Por Franz Von Bergen
Edgar Zambrano, Miguel Pizarro
y Stalin González perdieron la cuenta de cuántos encuentros tuvieron o
intentaron tener con parlamentarios del oficialismo para organizar la
transición política que se dio en la Asamblea Nacional el pasado 5 de enero.
Ellos tres fueron los miembros de la comisión de enlace designada por la Mesa
de la Unidad Democrática para preparar la sesión de instalación del nuevo
Parlamento, un hecho histórico debido a que marcó la primera vez en 17 años que
un poder público nacional regresó a manos de la oposición.
La labor del grupo de
diputados inició el 23 de diciembre en el patio del Palacio Legislativo al lado
de la fuente. En un breve encuentro con el diputado peseuvista Pedro Carreño el
chavismo hizo su primera petición: permanecer a la izquierda del hemiciclo, la
trinchera que han ocupado desde su llegada al poder. La oposición aceptó el
requerimiento y quedaron en encontrarse una semana después para terminar los
arreglos. Todo parecía marchar en orden.
Sin embargo, el 30 de
diciembre el panorama se complicó. Los interlocutores del chavismo, Fidel
Vásquez (ex secretario de la AN), Pedro Carreño (ex jefe de bancada del PSUV) y
Víctor Clark (diputado y quien fue secretario accidental durante la sesión de
instalación) no aparecieron y el jefe de seguridad de la Asamblea llegó en la
tarde. No se pudo avanzar más.
“En enero fue que se retomó el
trabajo y hubo que organizar casi todo el lunes 4”, relata el diputado
González.
La falta de colaboración del
chavismo se tradujo en la ausencia de los jefes de las distintas áreas de la
AN, como la de protocolo, y en sabotajes como el corte de los cables de audio
en el hemiciclo y otros salones importantes, como el Francisco de Miranda. En
esta etapa fue clave el apoyo de los trabajadores, que debieron empatar cables
en tiempo récord para que al día siguiente se pudiera escuchar la sesión. El
empuje de los empleados hizo posible el acto y la foto familiar en las
escalinatas del Palacio Legislativo.
Recuperar el sistema de audio
y de iluminación del hemiciclo, que fue entregado con serias fallas, tomó
varias horas y solo se tuvo la certeza de que funcionarían faltando dos horas
para el inicio de la sesión. Por otra parte, ante la ausencia del jefe de
protocolo, se tuvo que buscar apoyo externo para poder atender a los más de 300
invitados y periodistas.
Los diputados también tuvieron
que entablar conversaciones con los generales Néstor Reverol, comandante de la
Guardia Nacional Bolivariana, y Gustavo González López, ministro de Relaciones
Interiores, para acordar hasta dónde llegarían las movilizaciones populares
pautadas para el 5 de enero en el centro de Caracas, que quedaron represadas
detrás de cinco anillos de seguridad. Al final los dos grupos ni siquiera se
vieron ese día y el evento transcurrió en paz.
“Se pudo hacer el acto, que es
lo importante. Sin embargo, por todo el apuro quedaron pendientes algunos
detalles protocolares. Por ejemplo, no se puso una alfombra roja en la entrada
del hemiciclo y no hubo la parada de honor que le corresponde hacer a la Fuerza
Armada”, explica González.
El ejemplo de lo ocurrido en
el Parlamento guarda una relevancia especial debido a que la transición en esta
institución es una muestra fehaciente de lo que puede reservar el futuro si los
cambios políticos dejan de ser una excepción en Venezuela y se convierten en lo
común, como ocurre en cualquier otro sistema democrático. La transformación no
acabó el pasado 5 de enero. En las esquinas de Pajaritos y San Francisco, donde
se encuentra el Parlamento, los cambios apenas comienzan y traerán consigo
retos importantes para líderes políticos y más de 1.000 funcionarios, algunos
de los cuales llevan trabajando en ese recinto más tiempo que el chavismo en el
poder.
Los daños. La Comisión de
Enlace de la oposición no pudo resolver todos los problemas el día antes de la
instalación. Hubo algunos temas que han quedado abiertos y fueron dejados momentáneamente
de lado, así como cuando se hace una limpieza si la suegra viene de visita. De
hecho, el palco de prensa, que recibiría a los periodistas después de cinco
años, no se pudo mejorar para el día de la instalación.
Mientras a la luz del día los
dirigentes de la MUD aprovecharon para arreglar y organizar, las noches fueron
utilizadas por el oficialismo para sabotear, señala una fuente. Luego del 30 de
diciembre se llevaron los equipos del estudio 1 del canal de Televisión de la
Asamblea, ubicado en el edificio del hemiciclo, y del control de estudio de la
sesión.
Todavía no se conoce el
paradero de 6 cámaras, consolas de audio, antenas, cables de fibra óptica, más
de 10 vehículos y otros recursos técnicos. “Como no tenemos acceso al edificio
del canal, no sabemos si se llevaron más cosas”, advierte Betzaida Amaro, líder
sindical del medio.
“Eso se lo llevaron en la
noche, pero no se sabe a dónde. Lo hicieron cuando nadie estaba aquí, la gente
de seguridad es la única que puede saber algo sobre lo qué pasó”, comenta un
técnico de audio de la Asamblea. Otro trabajador resume en dos palabras el
estado en que dejaron esos espacios: “Quedó destrozado”. En la sala quedaron
los cajones vacíos donde iban las consolas y los escombros que soltaron las
paredes cuando arrancaron los cables. En el estudio 1 ni siquiera dejaron un
bombillo que permitiera prender la luz para calcular los daños. Se llevaron
computadoras y cámaras. Lo único que quedó en pie fue un backing que se usaba
durante las grabaciones.
Una comisión de diputados de
la MUD está realizando una investigación sobre el asunto y tienen el objetivo
de reponer los equipos, informó el diputado Carlos Lozano (Carabobo), miembro
del grupo.
El diputado Edgar Zambrano
prefiere restar importancia a los contratiempos que hubo y se concentra en los
éxitos: “La juramentación se dio y la AN está en pleno funcionamiento”.
Una prueba de que eso es así
ocurrió el mismo martes tras la sesión de instalación. Diosdado Cabello entregó
personalmente su oficina a Henry Ramos Allup. “Pasó como debe ser y cumpliendo
con las formalidades de la Contraloría. Fue un encuentro entre dos políticos
que se conocen y cada uno al nivel de su responsabilidad. El despacho se
entregó en las condiciones en que debía estar. Solo tenía unos pequeños
detalles que se pueden corregir de manera inmediata”, comenta Zambrano sin
revelar mucha más información sobre el episodio.
Lo que fue. Hasta el mes
pasado, cada vez que un mensajero de la AN llevaba una encomienda a la oficina
de la Presidencia de ese Poder, ubicada en Palacio, unos perros tenían que oler
primero el paquete o los sobres entregados. “Había mucha hostilidad. Los
empleados no podían ir a ese edificio a menos que los llamaran expresamente y
los días de sesiones el acceso era aún más restringido”, cuenta un empleado de
las oficinas del bloque parlamentario del centro del país.
El asistente de un legislador
secunda su versión: “Si un diputado opositor requería algún documento o
cualquier otra cosa durante la sesión, el asistente tenía que ir al edificio de
Pajaritos a buscarlo, pero no podía entrar al Hemiciclo para dárselo. Él tenía
que salir porque nadie tenía acceso, solo algunos asistentes del chavismo”.
Se restringía el paso a donde
los empleados debían ir, pero se les obligaba a acudir a otros lugares donde no
era su voluntad ni su responsabilidad estar. “En las marchas pasaban listas de
los empleados y teníamos que estar en foros y otras actividades políticas que
inventaban. Creo que ahora las cosas van a mejorar, esto es un respiro”,
advierte un empleado del bloque central, que tiene 20 años trabajando en la AN.
Pero las cosas no siempre
fueron así con el chavismo a la cabeza. Un técnico de audio que también tiene
más de diez años en el Poder Legislativo cuenta que llegó cuando el diputado
Willian Lara era presidente del Parlamento. “Lara dejaba que los empleados lo
abordaran y era cercano a la gente. Las cosas cambiaron hace cuatro o cinco
años”, asegura.
Diosdado Cabello, que presidió
el Parlamento entre el 5 de enero 2012 y el 4 de enero de 2016, era más
distante. “Los militares terminan queriendo tratar a los civiles como si fueran
militares y eso no está bien”, añade.
De los últimos vicepresidentes
indica: “Darío Vivas no hablaba con nadie, era muy cerrado y mantenía
distancia. Blanca Eekhout, Elvis Amoroso y Tania Díaz eran más abiertos y
llevaderos”.
La estructura militar de la
que habla el técnico se tradujo en un nuevo organigrama de administración,
aseguran los trabajadores. El manejo de todos los grupos parlamentarios fue centralizado
en la Dirección de Apoyo Técnico Parlamentario y Control Legislativo, un cargo
designado directamente por el Presidente de la AN.
“Todos los bloques tenían que
enviar comunicaciones a esa instancia para cualquier cosa, desde pasar unas
vacaciones hasta solicitar el cambio de un teléfono o una computadora dañada.
La presidencia tenía que aprobar todo”, comenta una empleada del bloque
nororiental.
Sobre este punto hay opiniones
encontradas entre los trabajadores. Mientras algunos consideran que la
situación “no era tan mala”, otros indican que la realización de cualquier cosa
se tardaba demasiado y afectaba las instalaciones y el trabajo.
“Para hacer cualquier arreglo
hay que hacer muchísimos trámites y mandar varias comunicaciones, por lo que algunos
diputados terminan prefiriendo comprar ellos mismos su pintura en el caso de
que quieran pintar. A mi oficina, por ejemplo, no se le ha podido hacer ningún
arreglo desde 2001 y está muy deteriorada”, asegura una secretaria.
En ese lugar hay algunas paredes
rotas, otras que fueron reparadas con teipe y el baño muestra signos evidentes
de deterioro, además de no tener jabón ni papel tualé.
La centralización complica
también la reposición de materiales, por lo que a las oficinas les falta papel
y tinta para las impresoras. Actualmente no hay material para elaborar las
acreditaciones. Este un parlamento sin wifi y con una red de Internet lenta en
la que están bloqueadas páginas de compra-venta que han sido tachadas de
“especuladoras” por el gobierno nacional.
Un empleado de mantenimiento
agrega: “Hasta para pedir un tornillo hay que solicitárselo a la coronela (una
coronel del Ejército que fue designada cabeza de la Dirección de Gestión
Administrativa). Aunque hay que aceptar que antes desaparecían algunas cosas y
esto controló esa situación, pero ahora se gasta más en papel con tanto
requerimiento”.
El diputado Ismael García, del
estado Aragua y del partido Primero Justicia, advierte que los problemas de
funcionamiento tienen mucho que ver “con la visión” de los funcionarios que
dirigían la administración saliente. “Tenían una conducta autoritaria y
hegemónica. Trataban la Asamblea como si fuera una sucursal del PSUV. Incluso
solo ellos tenían acceso a los salones para reunirse. Eso va a cambiar. Esta no
va a ser la casa de la Unidad, sino la Asamblea Nacional de todos los diputados
del gobierno y de la oposición”, afirma.
Lo que viene. Cuando se
le pregunta si ha sentido algún cambio desde el martes, la secretaria a la que
no se le ha echado una mano de pintura a su oficina desde el año 2001 se
muestra cautelosa: “Mejor pregúntame dentro de dos semanas. Por aquí por el
edificio administrativo los diputados todavía no han pasado mucho”.
Ismael García considera que
hay que darle un tiempo a la nueva directiva para que realice los cambios que
considere necesarios. “Ellos manejan todo lo correspondiente a la
administración y el funcionamiento y harán los anuncios que haya que hacer e
investigarán todo lo que haya que investigar”.
Hasta ahora la mayor
transformación ocurrió en el edificio del Hemiciclo. Luego de la primera sesión
Ramos Allup dirigió él mismo la retirada de imágenes de Hugo Chávez de la AN.
Sus fotos y retratos solo se mantienen en algunas paredes del edificio
administrativo.
Las disputas por las imágenes
de Chávez no son nuevas en el Parlamento.
Un trabajador de la Comisión
Permanente de la Familia, que en 2011 y 2012 estuvo dirigida por la MUD,
recuerda que allí se dio una situación similar. “En la entrada de la comisión
tenían una foto de él y la presidenta, Dinorah Figuera, la mandó a quitar.
Ellos lo aceptaron. Luego en 2012 empapelaron el lugar con afiches de campaña.
Se negaron a quitarlos, pero los retiramos una noche. En 2013, cuando el
control de todas las comisiones pasó al chavismo, el retrato de Chávez volvió a
la entrada”, explica el empleado.
La decisión del nuevo
presidente de la Asamblea generó reacciones dispares. “No me parece una buena
acción, pero cada quien piensa distinto. Yo hubiese esperado un poco más, pero
ellos ahora son los jefes y son los que deciden”, indicó un empleado de
mantenimiento con seis años en la AN.
El trabajador del bloque
parlamentario central lo ve de otra manera: “Espero que acepten de una vez por
todas que esto es una institución y no es para el personalismo de nadie”.
En las paredes del edificio
del Hemiciclo había una exposición sobre distintas etapas de la presidencia de
Hugo Chávez y de dos columnas colgaban grandes pendones con su imagen. Todo eso
desapareció en pocas horas.
En lo que sí hay consenso es
sobre el hecho de que el trato de los diputados opositores hacia los
trabajadores ha sido correcto hasta ahora y que viene más trabajo. Por ejemplo,
se decidió que las sesiones ordinarias de la AN serán los martes y jueves y no
solo los martes, como en los últimos años.
“Son personas muy amables y
atentas. Solo tienen dos días, pero hasta ahora pasan y saludan. Antes algunos
te trataban como si no existieras”, opina otro empleado de mantenimiento. Sin
embargo, el técnico de sonido manda una advertencia: “En 2000, cuando llegó la
nueva administración chavista, lo hicieron como estos. Eran muy abiertos con
todos y había ilusiones bonitas, pero se fueron cerrando y restringiendo hasta
terminar como ocurrió”.
10-01-16
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