Fernanda Kobelinsky 18 de agosto de 2017
Hace
casi cinco meses intentó anular el Parlamento con un fallo del Tribunal Supremo
adicto al poder. Por presión internacional debió dar marcha atrás pero fue sólo
un desvío en su propósito. Instaló una Asamblea Nacional Constituyente cuya
convocatoria violaba la propia Constitución y logró desplazar a la oposición,
que había llegado a la Asamblea Nacional por el arrasador voto popular en
diciembre de 2015.
Aquí
un recorrido por el camino que eligió Nicolás Maduro para sostenerse en el
poder y ejecutar su Golpe de Estado:
El 30
de marzo de 2017 se conoció la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia que
anulaba el Parlamento, de mayoría opositora. En el fallo, los jueces se
adjudican las prerrogativas legislativas. Con la sentencia, el chavismo
pretendía legislar a través de la Corte de Justicia, cuyos miembros probaron en
varias oportunidades que carecen de independencia y responden directamente al
régimen.
La
oposición rápidamente denunció el Golpe de Estado y miles de ciudadanos
salieron a las calles a reclamar la restitución de poderes para los diputados.
La comunidad internacional reaccionó y el TSJ debió dar marcha atrás en su
decisión.
La
estrategia de Maduro ya estaba clara, iba a desplazar a la oposición como fuera
posible. Si no era a través de la Justicia, entonces había que buscar otra
manera.
1 de
mayo de 2017. Maduro encontró el camino… convocó a una Asamblea Nacional
Constituyente y anunció su propósito de “refundar todo el Estado”. Bajo una
premisa electoral falsa, llamó a los venezolanos a las urnas el 30 de julio.
Los 500 constituyentes de Maduro no serían elegidos de forma directa, sino que
un porcentaje sería electo por municipios y otros propuestos por sectores
sociales: productivos, empresariales, educación… sin elección directa, se
garantiza el triunfo.
Además,
los especialistas explicaron que su convocatoria incluso violaba la propia
constitución bolivariana ya que la Carta Magna solicita una consulta popular
para aprobar o no el inicio de un proceso constituyente.
El 16
de julio más de 7 millones de venezolanos se lanzaron a las urnas en un
plebiscito simbólico para frenar a la dictadura. Votaron en contra de la
Constituyente. El acto cívico de desobediencia convocado por la oposición,
mostró que los venezolanos no querían una Constituyente.
En
todos estos meses, los venezolanos salieron a la calle. Cada día miles y miles
de personas se manifestaron contra el régimen chavista. La punta de lanza de
las protestas fueron “guarimberos”, o “escuderos de la libertad”, como los
llaman en la oposición. Jóvenes armados con gomeras, palos e improvisados
escudos que hicieron frente a la brutal Guardia Nacional Bolivariana.
Es que
Maduro no respetó esas movilizaciones, las reprimió de manera violenta: gases
lacrimógenos, balas de goma, metralletas y ataques directos de sus fuerzas de
seguridad. Hasta usó a los colectivos chavistas para asesinar detractores.
La
comunidad internacional denunció la violación a los derechos humanos. Pero no
logró ponerse de acuerdo en una resolución conjunta en la OEA. Maduro hizo
valer su fuerza petrolera con amenazas a los países del Caribe. Frustró la
condena y abandonó el organismo.
El 30
de julio, y cuando el mundo entero le exigía que cancelara la convocatoria, el
chavismo llevó a cabo su elección constituyente. El Consejo nacional Electoral
anunció una abrumadora convocatoria, cuando hasta la empresa tecnológica que
opera el sistema de voto electrónico denunció que fue un fraude.
El 4
de agosto finalmente se instaló la ANC, con Diosdado Cabello como principal
figura comenzó la persecución a los opositores: se destituyó a la fiscal
general Luisa Ortega Díaz, la chavista arrepentida que denunció la ruptura del
hilo constitucional y las violaciones sistemáticas a los DDHH. En paralelo, la
Justicia destituyó y libró órdenes de captura contra todos los alcaldes opositores
por “no frenar las marcha”.
El 18
de agosto la Asamblea Nacional no quiso someterse a la Constituyente, que
decidió “asumir las competencias para legislar”. Así, el chavismo disolvió el
único poder del Estado que aún respondía a un mandato popular, el Parlamento.
Tomado
de: Infobae
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