Darío Mizrahi 20 de agosto de 2017
El
teniente coronel Hugo Chávez entró de cabeza al centro de la escena política
venezolana el 4 de febrero de 1992 con un alzamiento militar. Su intento de
golpe de Estado fue derrotado y el líder encarcelado. Sin embargo, el hastío
con la clase política tradicional era tan grande, que Chávez recuperó la
libertad dos años después, convertido en la figura política más popular del
país. No le costó demasiado ganar las elecciones de 1998 y convertirse en
presidente.
Con
esos antecedentes, no sorprende que su gobierno haya sido cuestionado
desde el comienzo por su falta de apego a las reglas de la democracia. Su
voracidad por el poder y su desprecio por las opiniones disidentes lo
convirtieron en un líder con fuertes rasgos autoritarios. Si, a pesar
de todas las críticas, no se podía decir que era un dictador es porque arrasaba
en las urnas. Haber sufrido él mismo un intento de golpe en 2002 lo legitimó
aún más.
Pero
Chávez murió en 2013. Su sucesor, Nicolás Maduro, heredó un gobierno
que se iba cerrando cada vez más. Sin el carisma ni el liderazgo de su jefe, le
resultó muy difícil convencer a la mayoría de los venezolanos de que era
deseable vivir en un país en el que todos —menos los altos funcionarios— veían
cómo sus derechos menguaban día a día. Ganó sus primeras elecciones
presidenciales por un estrechísimo margen y los resultados fueron muy
discutidos por la oposición, que denunció una larga lista de
irregularidades.
Aunque
hizo todo lo posible por torcer las reglas a su favor, no tuvo forma de
evitar una estrepitosa derrota en los comicios legislativos de diciembre de
2015. En el último gesto democrático de su gobierno, reconoció la
victoria de sus adversarios. Pero no soportó que la oposición controlara con
una mayoría calificada la Asamblea Nacional (AN). Su ofensiva para terminar con
la democracia en Venezuela comenzó el miércoles 30 de marzo de este año,
con la
decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de asumir todas las funciones
del Poder Legislativo. La presión internacional fue tan grande que
Maduro le ordenó al TSJ dar marcha atrás dos días después. Pero el plan terminó
de concretarse este viernes, cuando, a través de la fraudulenta y
plenipotenciaria Asamblea Constituyente, disolvió
definitivamente al parlamento.
Hoy ya
casi nadie pone en duda que Venezuela se transformó en una dictadura. Estas son
las siete razones principales:
1. Fue
cooptado el Poder Judicial
El
chavismo, como todos los populismos, desprecia a la Justicia desde sus
orígenes, porque es un poder que no se elige por voto popular. Con ese
razonamiento, siempre rechazó que se lo considerara poco democrático por
colonizar a los jueces. Pero por más que un régimen tenga legitimidad de
origen —dada por el voto—, para que haya una democracia plena tiene que
haber también legitimidad de ejercicio, que significa gobernar con ciertos
límites, respetando la multiplicidad de opiniones que existen en una sociedad. Para
eso es clave que el Poder Judicial sea independiente.
La
persecución de los magistrados con vocación de autonomía empezó poco después de
la asunción de Chávez. Hay casos paradigmáticos, como el de la jueza María
Lourdes Afiuni, que fue arrestada el 17 de diciembre de 2009 por haber
concedido la libertad condicional al banquero Eligio Cedeño, que había pasado
tres años preso sin condena. A la par que se perseguía a los díscolos,
se nombraba a jueces militantes, para asegurarse de que fallen siempre según
los dictados del gobierno. Franklin Nieves, el fiscal que llevó adelante la
causa que terminó con la condena al dirigente opositor Leopoldo López,
reconoció desde el exilio en octubre de 2015 que “el 100% de las pruebas se
inventaron” y que “Maduro es el que gira todas las instrucciones para poner
presa a cualquier persona”.
El
Presidente dio el paso final para anular todo vestigio de independencia
judicial en diciembre de 2015, tras la derrota en las legislativas. Nombró en
sesiones extraordinarias a 12 de los 32 jueces del TSJ con
una mayoría inferior a los dos tercios que exige la ley. Los designados tenían
pocas credenciales y un estrecho vínculo con el partido de gobierno. Por
ejemplo, el presidente de la Sala Constitucional que dio el primer golpe contra
el parlamento, Juan José Mendoza, había sido diputado por el oficialismo.
2. Se
bloqueó el referéndum revocatorio
El
Consejo Nacional Electoral (CNE), que está totalmente sometido a la voluntad
del gobierno, obturó por primera vez la posibilidad de que se exprese la
voluntad popular cuando paralizó el referéndum revocatorio que
impulsaba la oposición para que los venezolanos decidieran si querían seguir
siendo gobernados por Maduro o no. Fue el 21 de octubre de 2016, días
antes de que se organizara la recolección del 20% de las firmas del padrón
electoral, necesarias para convocarlo. El organismo argumentó que se habían
cometido irregularidades en el paso previo, la junta de adhesiones del 1%
de los electores.
El
revocatorio es un derecho incluido en la Constitución bolivariana de 1999 para
darle un carácter plebiscitario a la democracia. El propio Chávez se había
sometido exitosamente a uno en 2004, para legitimar su mandato.
3. Se
terminaron las elecciones libres y limpias
El
principal contraargumento del chavismo cuando lo acusaban de ser
antidemocrático era que ganaba todas las elecciones, lo que fue cierto hasta
2015 (con la excepción del referéndum constitucional de 2007). Eso se esfumó
el martes 18 de octubre de 2016, cuando el CNE anunció, sin ninguna
explicación, que posponía para 2017 los comicios regionales pautados para
diciembre del año pasado. Los gobernadores de todos los estados del
país, y los diputados de sus respectivas legislaturas, ejercen el poder de
facto desde enero, cuando se les venció el mandato. Días atrás, en un contexto
desnaturalizado por todo lo que ocurrió en estos meses, el CNE anunció que se
realizarían el 10 de octubre de este año, pero nada garantiza que eso vaya a
ocurrir.
Una
aún más flagrante violación al principio de elecciones libres y competitivas se
produjo el 30 de julio pasado, cuando se eligieron los 545 integrantes de la
flamante Asamblea Nacional Constituyente (ANC). El
sistema de votación violaba el principio de una persona—un voto, al
darle la misma representación a un pueblo de 2.000 habitantes que a una ciudad
de un millón, y al incluir una porción de asambleístas elegidos por las
corporaciones sectoriales, cuyos órganos de representación controla el
chavismo. Como si fuera poco, fue tan poca gente a votar que el
Gobierno decidió hacer fraude, inflando el número de votantes. Smartmatic,
la empresa a cargo del sistema de voto electrónico empleado en los comicios,
denunció que la diferencia entre la cantidad de participantes anunciada y la
verdadera fue de al menos un millón de electores.
4. Se
creó un órgano político por encima de la Constitución
La
ANC, instaurada el 4 de agosto, debería tener la función exclusiva de redactar
una nueva Constitución. Así es en todo el mundo. Sin embargo, ésta tiene un
período de vigencia indeterminado —primero se dijeron dos años,
pero luego Diosdado Cabello sugirió que podían ser cuatro— y
además tiene poderes que le permiten intervenir en la política
cotidiana, como si fuera un parlamento, sólo que mucho más poderoso. Quedó
claro en el decreto que se dictó este viernes: “Todos los órganos del
poder público se encuentran subordinados a la Asamblea Nacional Constituyente”.
Si un ente que no está concebido por la Constitución está por encima de todos
los poderes existentes es porque la Constitución dejó de tener vigencia.
5. Fue
disuelto el Poder Legislativo
Como
prueba de su carácter absolutista, la ANC resolvió este viernes “asumir
las competencias para legislar sobre las materias dirigidas
directamente a garantizar la preservación de la paz, la seguridad, la soberanía,
el sistema socioeconómico y financiero, los bienes del Estado y la preeminencia
de los derechos de los venezolanos”. En otras palabras, disolvió la
Asamblea Nacional, el parlamento legítimo y constitucional de Venezuela.
No es
la primera vez en la historia de América Latina que un gobierno da un golpe de
Estado anulando el Poder Legislativo. Lo hizo en 1973 Juan María
Bordaberry en Uruguay, y en 1992 Alberto Fujimori en Perú. El
Parlamento es el máximo representante de la voluntad popular porque es el único
poder en el que están reunidas las principales expresiones políticas que hay en
un país. Por eso no puede haber democracia sin Poder Legislativo.
6. Hay
presos políticos
Maduro
resolvió la crisis desatada por la ola de protestas opositoras que se
sucedieron en 2014 y en 2017 como lo hace cualquier jefe de Estado autoritario:
reprimiendo salvajemente —utilizando incluso bandas criminales armadas— y
encarcelando dirigentes. Entre las decenas de presos hay importantes
líderes opositores, como el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, y el ex
alcalde de San Cristóbal, Daniel Ceballos, que están detenidos desde hace más
de dos años. Leopoldo López no sólo está en prisión: en un hecho con pocos
precedentes en la historia reciente de América Latina, fue condenado a 13 años
y 9 meses de cárcel por protestar.
Ledezma
y López recibieron el mes pasado el beneficio de la prisión domiciliaria,
pero siguen privados de su libertad. Según el Foro Penal Venezolano, 5.326
personas fueron encarceladas en protestas desde abril. Las estimaciones
de esta ONG independiente indican que hay actualmente 676 presos políticos en
el país.
7. No
hay libertad de prensa
Si el
Poder Judicial es el gran enemigo de los autoritarismos dentro del Estado, la
prensa es el mayor adversario en la sociedad civil. La razón es la misma en los
dos casos: ambos pueden ejercer un importante control sobre lo que hace
el gobierno, algo esencial para toda democracia. La persecución
comenzó con la sanción en 2004 de la restrictiva Ley de Responsabilidad Social
en Radio y Televisión, que aumentó el control gubernamental sobre los
contenidos y disminuyó el margen de acción de los medios audiovisuales.
El
siguiente hito fue el cierre de RCTV, el canal más antiguo de la
televisión venezolana, que nunca se plegó al discurso oficial. La
censura televisiva fue total en 2013: asfixiado económica y
políticamente, Globovisión, el único canal independiente que
quedaba en el país, fue vendido a empresarios cercanos al gobierno y echó a
todos los periodistas críticos. La política hacia la prensa escrita
fue similar: primero se los ahogó retirándole la publicidad y luego limitando
la entrada de papel de diario, que forzó a decenas de periódicos a cerrar y a
otros tantos a reducir su extensión y su circulación. Este medio
también fue y es objeto de censura: Infobae está bloqueado en Venezuela desde
el 10 de octubre de 2014.
Tomado
de: http://www.infobae.com/
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