Por Guao
Escuchar a José María De
Viana es contagiarse de inmediato de una mística profesional en la que se
anudan la emoción, la lucidez y el compromiso con los otros. Sus años como
presidente de CASETEL y CONAPRI; gerente general de Telefonía Pública de la
CANTV; presidente de Hidrocapital y Movilnet; asesor de la presidencia en
Digitel y profesor universitario en la UCAB, IESA y UNIMET, entre otros cargos
y oficios de comprobada eficiencia, revelan una labor consagrada a mejorar las
condiciones de vida del país.
Hijo de Santos De Viana y
Milagros del Barrio, inmigrantes vascos que llegaron a Venezuela después de la
II Guerra Mundial, José María De Viana –hermano de Mikel, Amaya y Conchita–
nació en Caracas el 2 de diciembre de 1954. Estudió la Primaria en la Escuela
Parroquial de San Juan, frente a la Plaza Capuchinos. La mayoría de sus
condiscípulos provenían de zonas muy humildes y solían aprender cosas que sus
mismos padres ignoraban, por lo que el estudio era una emoción compartida entre
profesores, hijos y representantes. Sus maestros hacían mucho énfasis en las
materias prácticas y artesanales –como mecanografía y carpintería–, y
preparaban a los alumnos para dictar clases. Así que desde muy joven, José
María no solo aprendió matemáticas, historia y castellano, sino también a
reparar los pupitres de su escuela y a enseñarles a los más pequeños lo
aprendido de sus maestros. Era una pequeña comunidad estudiantil, consciente de
que la importancia del conocimiento no consiste en acumularlo sino en
compartirlo y hacerlo útil.
A los doce años inició el
bachillerato en el Colegio La Salle Tienda Honda, en Santa Rosalía, donde formó
parte de una organización de jóvenes que hacían trabajo social. Uno de esos
trabajos era visitar a los enfermos en los hospitales y brindarles atención y
compañía. Tal experiencia lo marcó de manera profunda, y le permitió reforzar
el aprendizaje paterno: había que pasar por la vida haciendo cosas
trascendentes. Luego ingresó en el Instituto de Estudios Teológicos (IET), cuyo
director era José Ignacio Rey y, en 1971, empezó a cursar la carrera de
Ingeniería Civil en la Universidad Católica Andrés Bello, institución donde ha
impartido clases en varias materias como Análisis Matemático, Estadística y
Mecánica de los Fluidos.
En 1976 comenzó a trabajar
en el Ministerio del Ambiente, gracias a sus conocimientos en materia
hidráulica. Siete años después, bajo el gobierno de Luis Herrera Campins, fue
director general del proyecto del Acueducto Metropolitano de Caracas, que
correspondía en ese entonces al Instituto Nacional de Obras Sanitarias (INOS).
La experiencia de trabajar con el agua a gran escala le enseñó que se podía
llegar a transformar la vida y la esperanza de mucha gente. Formado en los
valores cristianos, José María vio además en esa experiencia una vía para
llevar a cabo el mandato bíblico “de dar de beber al sediento”. Sin embargo, al
llegar Jaime Lusinchi a la presidencia del país, fue removido del proyecto y
poco después sería contratado como experto hidrólogo en la Agencia de Cooperación
Técnica Alemana GTZ.
Durante el gobierno de
Carlos Andrés Pérez, en 1992, José María es nombrado presidente de
Hidrocapital, Operadora de Acueductos de la Región Capital, donde permanecerá
siete años haciendo una labor de profunda transformación que le cambiaría la
cara a una empresa con severas deficiencias estructurales y administrativas.
“Tomamos una empresa que no era profesional –recuerda–, con serios problemas
económicos, que no recaudaba lo que necesitaba. Pero si trabajas en la
dirección correcta, con entusiasmo y honestidad, consigues remontar la cuesta…
El agua es un elemento de enorme significado en la vida de la gente”.
A lo largo de su vida y de
las diversas labores que ha desempeñado, José María De Viana nunca ha dejado de
tener presente el ejemplo de su padre: “un soñador social nato cuya meta era
construir una sociedad distinta. Un enamorado de la justicia que abogaba por la
gente de menores recursos”. De ese modelo familiar, así como de sus años de
estudiante, le viene a José María el enorme respeto por la educación, de la
cual no se ha desligado en ningún momento. Quien ha sido nombrado este año
Vicepresidente de Desarrollo de UNIMET, afirma que “siempre estamos enseñando
lo que sabemos. Nunca se termina de estudiar, porque el conocimiento se
multiplica todos los días. Satisfacer la curiosidad de lo que no sabemos es una
de las cosas más importantes que podemos hacer en la vida. La misión del
maestro es como la del sacerdote. No hay forma de tener un país próspero y
feliz sin unos maestros comprometidos”. Inspiradoras palabras de quien
ejerce hoy la presidencia de Guao, uno de sus más recientes aportes a la
educación venezolana.
Luis Yslas
01-02-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico