Fausto Masó 30 de mayo de 2015
@faustomaso
Un familiar me envía una noticia
publicada en Alemania sobre Antonio Ledezma, donde se sorprenden de que el
alcalde de la principal ciudad de Venezuela se encuentre virtualmente
secuestrado en su casa, a pesar de la votación con la que fue elegido. Este
caso de Ledezma expresa la tragedia de los presos políticos venezolanos que ya
despiertan atención mundial, sin que el gobierno encuentre una respuesta,
porque a Maduro lo domina una perplejidad absoluta, parece atrapado y sin
salida. No sabe qué hacer con Antonio Ledezma, igual que lo desconcierta la
crisis económica, a pesar de que sus asesores internacionales le señalan que la
inflación para diciembre amenaza con llegar a 200% y que el desabastecimiento
en semanas provocará graves conflictos.
Dentro del chavismo se multiplican las
críticas, desde un Navarro a un Giordani y a dirigentes obreros. En Aporrea
escribe César Enrique: “La corriente disidente del PSUV, Marea Socialista, como
ya es conocido, decidió finalmente presentar candidatos propios a las
elecciones parlamentarias de 2015, posibilidad que había llevado a la
agrupación a solicitar, preventivamente (a fines de 2014), la reserva del
nombre ante el CNE. El órgano electoral, sin embargo, de acuerdo con la Gaceta
Electoral de fecha 13/05/15, negó a MS (así como a otras agrupaciones
solicitantes) la posibilidad de registrarse como partido político, aunque la
decisión aclara que se trata de una medida de carácter temporal, ya que dichas
agrupaciones podrían ser aceptadas si hacen el cambio de nombre, lo que les permitiría
tomar parte en la elecciones a la Asamblea Nacional. Más allá del
pronunciamiento del CNE, con todo lo que puede implicar, lo relevante es la
determinación de MS de convertirse en una organización política autónoma. No es
gratuita la decisión de MS”.
Por otra parte, en la oposición sin
duda, “la Unidad es la llave maestra para abrir las celdas de los presos
políticos. Aquí no se trata de ver quién es el primer partido de oposición,
aquí lo trascendente es luchar juntos para que tengamos a la unidad al frente
del nuevo gobierno que los venezolanos debemos darnos democráticamente,
produciendo los cambios que necesitamos en lo económico, en lo social y en lo
político”.
Para Mitzy de Ledezma, “todos somos
necesarios, no podemos caer en el juego del régimen que quiere vernos
peleándonos como perros y gatos, cuando lo juicioso es honrar la fe de la gente
en nosotros. Si no nos respetamos, si no nos unimos de conciencia, la
ciudadanía llegará a pensar que lo único bueno que tiene este nefasto gobierno
es lo malo de la oposición”.
Nicolás Maduro acepta en privado que las
cosas no marchan bien, no se decide a imponer un solo tipo de cambio, o pasar
del 6,30 a 10 o 45 por dólar. Por ahora solo le preocupa disminuir la salida de
dólares, aunque sea a costa de paralizar la industria, o dejar a los
estudiantes pasando hambre. Según Ecoanalítica, “se proponía un tipo de cambio
oficial de 35 bolívares por dólar, supuestamente alineado con el nivel del tipo
de cambio real de equilibrio para Venezuela al cierre del mes de febrero 2015”.
Pero a Maduro le encanta correr la arruga, dejar para después de las elecciones
las decisiones, ni siquiera se atreve a aumentar el precio de la gasolina, pero
esta semana anda alarmado, porque le dicen que esto no llega a las elecciones.
Él hasta ahora prefiere esperar, encomendarse a Dios, apostar por un milagro,
no darle un dólar al sector privado, aunque ya se paralicen las industrias.
Como dijimos, Maduro está atrapado y sin
salida.
La pregunta inevitable: ¿por qué Chávez
escogió a Maduro?
Porque no tenía otro candidato a
sucederlo a mano, al final entre Jaua y Maduro el chavismo prefirió al segundo
y los civiles rechazaron que a Chávez lo reemplazara un militar.
Ese fue el fruto de 14 años de gobierno
de Chávez que deliberadamente apartó de su lado a los que le hicieran sombra.
En sus últimos meses de vida, cuando ya
sabía cercana la muerte, Chávez y su círculo de confianza decidieron que Maduro
ocuparía la presidencia, cometieron un último, tremendo y definitivo error.
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