Por Leonardo Morales P.
Los dirigentes de los partidos
políticos, luego de la inmolación que significo acudir a las elecciones
parlamentarias 2015 sin sus respectivas tarjetas partidistas, han optado por
salir a defender el derecho político de la libre asociación; los partidos
políticos no han de entenderse como organizaciones efímeras y fugaces, sino
como instituciones que tienden a enraizarse en diversos sectores de la sociedad
que terminan por compartir los ideales y programas de esas instituciones
partidistas.
Avanzada Progresista (AP),
organización que lidera y preside el gobernador larense Henri Falcón, salió a
ejercer ese derecho, abrió el camino para que las otras organizaciones
partidistas, a la luz de la experiencia de los progresistas venezolanos, puedan
al igual que ellos cubrir exitosamente su renovación. Ya, al punto de llegar al
último pétalo, Voluntad Popular (VP) ha decido responsablemente, con elevado
sentido político, concurrir a un proceso de renovación, que estimamos obtendrá.
Mientras los partidos de la
opción democrática han entendido la importancia de no ceder sus espacios a
ideas hegemónicas, algunos individuos elevados a la categoría de analistas por
algún togado repartidor de dignidades “online”, se dan a la tarea de colocar en
duda las capacidades y responsabilidades de los partidos políticos venezolanos.
La idiotez de algunos los
lleva a sugerir que el gobierno busca la oposición que desea, otorgándole al
gobierno virtudes que no tiene, pero, peor aún, evidenciando escasa profundidad
analítica al no percatarse que la oposición de hoy no busca ese rol, sino que
aspira las funciones que otros ejercen desde el poder. Así las cosas, debe
quedar claro para los analistas de Tablet y Mocaccino, que la
oposición dejará de ser lo que es para pasar a ejercer el gobierno. Claro,
desde las frías salas desde donde escriben y cobran seguirán pariendo,
por fórceps, pero pariendo, novedosas truculencias y otras cuantas
ficciones que tropezarán contra una realidad que se manifiesta en la
legitimidad que, cada vez más, adquieren los partidos políticos.
El gobierno no se plantea la
construcción de una oposición cómoda, sino que comienza a armar su futuro en
condición de oposición, de modo que no resulte competido por otras fuerzas del
mismo signo. A eso es a lo que juega el gobierno, lo que busca afanosamente;
qué importa los años del PCV como fuerza política, pequeña pero presente en la
vida de la nación. A quién le importa el MEP, cuando ya Prieto descansa en paz.
Quién quiebra lanzas por el “gordo” Barreto y sus Redes.
En el pensamiento de Chávez
siempre estuvo bien definido una visión hegemónica que no solo se traducía en
el ejercicio de un poder autoritario, sino que también tenía su correlato con
la existencia de un partido único de izquierda. Tal simplificación se resumía
en el nacimiento del Partido Único de Socialista de Venezuela, propuesto en el
2006, pero que tropezó con la terquedad afortunada del PCV, Podemos y otros. No
pudo Chávez en aquella oportunidad, pero ahora lo instrumentan sus herederos.
A los partidos de la oposición
democrática les toca no ceder sus espacios, insistir en existir, entre otras
cosas porque tienen como renovarse, pero además porque son esenciales para el
ejercicio democrático. Ya no solo se dispone de la MUD, sino con los
progresistas con AP quienes se afianzaron y consolidaron como una fuerza
nacional. En el transcurso del difícil proceso de renovación se irán
incorporando otras importantes organizaciones políticas que significarán la
energía necesaria para un cambio de rumbo.
10-03-17
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