oposición va unida y los votantes opositores
no se abstienen desproporcionadamente más que los chavistas, los votos serían
claramente suficientes para cambiar el control de la Asamblea, incluso con una
relevante probabilidad de obtener la mayoría calificada. El sistema
mayoritario, ahora que el chavismo es minoría, se devuelve contra ellos, el
gerrymandering no basta. Es bueno aclarar que no es posible predecir con
precisión como se traducirán los votos en diputados porque esto depende
crucialmente de la distribución de los votos por circuitos. Sin embargo las
proyecciones, como la de Merrill Lynch, que asumen que la oposición crece
uniformemente, dan una idea aproximada que no está lejos de los posibles
escenarios reales.
Por supuesto que falta mucho para las
elecciones, que insólitamente aún no tienen fecha, y el oficialismo tiene
varios trucos bajo la manga para tratar de evitar su descalabro electoral. Ya
vemos que están volviendo a manipular los circuitos, pero por allí, como
mencionamos no van a poder obtener demasiado. ¿Qué otros trucos les quedan? Los
más predecibles son los que ya han utilizados en el pasado:
1. Promover la división de
la oposición, estimulando que haya alguna lista disidente.
2. Promover la abstención de
los opositores generando desconfianza en el CNE y un ambiente de desesperanza
en los opositores
3. Incrementar su apoyo con
alguna jugada populista como el “Dakazo”
4. Las prácticas
fraudulentas en el día de la elección, como los votos “fantasmas” de los que no
fueron a votar, que agregan al final del proceso en los centros sin presencia
de testigos opositores.
Pero este tipo de estrategias, si la
oposición las contrarresta, difícilmente evitarían la derrota del oficialismo.
A lo sumo, podrían evitar que la oposición logre la mayoría calificada. Por
otra parte, la debacle económica incluso pudiera implicar peores resultados
para el gobierno de los que reflejan hoy las encuestas, esa sería de hecho la
presunción lógica en cualquier país “normal”.
La contundencia de este escenario base
hace plausible que haya elementos radicales en el gobierno que se planteen la
peligrosa opción de posponer indefinidamente las elecciones o descaradamente
hacer fraude electrónico masivo. Los costos de hacer algo así serían
gigantescos para el gobierno, perderían toda la legitimidad interna y externa.
La abrumadora mayoría de los venezolanos, así como de los observadores y
gobiernos internacionales, piensan que ganará la oposición, porque saben
perfectamente que hoy el gobierno está en clara minoría. Si ocurre un fraude
masivo, colapsaría el apoyo que le queda al gobierno y lo haría insostenible.
Sin embargo, la oposición se debe preparar para estos escenarios, porque no
puede contar con que una mínima racionalidad vaya a prevalecer y por tanto
tiene que hacer lo posible para incrementar los costos internos y externos si
el gobierno decidiera traspasar la última barrera hacia la dictadura abierta.
Ahora bien, muchos se preguntarán: ¿para
qué sirve tener mayoría en la AN si el gobierno le va a quitar todo el poder?
En Venezuela, todo es posible, pero esa es harina de otro costal y como diría
el amigo Ibsen Martínez, recordando a Jack el destripador: “vamos por partes”.
¿pudiera el presidente "cerrar" el parlamento, y con qué condiciones? (éste es otro escenario)
ResponderEliminarlopezsch@gmail.com
¿pudiera el presidente "cerrar" el parlamento, y con qué condiciones? (éste es otro escenario)
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