Por Miguel Matos S.J.
¿Hasta cuándo habrá que
esperar para que se haga realidad ese Gobierno de Salvación
Nacional? ¿Doscientos muertos? ¿Cuatrocientos? ¿Mil?
Los actores que tienen más
posibilidades de abreviar este calvario deberían escuchar la voz de su
conciencia y proceder a activar los mecanismos en dirección a la superación de
tanto daño. Porque en este momento tanto daño está padeciendo la población
chavista como la oposicionista e igualmente la despolarizada. Y son muchos los
que militan al lado del gobierno y que sufren igualmente por la forma como se
nos destruye el país.
Las últimas actuaciones tanto
del Gobierno como de la oposición, alejan más aún las posibilidades de
alguna negociación. Pero es el Gobierno el que más obstáculos suma a esta
empresa. Después de haber impuesto al país, de manera anticonstitucional, una
Elección Constituyente rechazada por el grueso de la población. Después de
haber anunciado la victoria con unos resultados que se descubren cada vez más
como claramente fraudulentos, el Gobierno desprecia las sanciones
internacionales sabiendo que, si se aplican las sanciones anunciadas, el pueblo
más empobrecido será el que va a sufrir más aún, en carne propia las dolorosas
consecuencias.
Mientras tanto siguen
haciéndose más violentos los enfrentamientos de ambos bandos: A las actuaciones
cada vez más crueles de los cuerpos de seguridad que ya superan nuestra
capacidad de asombro, se suman las respuestas igualmente cruentas y violentas
de los manifestantes de la oposición. La burda persecución y encarcelamiento de
los Rectores nombrados por la AN. Las amenazas y descalificaciones contra la
Fiscal General. La censura explícita y la autocensura de los medios de
comunicación, que privan a los sectores mayoritarios del país de la información
precisa sobre los acontecimientos. De no ser por las redes sociales
informáticas, toda la nación estaría casi absolutamente ignorante de lo que
está pasando. Otro capítulo muy denso lo representa la forma escandalosamente
sectaria y chantajista cómo se maneja la distribución de los alimentos.
Cualquier actuación de no adhesión incondicional al gobierno, te descalifica y
te excluye para recibir los ya muy menguados y “simbólicos” auxilios
gubernamentales.
Sigo creyendo que el único
sector que puede dar un paso cualitativamente distinto hacia un cambio de los
actores políticos, es el sector militar. No para imponer un gobierno militar ni
mucho menos, sino para hacer posible los pasos preliminares hacia un gobierno
de transición o de salvación nacional. La situación hace cada vez más urgente
este paso. Cada vez son más los muertos, los heridos, los presos, los
inhabilitados y las descalificaciones a nivel internacional. Sin contar el
estrago que sigue haciendo el hambre y la falta de medicinas en el grueso de la
población. Los precios de las mercancías que se consiguen, son cada vez más
groseramente prohibitivos para la mayoría de la gente.
Hoy la posibilidad de una
guerra civil convierte en objetivo inmediato primario el impedir que
sigamos caminando hacia ese abismo: los episodios cruentos de saqueos, las
venganzas que cobran vidas, los linchamientos, la anarquía de los grupos de
choque de ambos bandos, la existencia de grupos anárquicos armados tanto del
Gobierno como de la oposición, no son otra cosa que el aperitivo para una
confrontación cívico-militar nacional declarada. Nuestro pueblo con su
sabiduría y con sus miedos ha logrado contener una agresividad letal y
generalizada. Pero cuando las situaciones límites se convierten en ordinarias,
cualquier evento puede desencadenar la activación de esas fuerzas represadas y
reprimidas.
Pidamos a Dios que ilumine la
mente de los que tienen en sus manos la posibilidad de abreviar esta espera. Y
dispongámonos todos para dar lo mejor de nuestras reservas de sentimiento
nacional, de esperanzas, de cultivo de la solidaridad y la unión y acompañar
las acciones que claramente nos conduzcan a una rápida recuperación de nuestra
vida como nación.
05-08-17
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