Edgar Rivero julio de 2015
Días atrás leí un artículo que tituló el
presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, como: “Seguro está el infierno”.
En él detalla de forma muy precisa los diferentes escenarios que podrían
generarse previo a las elecciones parlamentarias del 6D. Entre los aspectos
señalados destaca que la alternativa democrática es favorita, que el chavismo
no las tiene todas consigo y es minoría.
Asimismo, alerta sobre el uso de los
“cines negros” como los conflictos internacionales, el reparto populista de
productos venidos de la China, en barcos que dicen que ya zarparon o también
una nueva inhabilitación o encarcelamiento de un líder político de la
oposición.
La mención de “los cisnes negros” es una
alusión a una teoría descrita por Nassim Taleb en su libro del 2007 “El Cisne
Negro”, término acuñado por el poeta Juvental en su frase “un ave rara en la
tierra y muy parecida a un cisne negro”. Cuando él dijo esto, se presumía que
los cisnes negros no existían. Esta frase era usada para indicar imposibilidad
y era muy común en Londres en el siglo XVI, porque se presumía que los cisnes
debían ser blancos; además de existir registros históricos de que no existían
los negros. Sin embargo, una expedición holandesa dirigida por Willem de
Vlamingh en el río Swan en 1697 demostró la existencia de estos animales con
ese color.
Para poder comprender aún más sobre esta
teoría es pertinente tener presente que encierra tres cualidades: tiene que
suceder un evento, tiene que ser de gran impacto y racionalizar el evento en
retrospectiva, es decir, como si pudieran haber sido esperados. Los cisnes
negros producen alto impacto porque son eventos que tienen muy poca
probabilidad de que sucedan, como ver una estrella fugaz cuando no la
esperamos, un desastre natural o un accidente de tránsito.
En esta ocasión, cobra fuerza el uso o
aplicación de esta teoría de parte del gobierno de turno por la proximidad de
la contienda electoral; tanto así, después de tantos años adormecido el tema
del Esequibo, hoy vuelve a la palestra pública bajo un tono supuestamente
nacionalista y bolivarianista. En pocas palabras, el gobierno apela a este
“cisne negro” para buscar oxigeno y enfriar el clima de la campaña electoral. A
sabiendas que es un tema álgido y difícil de tirar por la borda, debido lo que
representa para el pueblo venezolano.
Sin dudas, estratégicamente el régimen
de turno recurre a todos los artilugios necesarios para mantenerse en el poder.
Pretende, a mí entender, utilizar el tema del Esequibo para sorprender al
elector. Ellos consideran que en las condiciones que se encuentran electoralmente,
cualquier acción que se haga para llamar la atención del votante, genera un
nuevo espacio de relación a pesar de los embates de la crisis que sufrimos.
Ellos, apuestan a atrincherarse. Por
ello, la escogencia de un camino diferente en este momento, cuando nadie lo
espera provocaría un replanteamiento político –electoral favorable; es decir,
una fórmula infalible: creatividad, inventiva, provocación, estímulo a las
bases oficialistas y no oficialistas. Darle cuerpo, en tiempo récord, a la
capacidad de incorporar nuevos elementos en el escenario electoral del 6D;
como: entendimientos ficticios con la oposición, una matriz de opinión de
patriotismo, nuevas acciones en lo económico, todo lo necesario para alterar
notablemente las expectativas del elector agobiado y decepcionado por su
incapacidad y desgobierno.
Finalmente, el oficialismo de juega a
Rosalinda, vendrán al tapete muchos “cisnes negros”, queda de nuestra parte
saber comprender el impacto y articulación de los mismos. Si no tenemos una
actitud despierta e inteligente corremos el riesgo de morder el anzuelo y
perder la gran oportunidad de cambiar el destino del país. ¡Despierta
Venezuela! ¡El cambio es ahora!


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