MaDenisse Fanianos de Capriles 08 de julio de 2015
El fin de semana pasado celebramos en mi
familia las bodas de oro de mis padres. Cincuenta años desde aquél día en que
se dijeron sí ante Dios para siempre… en la salud y en la enfermedad… en la
riqueza y en la pobreza... Fue una ocasión maravillosa para reflexionar sobre
el significado del matrimonio y la familia como base de nuestra sociedad.
Algunos creen que es imposible, o muy
difícil, llegar a 50 años de casados. El hecho es que uno conoce bastantes
matrimonios que han tenido esa dicha y a otros que hubieran llegado pero no
pudieron porque murió antes alguno de los cónyuges.
En la misa que se ofreció para dar
gracias a Dios por estas bodas de oro el sacerdote comentó que el fin de semana
anterior había celebrado otras bodas de oro y otro matrimonio que cumplía 55
años de casados. La semana pasada también fue noticia un matrimonio
norteamericano que cumplieron 70 años de casados y luego murieron los dos con
pocas horas de diferencia.
El padre decía: “Yo no se por qué en los
medios no se difunden más estas buenas noticias. Uno ve las telenovelas y todo
es pelea, lloriqueos, divorcios, unos que se van con otros, etc. ¿Por qué no
enseñan que sí hay matrimonios que duran toda la vida, a pesar de las
dificultades que puedan enfrentar?”.
Y es que como dijo mi papá en la
celebración que les hicimos sus hijos y nietos: “El amor se hace día a día. Eso
es mentira que existan las parejas con los mismos gustos y compatibilidades.
Uno lo que tiene es que tener paciencia y llevar el día a día amando a quien escogimos
por esposa”.
¡Es tan sencillo eso del matrimonio!
Pero es sencillo cuando no nos complicamos la vida. Cuando no pensamos en
nosotros mismos sino cuando vivimos pensando en el otro: en nuestro esposo,
nuestros hijos, en el enfermo o el anciano en la casa.
Este lunes pasado el papa Francisco en
Ecuador dijo una homilía preciosa sobre la familia. Entre otras cosas señaló
que: “La familia es el hospital más cercano, cuando uno está enfermo lo cuidan
ahí mientras se puede, la familia es la primera escuela de los niños, es el
grupo de referencia imprescindible para los jóvenes, es el mejor asilo para los
ancianos. La familia constituye la gran «riqueza social», que otras
instituciones no pueden sustituir, que debe ser ayudada y potenciada…”.
Y es que como dice el papa: “El servicio
es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al servicio de los
demás. Y esto se aprende especialmente en la familia, donde nos hacemos, por
amor, servidores unos de otros”.
Y en cuanto al amor del matrimonio dijo:
“Las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada
uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre
asentarse en amores duraderos, en amores fecundos y en amores alegres”.
Y a continuación habló de la presencia
de la Virgen en nuestros matrimonios: “María está atenta, atenta en esas bodas
ya comenzadas, es solícita a las necesidades de los novios. El vino es signo de
alegría, de amor, de abundancia. Cuántos de nuestros adolescentes y jóvenes
perciben que en sus casas hace rato que ya no hay de ese vino. Cuánta mujer
sola y entristecida se pregunta cuándo el amor se fue, cuándo el amor se
escurrió de su vida… Cuántos ancianos se sienten dejados fuera de la fiesta de
sus familias, arrinconados y ya sin beber del amor cotidiano de sus hijos, de
sus nietos, de sus bisnietos…”
“… María nos enseña a dejar nuestras
familias en manos de Dios; nos enseña a rezar, encendiendo la esperanza que nos
indica que nuestras preocupaciones también son preocupaciones de Dios. Y rezar
siempre nos saca del perímetro de nuestros desvelos, nos hace trascender lo que
nos duele, lo que nos agita o lo que nos falta a nosotros mismos y nos ayuda a
ponernos en la piel de los otros, a ponernos en sus zapatos. La familia es una
escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un
prójimo cercano, patente: que vive bajo el mismo techo y que comparte la vida y
está necesitado”.
¡Qué grande es el matrimonio y la
familia! Dios quiera que todos los matrimonios duren para toda la vida y que
den ejemplo de valores, entrega y servicio a los demás.
El Papa es muy optimista. Nos dice al
final de esta homilía que: “Está por venir el tiempo donde gustamos el amor
cotidiano, donde nuestros hijos redescubran el espacio que compartimos, y los
mayores están presentes en el gozo de cada día. El mejor de los vinos está en
la esperanza, está por venir para cada persona que se arriesga al amor. Y en la
familia hay que arriesgarse al amor, hay que arriesgarse a amar. Y el mejor de
los vinos está por venir aunque todas las variables y estadísticas digan lo
contrario; el mejor vino está por venir en aquellos que hoy ven derrumbarse
todo”.
“Murmúrenlo hasta creérselo: el mejor
vino está por venir. Murmúrenselo cada uno en su corazón: El mejor vino está
por venir. Y susúrrenselo a los desesperados o a los desamorados. Tengan
Paciencia, tengan esperanza, hagan como María, recen, actúen, abran su corazón,
porque el mejor vino va a venir… Como María nos invita, hagamos «lo que el
Señor nos diga», lo que Él nos diga y agradezcamos que en este nuestro tiempo y
nuestra hora, el vino nuevo, el mejor, nos haga recuperar el gozo de ser
familia, el gozo de vivir en familia”.
Gracias Dios mío por tantos matrimonios
y familias que se aman eternamente y que son un ejemplo de entrega y servicio a
los demás. Esa frase que nos enseñaron desde pequeñitos en la escuela es
absolutamente verdad: “La familia es la base de la sociedad” y con familias
unidas, complementarias, que se aman para siempre, que aman a los demás sin
medida y que tienen a Dios y a la Virgen muy cerca de ellas tenemos esperanza
de sobra.
¡Que Dios bendiga a todos los
matrimonios y sus familias!

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