Editorial El País 07 de mayo de 2018
Venezuela
se encamina hacia unas elecciones presidenciales adelantadas por Nicolás Maduro
para el próximo 20 de mayo en un clima de destrucción institucional y crisis
humanitaria de la que es únicamente responsable el régimen chavista.
Para
organismos e instituciones internacionales, además de para 15 Gobiernos
latinoamericanos, la Unión Europea y Estados Unidos, estas elecciones no tienen
la más mínima credibilidad. No existen garantías de transparencia ni de
igualdad de condiciones. No hay seguridad alguna sobre el recuento y se
producen mientras decenas de destacados opositores permanecen encarcelados o
bajo arresto domiciliario. Se trata de unos comicios diseñados exclusivamente
para perpetuar a Nicolás Maduro y la élite instalada en el poder por el
chavismo.
Pero
esta votación es el perfecto ejemplo de lo que está sucediendo en Venezuela, un
país hundido hasta límites inconcebibles hace pocos años. Mientras, sus
gobernantes, en vez de asumir su responsabilidad, lo ponen como ejemplo ante el
mundo en una continua huida dialéctica hacia adelante.
No hay
prácticamente ningún aspecto de la vida cotidiana venezolana que no haya
experimentado una drástica degradación bajo la gestión de Nicolás Maduro y su
equipo. Por ejemplo, el notable aumento de la mortalidad femenina durante el
parto y de la mortalidad infantil desmontan de forma inapelable los
triunfalistas discursos del oficialismo sobre iniciativas en este campo. La
falta de alimentos y productos básicos en un país en el que jamás hubo escasez
no tiene más culpables que la ineptitud de unos gestores que actúan como si las
palabras sirvieran para ocultar la realidad.
El
oficialismo siempre encuentra algún enemigo —preferiblemente del exterior— a
quien culpar de su propia incapacidad. Y los ataques no son únicamente contra
Estados Unidos, la UE y España. Ningún país se libra, como le ocurrió
sorprendentemente a Portugal durante la pasada Navidad, cuando el régimen acusó
a Lisboa de retener partidas de pernil, tradicionalmente consumido en esas
fechas y que —al igual que miles de productos— no estaba en los mercados. A la
gestión chavista le sobra demagogia y le faltan conocimientos técnicos.
Maduro
repite insistentemente que a él lo único que le importa es la opinión del
pueblo venezolano y que este podrá expresarse en las elecciones. Pero hay
millones de sus compatriotas que no podrán hacerlo. La miseria, la persecución
política o los niveles intolerables de delincuencia han hecho que millones de
venezolanos se vean obligados a abandonar su país. Se trata de un verdadero
éxodo.
Según
la Oficina Internacional de Migraciones (OIM), un organismo de Naciones Unidas,
más de 1,3 millones de venezolanos han dejado el país definitivamente en los
últimos dos años. Otras estimaciones, basadas en encuestas en el interior de
Venezuela, elevan la cifra a tres millones. Como ejemplo baste decir que el
mayor número de peticiones de asilo político que recibe España provienen de
Venezuela. Maduro anima a votar y sus compatriotas están votando con los pies.
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