CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 14 de Agosto de 2017
@CarlosRaulHer
La
sociedad avanzó gradual hasta el brillante, espectacular éxito de 2015, previos
varios triunfos electorales. Épicas de coraje de la Unidad sobre el gobierno
que abusó de los mecanismos institucionales y no institucionales con sus
incontrolados ventajismo y violencia. Hombres y mujeres de los partidos se la
jugaron en comicios que parecían más bien las carreras de San Fermín. En
elecciones se construyó esa gran fuerza, -pese al gatuperio maloliente de que
era “para conseguir puestos”- y el triunfo abría dos años para transar las
regionales y fijar mecanismos de garantía de un tránsito presidencial a la
nicaragüense en 2018. Era negociar desde una posición de poder. Pero de Luzbel
puso estulticia en la lengua de 22 ángeles opositores que dijeron ¿para qué
gobernadores si vamos al asalto del cielo? Así volvieron al terreno charlatanes
abstencionistas, filosofantes de barbería y peluquería.
Regresaron
los calle-calle, los ya estamos cerca y otras guacharacadas dichas con
solemnidad. Habían sido responsables del holocausto de 2005, el retiro de las
candidaturas a la Asamblea, una de las operaciones políticas más tarúpidas en
la historia, argumentada con razonamientos recogidos en las colas para pagar en
el supermercado. Varios capitostes de poderes fácticos (estuvieron a punto de
quebrar -o lo hicieron- las empresas que controlaban) pusieron una cámara en la
sien de cada uno de los dirigentes para que se retiraran del proceso y así le
hicieron el trabajo a la avanzada totalitaria que logró unanimidad en la AN.
Eran sus mejores amigos sin darse cuenta. La revolución se apropió de todo, ese
año negro para las fuerzas democráticas. Pero en 2006 comenzaron lentamente a
restañarse, vuelven al camino electoral y destierran los graznidos radicales.
Hablan y ven al revés
Los
mismos señores, más unos nuevos que advinieron con facultades igualmente
mermadas, hoy propiciaron otro desastre igual o peor. Hubo esperanza mientras
estuvieron fuera de juego, pero quién sabe por qué aquelarre, influencia astral
negativa, paso de luna, gran Sabbat, noche de brujas, nació el Anticristo entre
centellas y en 2016 tales desvaríos, primitivos y letales como las medusas, con
sus tentáculos abrazaron la fuerza opositora. Poseídos sus cuerpos, varios
dirigentes hablaron al revés, en lenguas desconocidas y radicales, se
salieron de la autopista y aceleraron en
la oscuridad hacia el barranco. El Oscuro trabajaba y el éxito se hizo fuego y
escombro. Según decían, los calle-calle, trancas, escuderos, secuestros de
vecinos en sus urbanizaciones, plantones, y demás zarandajas desacreditadas
desde 2014 (y dolorosas para la ciudadanía) conducirían ¡a la derrota militar
de la GNB!
Estaba
fácil porque “solo le quedaban bombas lacrimógenas para dos días”. El más
simple instinto humanitario, paternal o de conservación, lleva a proteger a los
nuestros. Si grupos de gatilleros con o sin uniformes disparan en la esquina, nadie envíe a su hijo
a comprar pan. Y los aspirantes a dirigentes tienen que cuidar la seguridad de
quienes los siguen y confían en ellos. Ante la preocupación por el número de
muertos y heridos que crecía, la espeluznante respuesta fue, como si se tratara
del desembarco de las tropas aliadas en Normandía y no de unos adolescentes con
escudos de cartón: “en toda confrontación hay bajas”. Eisenhower nunca dio una
respuesta parecida ¿Cuál es nuestro destino si tales aspirantes creen que los
gigantes son molinos y los civiles soldados de infantería? No deberían salir
aplazados en un examen de respuestas tan evidentes.
Mantenerla mojada
Al llamado
de cabezas calenturientas y desorganizadas, la sociedad civil se lanzó de pecho
a derrocar al gobierno armado hasta las muelas. “Maduro vete YA”, “elecciones
generales este año”, y el resultado era previsible: el gobierno se atornilló,
Maduro no se fue y hoy tenemos 115 familias de luto, inhabilitaciones, miles de
heridos y detenidos, alcaldes acosados y encarcelados, destrucción del ambiente
urbano. Y al ilusorio, poético 350, el gobierno respondió con la Constituyente,
demoledora porque es real, y demostró que juega duro y en serio. En cambio por
el otro lado florecieron disertaciones que rompen el récord mundial de
candidez. La acción militar de los buenos que sacaría al gobierno, y generosa
lo entregaría a quienes los han amenazado con juicios y ajustes de cuenta.
Cuando la Unidad decidió, aún groggy, participar en las elecciones regionales
oscuras y borrosas de 2017, reaccionó con buen reflejo y cintura de boxeador.
Esto
podría sortear la ofensiva de exterminio que viene del gobierno con la intención de borrarla de la faz de la
tierra. Pero lo más trágico, lo que genera risas y llanto es ver como los
inspiradores intelectuales de la chambonada calle-calle, en vez de retirarse a
hacer penitencia por el daño que gestaron, abren sus bocas para lanzar oleadas
de cucarachas sobre los demás. Repitieron la salida con peor resultado y, para
mayor asombro, quieren insistir. Cada declaración que despotrica de la Unidad,
cada graznido integrista los hunde más en la vacuidad intelectual y política.
Después de menospreciar las elecciones regionales cuando íbamos en la
locomotora del triunfo, dieciocho meses después concurriremos con una pistola
en la cabeza. Regresamos al año negro de 2005. Salgamos de ahí.
Carlos
Raúl Hernández
@CarlosRaulHer
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