Simon Garcia 15 de julio de 2016
La
realidad cotidiana genera incesantemente motivos de rechazo al gobierno. A
quienes lo adversamos por desacuerdo con su modelo, sus políticas y sus fines
se unen quienes lo apoyan, pero sienten el peso de las crisis en carne propia.
Una avalancha de repudio social está tomando forma.
Además
de las crisis o quizá sea otra de sus formas de expresarse, el gobierno
mantiene la criminalización sobre el ejercicio de derechos como el de la libre
expresión, el de manifestación, el de asociación, el de la alimentación, la
salud, la educación o la vida.
Chávez
incorporó a la Constitución Nacional los referendos. Uno de ellos devuelve al
voto popular la atribución de revocar al Presidente que eligió. Pero nuestro
actual gobernante, poseído del miedo a contarse, ha decidido que ese mecanismo
de validación de su gestión por parte del soberano sólo se podrá realizar el
próximo año.
Maduro
le dio una patada al legado de Chávez expresado en la frase “dentro de la
Constitución todo, fuera de la constitución nada”. Para mantenerse por dos años
más en el ejercicio de un poder nocivo para la sociedad, se lleva por delante
esta máxima y echa en el cesto de la basura el librito azul. Si por él fuera se
convertiría en dictador y entregaría al diablo la suerte del país.
Pero
no puede dar ese paso sin afectar el futuro del PSUV y someterlo a una aventura
que no tiene muchos apoyantes. Millones de venezolanos le han quitado y siguen
haciéndolo, el apoyo a Maduro. Ahora comienzan a parecer dirigentes que,
opuestos a que se les pervierta su proyecto, expresan su desacuerdo con los
desatinos de Maduro. ¿Se quedarán sólo en las declaraciones aisladas?
¿Reaccionarán los dirigentes del PSUV?
Todo
el mundo sabe que Maduro no quiere diálogo y lo habrá. No quiere referendo y
tendrá que aceptarlo o apelar a la violencia. No quiere cambios, pero no tiene
la fuerza para detenerlos. La razón es sencilla: no tiene pueblo, perdió a la
mayoría de sus apoyos internacionales, está claramente incurso en un delito de
prevaricato contra el poder legislativo y se hunde en un franco desacato a la
recta aplicación de la CN. Y por si fuera poco ya Maduro superó el nivel de sus
fracasos.
Estamos
asistiendo a la implosión de un régimen al cual le queda aun el chance de abrir
la realización del revocatorio este año y sentarse con la MUD, con la ayuda de
una mediación internacional ampliada, a discutir las bases y objetivos para
formar un Gobierno de Integración Nacional, una vez convocada la elección del
Presidente de la República que conducirá la transición.
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