Por Armando Janssens
El último día del año pasado
falleció en Bruselas, Bélgica, en la clínica San Juan, la tan querida religiosa
madre Denise Delens, a la edad de 92 años. A pesar de la tristeza que nos
acompaña, siempre repito “que la gente tiene derecho a morir en paz”,
especialmente a esta edad y después de una vida tan intensa. Muchos lectores
mayores de edad la han conocido y admirado, por tal motivo quiero recordarla
con un cariño especial que surge de mi aprecio y gratitud para con ella y sus
obras.
Denise se incorporó, después
de sus estudios como enfermera especializada, a la Congregación Francesa Hijas
de Corazón de María, fundada en plena revolución francesa por Adelaida de Cicé,
de la nobleza francesa, y el padre jesuita José de Cloriviére. Por tal motivo,
no tienen hábito ni imagen exterior que las distinga, siguen sus carreras
civiles variadas, y hasta viven en sus casas o apartamentos y en comunidades ocasionales.
Para asegurar la solidez religiosa tienen un intenso proceso de formación
permanente como leitmotiv: “Un solo corazón, una sola alma”, además la
referencia evangélica: “Yo no les llamo siervas, sino amigas” (Jn 15,15).
Durante varios años trabajó en
el Congo Belga donde, por motivo de la independencia y sus consecuencias
violentas, se vio obligada a escapar. Sus superiores luego le solicitaron venir
a nuestro país, Venezuela, para asumir la responsabilidad de la comunidad local
con sede en La Florida, Caracas.
En poco tiempo logró motivar
un equipo para crear una Escuela de Puericultura, Stella Matutina, para
asegurar la formación profesional en el acompañamiento de recién nacidos. Un
problema, en aquel momento, de primera importancia, tomando en cuenta la
mortalidad infantil que a lo largo de los años ha ido bajando bastante, a pesar
que no es todavía suficiente. Logró un equipo docente de alta calidad con la
enseñanza práctica en los hospitales más importantes que aseguraba una
formación de muy buen nivel, reconocido por las autoridades educativas de aquel
momento. Para construir su bella sede logró el apoyo de mucha gente, entre
ellos la del líder comunista de aquel momento, el doctor Gustavo Machado, que
les donó su casa en este sector. Al mismo tiempo la Fundación Creole hizo
aportes, junto a la organización Misereor de Alemania y otras más, para la
construcción de la escuela y el hospedaje de las alumnas del interior. El
impacto de la escuela ha sido importante. Partes esenciales de su enseñanza
fueron incorporados en otras carreras similares a nivel universitario.
Pero en especial, la formación
moral y religiosa, alcanzó una intensidad que hoy en día las ex alumnas siguen
valorizando como esencial en su vida y en su trabajo profesional. Cada mañana,
al iniciar las clases en el patio común, la madre Denise dirigía este proceso
tan delicado. Su entusiasmo, su claridad conceptual, su cercanía con la gente
de toda clase social y su religiosidad sólida, profunda y abierta, lograban
moldear las mentes jóvenes de las alumnas con un sello definitivo en su vida.
Todavía hoy en día, y especialmente en la actual directiva de Stella Matutina,
se puede constatar el resultado que, a su vez, se sigue trasmitiendo hasta
donde se es posible.
Simultáneamente la madre
Denise promovió el Centro Comunal Don Bosco, en el tan conocido Barrio
Chapellín, ubicado en medio de varias urbanizaciones. Este centro hoy en día,
bajo la responsabilidad del Grupo Social Cesap, dispone de un kinder iniciado
en aquel tiempo, al igual que una atención médica que logró la colaboración del
ministerio de Salud y el cual aún se mantiene dando sus aportes. La madre
Denise y su compañera, la hermana Michelle, de origen mexicano, visitaron todas
las casas del sector para crear lazos de cercanía y conocer las verdaderas
necesidades que a lo largo de los años cambiaron bastante. Iniciaron la Misa
Dominical con el apoyo, en aquel momento, de los padres capuchinos de la
Chiquinquirá y, donde todavía la señora Teresa junto a un grupo de gente del barrio
se responsabiliza. Ambas religiosas, junto a la hermana Cristina, vivieron
durante años en una casa, en medio de ese sector, con el nombre original de La
Chispa, que se convirtió en un punto de referencia y dignificación de este
sector popular. Recuerdo personalmente las reuniones frecuentes para hablar de
la gente y de sus circunstancias y de la búsqueda de soluciones. Igualmente,
los actuales líderes mayores recuerdan con valor estos momentos de convivencia
y su impacto en su vida personal y comunitaria.
En los años 80, la madre
Denise regresó a Bélgica para acompañar en la creación del primer Centro
Paliativo de gran impacto en el mundo de la salud y en el país. Allí se atiende
dignamente a la gente en su última etapa de la vida y donde ella, casualmente o
no, dejó de existir hace pocos días.
Como hija mayor de uno de los
más grandes constructores de su país de origen, heredó una suma importante con
la cual ella creó la Fundación Talita Khoum, que significa “Niña, Levántate”,
como referencia a ese milagro de Jesús tan conocido entre nosotros. Con
especial atención a la problemática de la mujer, pero igualmente abierto a
otras propuestas, esta fundación, desde hace casi veinte años, apoya proyectos
en varias partes del mundo. Da prioridad a la situación del sector popular y a
la educación familiar en especial y, como es de imaginar, los programas ya
nombrados recibieron una especial atención. También por eso nuestra permanente
gratitud.
Falleció una gran mujer,
sólida en una fe sostenida con permanente oración y meditación. Como hija mayor
de una familia numerosa, asumió el legado de valores familiares. Su mayor
fidelidad es, sin duda, su vocación y su congregación, al igual que a sus
amistades, basadas en un reconocimiento mutuo de la entrega a la causa de la
gente, que es la causa de Dios.
10-01-16
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