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viernes, 4 de agosto de 2017

SMARTMATIC Y LAS ELECCIONES REGIONALES, por @trinomarquezc



Trino Márquez 03 de agosto de 2017
@trinomarquezc

Las declaraciones Antonio Mugica, gerente ejecutivo de la empresa Smarmatic, sobre la concurrencia a las elecciones a la asamblea nacional constituyente, tuvieron el efecto de una bomba. Todos los indicios que existían de la paupérrima votación que hubo el domingo 30 de julio, quedaron desnudados con la intervención pública de Mugica, quien para no herir más la susceptibilidad de su generoso y consecuente cliente durante trece años, habló de una “manipulación de  al menos un millón de votos”, cifra por muy debajo de las estimaciones de los expertos y organizaciones de la sociedad civil encargadas del seguimiento de los eventos electorales, quienes aseguran que la inflación aplicada por el gobierno es superior a 160 por ciento. Es decir, la asistencia real no sobrepasó, en números redondos, los 3.000.000 de votantes, muy lejos de los ocho millones anunciados por la señora Tibisay Lucena, sin que se le moviera ni un músculo de la cara.

El número, acordado entre las rectoras del CNE y los barones del Psuv y el régimen, perseguía eclipsar la jornada del 16 de julio. Todo habría quedado en el mundo de las sospechas y presunciones de no haber salido el señor Mugica a poner las cosas en orden. Como era de esperarse, la respuesta del régimen ha sido el cinismo. Con el mismo desparpajo que la noche del domingo celebraba el fraude consumado, ahora dicen que el gerente de Smarmatic es el nuevo cachorro del Imperialismo.

Esta empresa internacional desde luego que no se movilizó por razones morales. No es que se preocupe por despejar las dudas que dejó ese amañado proceso. Sus cavilaciones son más terrenales. Ven en serio peligro sus negocios en los países donde se han establecido o quieren hacerlo. Las amenazas de los Estados Unidos y de la Unión Europea al régimen de Maduro surtieron sus primeros efectos. No poder echar raíces en suelo norteamericano o europeo resulta un castigo demasiado costoso para cualquier empresa o negocio. Además, Smarmatic tiene que competir con otras firmas importantes del ramo. La confianza y credibilidad que inspire una compañía  en esta área, resultan fundamentales para competir en condiciones ventajosas.   No es muy atractivo exhibir en el currículo haber avalado la escandalosa estafa cometida por un régimen cada vez más aislado y desprestigiado internacionalmente. Las condenas a la constituyente madurista en todo el mundo democrático, antes y después de realizados los comicios, debieron haber estremecido los cimientos de ese grupo empresarial. ¿Para qué atarse a un gobierno cada vez más condenado por los otros países y, para colmo, más pobre? De estos estados forajidos hay que huir. Son una peste. Smarmatic le disparó al gobierno de Maduro en defensa propia.

Sin embargo, de las  denuncias de Smarmatic no hay que sacar la errónea conclusión de que la MUD no debe participar en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes. Primero, no se sabe si la asamblea constituyente va a permitirlas. Bastaría que la plataforma unitaria decida en bloque que no asistirá para que ese aquelarre las promueva con entusiasmo. Entonces, lo mejor es decir que se va a concurrir con el fin de obligar a los constituyentistas  a medir bien sus pasos. Si se mantiene el llamado a esos comicios, la MUD se encuentra en condiciones de exigir que se cumplan todas las condiciones que rigieron en la cita de 2015, cuando se obtuvieron dos tercios de la Asamblea Nacional. Bajo condiciones similares a las de ese año, la oposición debería alcanzar una votación superior a la de esa oportunidad. La situación nacional ha empeorado. El gobierno, luego del obús lanzado por Mojica, tendrá que hacer algunas concesiones. La obsecuencia de Lucena no será suficiente para bloquear los cambios.

Participar en  los comicios regionales no debe ser interpretado como un reconocimiento al régimen fraudulento que representa Maduro y el CNE, sino como una nueva oportunidad de demostrar que la oposición continúa apegada a la Constitución de 1999, de reafirmar que los sectores democráticos buscan resolver la crisis mediante el ejercicio del sufragio universal, directo y secreto, y que somos la inmensa mayoría del país. Esas elecciones hay que convertirlas en el preámbulo de las elecciones para elegir el nuevo Presidente de la República y un escenario en el cual se combatirá con los fraudulentos constituyentistas.  De nuevo se ofrecerá la ocasión de evidenciar que los demócratas integramos la inmensa mayoría del país.

Este reto podrá asumirse con éxito si se superan los prejuicios tan arraigados en algunos sectores de la oposición. Los demócratas no debemos desechar las elecciones. Mucho menos cuando combatimos una dictadura.  Lo aconsejable es demandar y luchar porque se establezcan las condiciones mínimas que resguarden el proceso de votación y la pulcritud de los resultados. Siempre hay que recordar el 6 de diciembre de 2015.

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