Por Miriam Díez Bosch
Las 5 mujeres del siglo XXI
que han cambiado nuestra manera de pensar
Iván López Casanova, médico y
autor de El
sillón de pensar, reúne en Pensadoras
para el siglo XXI. Amar, comprender y transformar el tiempo presente a
cinco grandes mujeres “de mente bien diversa” pero portadoras de un
mensaje “valioso, balsámico y coherente”. Son 5 mujeres que han incidido de
manera indirecta en muchas actitudes que nos configuran.
Cicely Saunders, la madre de
los cuidados paliativos
Dedicó su vida a la atención a
los moribundos. Nacida el 22 de julio de 1918 (día de María Magdalena), tuvo
una infancia delicada. Admiraba a su padre y a su madre la veía muy fría y
distante. Cicely se formó en Oxford en Ciencias Políticas, Económicas y
Filosofía.
Estalla la guerra y se ofrece
a la Cruz Roja. Abandona los estudios y se empieza a formar
como enfermera. Su dolor en la columna vertebral la obligará a dejar
de ejercer. Es en este momento que acontece una transformación espiritual.
Su familia no era muy
religiosa. En Oxford leyó a C. S. Lewis e incluso le conoció y
participó en alguna de sus charlas. Pero como dice Iván López, “hasta el
momento todo aquello ocupaba su cabeza, no su corazón”.
En un encuentro con algunos
amigos cristianos, su vida cambia y empieza a rezar.
Luego, a los 29 años, conoce
el amor. Se enamora de David Tasma, un paciente judío agnóstico procedente
del gueto de Varsovia. Hablaron mucho de la muerte, y es aquí cuando se
desarrolla en ella la pasión por los desahuciados y por los
cuidados en fase terminal.
Dedicará su vida a ello.
Trabaja con enfermos de cáncer y se licencia
en Medicina. Construirá un hospital donde juntará la atención médica
con la ayuda espiritual, el Hospice St Christopher, en 1967. Se enamora aquí de
Antoni Michniewich, polaco católico. Al morir, ella plantea la necesidad de
afrontar el duelo de los familiares de los fallecidos también como
parte de la terapia.
La Organización Mundial de la
Salud publica en 1986 la existencia de una nueva especialidad, Cuidados
Paliativos, siguiendo el ejemplo de la doctora Saunders.
Dorothy Day
Funda el movimiento Catholic
Worker en 1933, para luchar a favor de las clases trabajadores
desprotegidas y mantener una postura radical por
el pacifismo. Destaca López Casanova que “lo más genuino de su acción
radica en que supo unir la piedad del canto religioso con la cercanía a la
lucha de los desposeídos”.
Nacida en Brooklyn en 1897, y
hoy en proceso de beatificación, esta periodista que murió en 1980 fue
una activista social, inicialmente con una vida bohemia y de
activismo social que la llevó a una conversión. Fue políticamente comprometida
y pacifista.
El Papa Benedicto XVI la
definió como un ejemplo de un viaje hacia la fe en un ambiente secularizado, y
el Papa Francisco la considera una de las americanas más notables junto a
Abraham Lincoln, Martin Luther King o Thomas Merton.
Etty Hillesum
Esta mujer holandesa, nacida
en una familia burguesa y judía en 1914, tuvo como progenitores a un profesor
de lenguas clásicas y a una profesora de ruso (la madre era rusa). Sus hermanos
sufrieron enfermedades psiquiátricas.
Etty estudia Derecho en
Amsterdam y empieza también otras carreras. A los 23 años es la ama de llaves
de Han Wegerif un viudo del que quedará embarazada. Al saber que en su familia
hay una “tara genética” como dice ella que predispone a la locura, no quiere
tenerlo y aborta.
En 1941 frecuenta al
psicoterapeuta judío Julious Spier, que la ayudará mucho en su evolución
emocional. A pesar de haberse podido escapar del Holocausto (primera trabaja
como mecanógrafa pero luego pide ir de enfermera a los campos en Westerbok y
finalmente es deportada a Auschwitz), acabará en las cámaras de gas en 1943.
Toda su familia también.
De Etty ha quedado un diario y
varios escritos en el que narra su trayecto, sus enamoramientos. Una de sus
frases más fuertes es esta: “Yo no acabaré mal nunca, en ninguna parte”.
Se refería a esa vivencia interior que la protegía y también a su relación con
un Dios al que le reprochaba el mal del mundo.
Ana Blandiana
Escritora y poeta rumana
contemporánea, esta pensadora actual resultaun símbolo para transformar la
sociedad. Batalló contra la dictadura comunista, y ante la censura su vida
era un clamor por la poesía como “última semilla villa, capaz de germinar
libertad”. Después del comunismo su lucha se ha centrado contra nuevos
monstruos como el “racionalismo, el materialismo y
el individualismo”.
El siglo
XXI, constata, no ha traído la libertad soñada. Esta se logra
con más ética y “vida espiritual que oriente un acción al bien”.
Su verdadero nombre es Otilia Valeria
Coman. Su padre era un sacerdote ortodoxo considerado un conspirador contra el
régimen, un “enemigo del pueblo”. Nació en 1942 y a pesar de múltiples
prohibiciones, sigue escribiendo.
Tiene 14
libros de poesía, relatos ensayos y novelas. Es la poeta rumana
más internacional, traducida a 24 idiomas. Entre sus frases destacamos esta
declaración: “Lo fantástico no se opone a lo real, es solo su
representación más llena de significados. Al fin y al cabo, imaginar significa
recordar”.
Teresa de Calcuta
Cuando a sus 18 años se marcha
a la Congregación de nuestra Señora de Loreto a Dublín, desconoce que su vida
se ligará a los pobres y a la India.Escoge el nombre de Teresa,
porque Thérèse ya está asignado a otra religiosa de la comunidad, en honor a
Santa Teresa de Lisieux. Hizo de profesora en unos años en los que la India
sufre grandes conmociones sociales.
Su “llamada dentro de la
llamada” la recibe el 10 de septiembre de 1946 en un tren viajando a
Daarjeling. Es a los 39 años cuando cambia radicalmente su vida. “Valentía
heroica y profunda humildad” son dos de sus grandes valores, así como
evitar el celo amargo, reencantar el mundo y ver la vida como una
aventura espiritual.
Teresa de Calcuta (1910-1997)
enseñó “el poder de la ternura” que nacía de una vida “profundamente
contemplativa”. Madre Teresa, Nobel por la Paz, fue canonizada en 2016 por el
Papa Francisco.
Fuente:
17-12-17
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