Alfredo Michelena 16 de marzo de 2018
Ya la
crisis en Venezuela es inocultable. La ONU no se ha quedado callada frente a la
catástrofe humanitaria interna desbordada en una crisis migratoria que afecta a
los vecinos, y pide a los demás países que intervengan apoyando a nuestros
ciudadanos.
En
2016, Delcy Rodríguez dijo en la OEA que no había crisis de abastecimiento en
el país y que “Venezuela ha importado alimentos para alimentar a tres países
del tamaño del nuestro”. La FAO premió a Maduro dos veces por la “reducción de
la pobreza y el hambre” y en 2016 elogió al pranato por la creación del “mejor
sistema popular de distribución de alimentos”.
Este
año, Maduro negó que existiera una crisis humanitaria y argumentó que eso era
una excusa para promover una intervención. También negó la masiva emigración de
venezolanos y aseguró que los que migran es porque están afectados por una
campaña mediática y “algunos se han visto tentados a salir del país”, dijo.
Para él tampoco hay falta de medicinas y asegura que Venezuela tiene el mejor
sistema de salud. Maduro y su combo de falsarios aplican a Marx, pero en este
caso es al cómico Groucho quien a manera de chiste decía: “¿A quién va usted a
creer, a mí o a sus propios ojos? Pero la mentira tiene un límite.
Ahora
son las mismas agencias de las Naciones Unidas las que están dando la alarma de
que la crisis de Venezuela se está agravando, al punto que ha provocado la
huida de millones de venezolanos. Sean 7 millones de emigrados (DatinCorp) o 4
millones (Consultores 21) o 1,5 millones (ENCOVI) son millones de venezolanos que están
saliendo en estampida, en especial en estos dos o tres últimos años. El número
de venezolanos en busca de asilo aumentó en 2.000 % desde 2014, según el ACNUR.
David
Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos, declaraba que esta crisis
migratoria “… puede convertirse en una catástrofe, un desastre humanitario de
proporciones nunca antes vistas en el hemisferio occidental”. Y lamentó que el
régimen la niegue y no permita la ayuda internacional.
ACNUR
publicó al comienzo de esta semana una “Nota de orientación sobre el flujo de
venezolanos” para los gobiernos receptores de nuestros migrantes. Su portavoz
en Ginebra fue más allá al asegurar que, contrario a lo que dice el régimen,
las causas se encuentran en “…los complejos desarrollos políticos y
socioeconómicos en Venezuela,…” y puntualizó algunas de las razones de la
crisis: “la inseguridad y la violencia, la falta de alimentos, medicamentos o
el acceso a servicios sociales esenciales, así como la pérdida de ingresos”.
También
aclaró que aunque no todos los venezolanos que migran pueden ser considerados
como refugiados “un número significativo necesita protección
internacional”. Y la Nota solicita a los
Estados “que les garanticen… formas complementarias de protección, protección
temporal o acuerdos de estancia, o visados o mecanismos migratorios laborales
que no sean deportados… de acuerdo con el derecho internacional de los
refugiados y el derecho de los derechos humanos”. En especial no devolverlos a Venezuela.
La
catástrofe interna ha generado una crisis humanitaria que, convertida en crisis
migratoria, ha expulsado a millones de venezolanos afectando a nuestros países
hermanos. La inocultable crisis humanitaria ha desbordado nuestras fronteras y
es ahora preocupación mundial. ¿La seguirán negando?
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