HUMBERTO GARCÍA LARRALDE 04 de abril de 2017
Han
salido dos lecturas sobre el recule del TSJ de Maduro. Una, que lo de la Fiscal
General y el Consejo de Defensa forman parte de un circo orquestado para
demostrar que en Venezuela existe autonomía de poderes y vigencia del orden
constitucional, etc., etc. Poco verosímil, a mi entender, porque el costo de
haber expuesto al mundo su flagrante desapego a las normas republicanas es inconmensurablemente
superior al “logro” de simular ser demócratas. En segundo lugar, porque la
inopia mental de los que actualmente están enredados en los hilos de poder hace
cuesta arriba creer que estuviesen tramando con antelación una celada tan
elaborada. Y, por último, lo que queda del PSUV está a años luz de ser un
partido monolítico, ideológicamente compacto, capaz de ejecutar coordinadamente
un complot de este calibre. Lejos de ser un émulo del partido bolchevique, se
asemeja más a una federación suelta de mafias e intereses subalternos, solo
interesada en sobrevivir a expensas del país.
La
otra lectura, en la cual me anoto, es que, en su desespero, el fascismo quiso
precipitar una confrontación decisiva para acabar de una vez por todas con el
contrapoder que estorba sus designios. Y es que, por más pisoteada que esté, la
Asamblea Nacional es paso obligatorio para endeudarse o negociar contratos
petroleros o mineros legítima y constitucionalmente, y ello le duele en el alma
al Madurismo en estos momentos tan aciagos para su permanencia en el poder.
Entre otras cosas, la sentencia 156 buscó reinterpretar el artículo 33 de la
Ley Orgánica de Hidrocarburos para excluir la aprobación de la Asamblea en la
conformación de empresas mixtas. Casualmente, PdVSA está bregando un fuerte
financiamiento de la empresa petrolera rusa Rosneft, para cubrir la cuota de
casi $3 millardos que debe pagar este mes a sus acreedores. La CAF y el Banco
Asiático de Inversión e Infraestructura han sido puestos en pre aviso sobre el
no reconocimiento de todo compromiso financiero que no cuente con la anuencia
del Legislativo, órgano que representa la voluntad popular. Las oportunidades
de lucro de intermediar y recibir comisiones en el otorgamiento de concesiones
en el Arco Minero -léase Camimpeg- también se ven en peligro mientras la
Asamblea Nacional ejerza sus poderes autónomos. Anular “legalmente” al Poder
Legislativo y acallar todo pataleo de los diputados, amenazando con meterlos
presos porque no tienen inmunidad y por ser “traidores a la patria”, resultó
ser demasiado tentador. Porque, a pesar de que el tsj despojó a la Asamblea de
sus potestades constitucionales para aprobar el Presupuesto Nacional y los
créditos adicionales, el manejo arbitrario de los dineros públicos no cubre las
apetencias de la oligarquía.
De
manera que la desesperación tendría un claro componente pecuniario que habría
animado a los sectores más radicales del fascismo criollo, según una versión, a
dar el zarpazo decisivo a la democracia. La ocasión la daría el “injerencismo”
-palabra predilecta de la canciller- de la OEA en los asuntos internos de
Venezuela, al asomar hace días la posible aplicación de la Carta Democrática en
nuestro país. No importa que esa Carta fue suscrita por Venezuela y que, en su
momento, fue invocada por el chavismo para pedir la restitución del eterno en
2002 y de Zelaya años más tarde. Cuando la política se entiende como una guerra
y se juegan fortunas acumuladas durante años, a cualquier oportunidad hay que
echarle mano. Las inconsistencias en lo actuado se barren bajo la alfombra: el
fin justifica los medios.
Y tan
acostumbrados estaban a manejar los asuntos públicos a su antojo, a espaldas de
la opinión nacional e internacional y sin rendir cuentas, que pensaban que las
infelices sentencias serían apenas un paso más en un largo camino de
atropellos. Pero ¡oh, sorpresa!, el momento escogido no ha podido ser peor,
pues magnificó afuera su afán dictatorial y activó un rechazo inmediato de
países hasta hace poco aliados del chavismo. Internamente, llevó la indignación
con que hemos aguantado los desafueros de las mafias en el poder hasta un punto
de quiebre capaz de vencer el miedo y tomar de nuevo la calle. Y Mercosur
respondió aplicándole al régimen su Carta Democrática particular.
Consciente
de lo que estaba en juego, la Fiscal General alertó el jueves sobre la ruptura
del ordenamiento constitucional. No tengo por qué dudar de la sinceridad de
este pronunciamiento, pero me huele que esta funcionaria no actuó por cuenta
propia, que no estaba sola. Y en el seno militar, por lo visto, el desafuero
del tsj habría traspasado la raya. De ahí el exhorto -inconstitucional, de paso
[1]– del Consejo de Defensa a ese tribunal para que revisara las dos
sentencias.
De
manera que el río piedras trae, señal inequívoca del resquebrajamiento del piso
que sostiene al Madurismo. Y la dirigencia democrática no puede dejar de
aprovechar esta muestra de debilitamiento para destituir a quienes fueron
designados de manera espuria integrantes del tsj en diciembre 2015, violando
las normas establecidas para ello. La Asamblea debe exigirle a la Fiscal
General que sea consecuente con su declaración, y les abra un procedimiento por
responsabilidad civil, penal y administrativa a quienes de manera notoria y
pública quisieron alterar el orden constitucional.
El
bochorno de una Sala Constitucional desdiciéndose de manera unánime del abuso
que habían refrendado -también unánimemente- solo tres días atrás, apenas unas
horas después del exhorto del Consejo de Defensa Nacional, sin ningún
razonamiento doctrinario que intentara “meter el embuste”, revela que en
absoluto se trata de un órgano de un poder autónomo que resguarda la aplicación
correcta de la Carta Magna, sino de un triste atajo de genuflexos, atentos a
cumplir las órdenes de sus jefes. Tanto así que, al anunciar su rectificación,
¡aparecieron con el Vice-presidente de la República, Tarek El Aissami! Ese tsj
espurio ha aprobado 46 sentencias en contra de los atributos constitucionales
de la Asamblea Nacional, arrebatando su papel de aprobar leyes en el interés
público, y de ejercer control sobre el Ejecutivo y exigirle cuenta de sus
acciones. En particular, este cuerpo ha usurpado las potestades de la Asamblea
de aprobar el presupuesto de la Nación y los créditos adicionales, y sostiene
de manera fraudulenta un Decreto de Emergencia que le ha dado patente de corso
a Maduro para continuar con su campaña de destrucción del país. De manera que
el golpe de Estado está vivito y coleando. En absoluto podemos conformarnos con
los parches puestos a tan infaustas sentencias, más cuando lo de obviar a la
Asamblea para otorgar concesiones, al parecer, no se corrigió.
A la
dirigencia opositora se le critica por privilegiar agendas propias y defraudar,
con ello, las expectativas de cambio y de liberación de este oprobioso régimen
que sufrimos los venezolanos. Sería imperdonable que no estuviese a la altura
de lo que exige este momento. El fascismo no da tregua y, en el primer respiro,
volverá con su ofensiva contra las instituciones republicanas y las libertades
públicas. De hecho, Maduro ayer volvió a regodearse en sus clichés en cadena
nacional buscando insuflar en la secta que todavía le sigue, la creencia de que
él fue artífice de la resolución del “impasse” entre la Fiscal y el tsj y que,
detrás de todo, había una conspiración de la ultra-derecha y del imperio contra
la “revolución”. En fin, la necesidad de escucharse a sí mismo repitiendo los
mismos disparates de siempre revela el nivel de desamparo en que se sabe.
La reconquista
de las potestades de la Asamblea Nacional y el restablecimiento del equilibrio
y la autonomía de los poderes, piedra angular de la institucionalidad
republicana y garante de las libertades civiles que son la base del bienestar
de la población, requiere la destitución de ese tsj írrito. Al lado de la
liberación de los presos políticos, la fijación de un cronograma para las
elecciones generales y la restitución de las potestades de la Asamblea
Nacional, debe incluirse, de manera firme, la renovación, conforme a la ley, de
los poderes judicial y electoral. El fascismo no va a negociar ni buscar
entendimientos de manera sincera con las fuerzas democráticas. Sólo cederá ante
una percepción clara de que la correlación de fuerzas está en su contra. El resquebrajamiento
del apoyo a Maduro, la legalidad que asiste a la Asamblea y las dudas que deben
estar pasando por las mentes de militares y más de un chavista, señalan que
ahora es momento propicio para rescatar la institucionalidad democrática.
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