Theresa May, Primer Ministro del Reino Unido |
Por Xavier Ferras, 26/12/2016
El Reino Unido inició antes
del Brexit un profundo debate sobre el modelo de competitividad que necesitaba
para la era global. Ya en la etapa post-Brexit, uno de los más firmes
propósitos de la nueva Primera Ministra, Theresa May, es diseñar y desplegar
una estrategia industrial que sitúe al Reino Unido en el liderazgo mundial de la
economía del conocimiento. May sabe que para ello necesita una industria
digitalizada, tecnificada e impregnada de ciencia. Una industria, en
definitiva, innovadora. Y también sabe que construirla no es un proceso de
generación espontánea. Lejos quedaron los tiempos en que “la mejor política
industrial es la que no existe” que espetó el Premio Nobel Gary Becker,
profesor en la Universidad de Chicago, en 1985. El Reino Unido y Estados Unidos
le hicieron caso, quizá seducidos por el purismo ideológico y la belleza
dogmática de sus enseñanzas. El Sur de Europa también le siguió (a fin de
cuentas, no hacer nada es siempre lo más cómodo, y mejor todavía si lo
prescribe un Premio Nobel americano). Alemania, Finlandia, Israel, Corea del
Sur, Singapur, Taiwan o China tomaron otra dirección. El resultado está a la
vista.
Ahora, May pretende recuperar
el tiempo perdido. Una de sus primeras decisiones ha sido crear un departamento
de “Empresa, Energía y Estrategia Industrial”. En un reciente discurso (vale
la pena leerlo íntegramente), May afirmo “Disponemos de universidades de
élite, la mayor productividad científica entre las naciones avanzadas, una
industria creativa vibrante, y somos líderes en las finanzas globales. Tenemos
más premios Nobel que cualquier otro país excepto EEUU, pero demasiado a menudo
las grandes ideas desarrolladas en el Reino Unido son comercializadas en otras
partes. Disponemos de una de las mejores capitales mundiales de las finanzas,
pero las empresas de alto potencial no acceden al tipo de capital paciente, de
largo plazo, que necesitan, y han de ser vendidas a inversores extranjeros para
acceder a los instrumentos financieros que precisan. Disponemos de excelentes
clústers en cada parte de este país, pero nuestro resultado económico no está
balanceado, y se concentra en Londres y el Sudeste. Tenemos grandes
universidades, pero no somos suficientemente fuertes en disciplinas STEM (Science,
Tech, Engineering and Maths), y nuestra educación técnica no es del todo buena.
Y, aunque la recuperación del Reino Unido tras la crisis es una de las mayores
del G7, nuestra productividad es baja. Si queremos incrementar nuestra
prosperidad, y compartirla con más población, si queremos mejores salarios y
más oportunidades para nuestros jóvenes, tenemos que incrementar nuestra
productividad. No se trata de sostener sectores quebrados, ni adivinar los
sectores ganadores del futuro, sino de crear las condiciones para que esos
ganadores puedan emerger y crecer. Se trata de apoyarlos para que inviertan en
el futuro a largo plazo del Reino Unido. Se trata de crear empleo y crecimiento
económico en cada rincón de nuestro país.” May continúa refiriéndose a la investigación:
“Esto significa no sólo invertir más en I+D, sino asegurar que esta
inversión es inteligente. Significa soportar tecnologías y sectores que tienen
el potencial de generar beneficios en el largo plazo. Hemos protegido el
presupuesto de ciencia básica, pero nuestros competidores invierten fuertemente
en desarrollo tecnológico. Nos comprometemos a incrementar substancialmente la
inversión pública en I+D, aumentando en 2.000 millones de libras anuales el
esfuerzo para conseguir situar el Reino Unido post-Brexit en la frontera de la
ciencia y la tecnología”
Espectacular. Cómo quisiera
oír este tipo de discursos más cerca. Lástima que este impulso renovado en
estrategia industrial tenga lugar en el marco de una ruptura con la UE. Si toda
la Unión hubiera adoptado este tipo de políticas hace una década, otro gallo
nos cantaría. Por el momento, UK (ya desde antes del Brexit), está desplegando
una red de centros tecnológicos (centros “Catapult”) similares a los Fraunhofer alemanes. También ellos se han
dado cuenta de que Alemania es el modelo de innovación a seguir. Una red de institutos
de soporte a la innovación en la pequeña y mediana empresa, que operan bajo el
paradigma de la innovación abierta. Centros abiertos a la cooperación con la
PYME, que tienen como objetivo único hacerla más innovadora, más tecnificada y
más competitiva.
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