Por Carolina Gómez-Ávila
Que la MUD es una coalición de
partidos políticos nacida de la necesidad de hacer frente común a un proyecto
contrario al ejercicio de la democracia plena, es algo que aún no ha sido
efectivamente comprendido por la sociedad (civil, siempre que no pretenda
golpes militares o invasiones extranjeras).
Tampoco ha sido comprendido
que, precisamente por ser una coalición de partidos políticos, en la MUD hay
pensamiento plural. Por eso, los democráticos disensos han resultado
indescifrables para quienes tienen casi 20 años creyendo que el pensamiento
único es sinónimo de fortaleza y unidad.
Menos aún se asume que las
decisiones estratégicas de la MUD no deben ser tomadas en público y que no
todas deben publicitarse, atendiendo a un imperativo de supervivencia. Pocos
aceptan que la población desconoce (y es necesario que así sea) cantidad de
elementos de juicio que los líderes evalúan antes de decidir las maniobras para
intentar sacarnos de este atolladero histórico e inédito en la historia de la
humanidad.
Lo que abunda es la
desvergonzada exigencia de estar informados de todo y en detalle, sin hacer
esfuerzo alguno para procurarse esa información o cediéndolo a actores que lo
hacen mal o sesgadamente. Sobre la incomprensión, mal uso o aviesa manipulación
de estas responsabilidades, se construye la opinión pública y sobre ella, el
destino de la nación.
Opinar es un derecho tan
sagrado como es sagrado el deber de estar debidamente informado antes de emitir
opinión. Si ha entendido esto, entenderá también que está obligado a aprender a
informarse. Paradójicamente, encontrar las fuentes adecuadas de información es
más sencillo hoy que hace 20 años, pero quienes detentan el poder contaminan
esa información con propaganda desde sus orígenes y los medios de comunicación
no siempre la filtran adecuadamente, por impericia o por intereses no
manifiestos.
No está exenta de
responsabilidad la MUD, entonces. Me refiero a sus pocos canales de
comunicación y, por extensión, los que están a cargo de la Asamblea Nacional.
Si todavía la MUD y la AN no han logrado hacer calar su importancia y las
bondades de la pluralidad democrática, es porque han entregado su política
informativa a militantes de una u otra tolda que la usan para promover sus
líneas partidistas o personales y -a veces- a representantes de los poderes
fácticos a quienes más les vale destruirlas antes de que se conviertan en
referentes de democracia y República.
La antipolítica, cómplice
necesaria de la dictadura para perpetuarse en el poder, se refocila en sus
baches y deslices informativos -que no son pocos- y los convierten en
“división”, “incompetencia”, “falta de estrategia” y “prevalencia de un
cogollo”, sólo para desprestigiar a placer el ejercicio de la política. Tal
como hicieron en 1998.
19-08-17
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