Por Simón García
Esta lucha de años, llena de
imborrables sacrificios, transcurrió como tenaz intento de acumular fuerza. El
2015 gratificó ese maravilloso empeño, pero la victoria nos embriagó. Nos
supusimos en los linderos de ganancias inalterables y la metimos en un bolsillo
roto por donde comenzamos a perderla.
Ahora estamos frente a dos
importante elecciones, que implican ambas una confrontación ruda con el
régimen, pero con alcances y consecuencias distintas. En una nos jugamos la
descentralización, la desconcentración del poder, el acercamiento a necesidades
peculiares de las sociedades regionales y el compromiso con soluciones a
problemas que están matando a la gente. Quitarle las Asambleas Legislativas a
la cúpula autoritaria es recortarle su hegemonía.
Pero en la otra, libramos una
batalla existencial: o el pueblo venezolano acaba con Maduro o Maduro acabará
con el pueblo venezolano. No se trata solo de votar entre dos personas, sino de
elegir el fin a una crisis y el inicio de una nueva época. Nunca como antes
votar había tenido tanto peso para elegir futuro.
Asegurar que los ciudadanos
decidan ir a votar contra Maduro y por el cambio, pasa a ser tarea principal de
todo opositor. Pero dar ese paso no es fácil, porque los partidos ejes de la
MUD decidieron no presentar candidatos y exigir condiciones de transparencia
para participar.
Una distinción se pasa por
alto: los cuatro partidos de la MUD no son abstencionistas. No es un eufemismo.
Presionan por cambios y mantienen el énfasis en la vía electoral, aunque voces
aisladas acusen de colaboracionistas a quienes defenderemos la democracia
votando y otras claman por cerrar la vía electoral e incluso la lucha pacífica.
Una amenazante involución hacia otras derrotas.
Henry Falcón, uno de los
precandidatos que presentó su nombre a la MUD, apoyado por tres partidos
minoritarios de esa coalición decidió presionar y luchar por cambiar las
condiciones, desde adentro. Lleva buen desempeño para ganarle a Maduro.
Pero las diferencias se
encrespan porque implican una disputa por el poder nacional y porque entre los
involucrados en ellas no existe una estrategia global que los una. Dos factores
que exigen retomar esfuerzos para reformular, con toda urgencia, las bases de
una unidad estratégica entre partidos, Frente Amplio y ciudadanos que tienen
necesidad de votar porque intuyen que puede ser su última oportunidad de
hacerlo. Más cuando sienten que es posible sellar el despido de Maduro y sus
políticas de hambre, pobreza y descomposición.
Henry Falcón afirmó que si el
gobierno incumple sus compromisos; importantes, pero incompletos, examinaría su
retiro de la contienda. Ahora mismo trabaja para que a los turistas electorales
que vienen a avalar las trapacerías del CNE, se añadan observadores
internacionales democráticos.
Habría que preguntarse si los
partidos eje de la MUD, examinarían su posición si la candidatura Falcón, en la
primera semana de mayo, continúa ganando a Maduro por una ventaja superior a 15
puntos. En esa situación su concurso sería decisivo para consolidar el triunfo
y decidir una victoria tan aplastante en las mesas, que no tenga que ser
defendida en las calles.
18-03-18
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