Por Claudio Nazoa
A la MUD…
Imaginemos a Simón Bolívar
buscando su casa en la Caracas de hoy, trajeado con su casaca, sus boticas y su
espada.
—Ciudadano, ¿cómo se llama
usted? ¿Por qué anda disfrazado?
—¡Respetad! Yo soy Simón
Bolívar de la Gran Colombia.
—¿Ah, sí…? Si tú eres Bolívar
yo soy Leopoldo López.
Bolívar, desconcertado, camina
por una Caracas hostil que lo agrede. En su plaza, la Bolívar, se topa con su
imagen ecuestre, custodiada por un colectivo bolivariano.
—¡Oligarca! Es contigo. ¡No te
hagas el pendejo!
—¿Me habláis, caballero?
–responde.
—¡De bolas! ¡Esta plaza es del
pueblo y por aquí no pasan pelucones!
—No os entiendo. ¿Sois partidario
de Murillo?
—No, de Cocosette, ¡bolsa!
–dicho esto lo sacan a empujones de la plaza.
—¡Qué chévere! Teatro de calle
–comentan unas señoras.
Dos niños limpiabotas lo
interceptan.
—¡Chamo! ¡Tú eres bulda e’
parecido a Simón Bolívar!
—¡Es que yo soy Bolívar! Pero…
¿Acaso mi maestro Simón Rodríguez sabe que vosotros no estáis en la escuela?
—Este lo que está es fumao…
Mayol, pásanos una vainita pa’ comé.
Más tarde, en un edificio
invadido, ve afiches con fotos suyas y del Che Guevara.
—¿Y ese hombre?, el de la
barba y la boina, ¿quién es?
—Qué importa quién es, aquí lo
importante es que todos somos pueblo bolivariano. ¡Y más mejor que te largues!
Bolívar se aleja. Un
bachaquero lo detiene.
—Agarra allí. ¡Ese es el
preservativo que no falla!
—¡He encontrado a alguien
sensato! ¡Sí! Eso es lo que hace falta para que derrotéis el estado de caos en
el que os encontráis. Preservad la unidad. ¡Unidad, unidad...! La misma unidad
que hoy os ha hecho triunfadores.
Por fin, llega a su casa
natal.
Los pasos cansados del
desconcertado prócer hicieron retumbar el eco en la antigua residencia de los
Bolívar. Al ver la cama en donde un día por primera vez vio la luz, concientizó
que era el aciago 17 de diciembre de 1830.
—Estoy viviendo cosas que aún
no han pasado... ¡Es la muerte que me trae absurdas visiones!
Fue entonces cuando se dio
cuenta de que estaba en Santa Marta.
—Dr. Reverend, no me deis más
medicinas. No estoy delirando, es la muerte que me lleva… ¡Dios…! ¡Mi Gran
Colombia!... ¡María Teresa! Manuelita, ¿dónde estáis? ¡Venid, salvadme!...
¡Mamá, ya voy!... ¡Maestro Simón Rodríguez, esta debe ser otra broma de su
merced!... ¡Malditos canallas que mancillan mi espada para enaltecer caudillos
y déspotas!... ¡Sucre! ¡Sucre! ¿Por qué os dejasteis asesinar?
¡Vámonos de aquí, esta gente
no nos quiere!
14-12-15
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