Por Edward Rodríguez
La semana pasada lo dije,
guardaba esperanza de que no se diera, pero el domingo 30 de julio a las 11.50
pm Tibisay Lucena lo hizo oficial: la Constituyente se materializaba
gracias al fraude más insolente y vulgar del que se tenga
conocimiento en la historia de Venezuela.
Se quitaron las caretas y le
dieron rienda al hampa electoral, es decir, la señora Lucena cumplió a
cabalidad lo que se le encomendó.
Hoy seguramente usted siente
que la MUD no lo hizo bien, que las estrategias no lograron frenar la
Constituyente, pero déjeme decirle que se hizo todo lo humanamente posible y
usted hizo todo lo que más pudo; por eso hay que seguir remando este barco con
más fuerza porque, aunque ahorita no lo vea, ni lo sienta, cada vez estamos más
cerca de alcanzar la libertad, créame que sí.
Nadie dijo que sería fácil
salir de una dictadura disfrazada y que hoy ante el mundo ya está desnuda,
imagínense por un instante el rostro de los integrantes del comando Zamora,
incluyendo la del triste célebre comandante Gato, Jesse Chacón, cuando la
rectora del fraude les reportaba cada 60 minutos cómo iba el proceso, esperaban
unos números y los que recibían eran otros, muy pírricos, por cierto.
No les daban las matemáticas
ni la logística para ser las primeras horas de la mañana, al mediodía entraron
en crisis pues estimaban tener un 20% y no llevaban ni al 10% según mis fuentes
y el análisis del histórico comportamiento electoral venezolano.
En todo proceso
electoral, aproximadamente a las 2.00 pm, el comando de campaña maneja una
proyección real, sabe con lo que cuenta para delinear las estrategias con miras
a la operación remate y cierre de mesas; el domingo los zamoranos prácticamente
parapléjicos, sólo pudieron pensar en recrudecer la represión, con saldo de 16
fallecidos, y maquillar los números.
En principio querían anunciar
la cifra 10 millones de votos, aquellos 10 millones “por el buche” que no logró
en sus buenos tiempos el padre de la hoy moribunda Revolución
Bolivariana, Hugo Chávez.; sin embargo, en medio del delirio de los cabeza
caliente, alguno con un cuarto de dosis de sensatez dijo “llevémoslo a ocho
millones que fue lo que obtuvimos en la última elección del comandante en el
2012”, a lo que un camarada respondió: “perfecto compañero, no se hable más del
asunto, llamen a Tibisay para que se monte en eso”.
A partir de allí vimos las
ruedas de prensa del Dr. Cinismo, después la del seguramente presidente de ANC
fraudulenta, seguidamente la de Padrino con los verdes, y por último vimos el
concierto para 100 personas que montaron en la Plaza Bolívar en Caracas,
aquello daba pena ajena.
Finalmente llegó el momento.
Esta vez no vimos la acostumbrada baranda del CNE; Tibisay salió de su
oficina con sus tres comadres para anunciar en cadena nacional de radio y TV
que habían obtenido 8.089.020 votos.
Sin duda alguna hoy somos
mayoría y ellos lo saben; cuentan a lo sumo con menos de tres millones de
simpatizantes. Acabaron con el legado de Chávez, botaron por el
balcón del pueblo más de cinco millones de venezolanos que confiaban en la
revolución.
Como dijo un día el rector de
la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno, en plena guerra civil
española, el 12 de octubre de 1936, al general José Millán Astray: “venceréis,
pero no convenceréis. Venceréis, porque tenéis demasiada fuerza bruta, pero no
convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis
algo que os falta: razón y derecho en la lucha”.
Hoy ellos no tienen razón ni
tienen lucha; nosotros sí. Somos Mayoría y ellos lo saben.
02-08-17
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